-¡¡No te atrevas bastardo!! -pero ya es demasiado tarde. Dos chicos de Slytherin se abalanzan sobre mi lanzando una maldición. Con un movimiento rápido evito su impacto a tiempo para ver a la chica de Hufflepuff que intenta atraparme por la espalda. Salto fuera de su alcance y giro sobre mis talones para estar atenta a cualquier movimiento de los alumnos. El muy sucio de Saphir los utiliza en mi contra, sabe que no les haría daño jamás. De momento sólo puedo esquivarlos. Mis pensamientos se ven interrumpidos por un grupo grande de alumnos que me ataca.
-¡Cruccio! - gritan todos al unísono. Me sorprendo de la potencia de su hechizo. La mayoría de los que me lo han lanzado a penas son capaces de conjurar un buen expelliarmus. Saphir no sólo les controla, está exigiendo a sus cuerpos niveles de magia superiores a su capacidad, y yo sé cómo aprovecharme de eso.
Me muevo entre los alumnos, atacando con hechizos menores y esquivando algún que otro ataque físico. Cada vez más alumnos comienzan a atacar con maldiciones, y cada vez son más fuertes. Pero poco a poco mis compañeros se van quedando sin energía y caen rendidos al suelo.
Saphir, que hasta hace unos momentos contemplaba el espectáculo divertido, comienza a darse cuenta de mi estrategia y logro ver cómo aprieta los puños con fuerza. Pronto ya sólo quedo yo en pie, y apenas he gastado fuerzas. Me planto delante de Saphir y le miro desafiante, esta vez tendrá que venir él.
De nuevo vuelvo a equivocarme. Hace un gesto con la mano y una de las puertas laterales de la habitación se abre con un fuerte ruido. Y por ella entra ni más ni menos que Hermione.
-Como sabrás, esta chica tiene potencial -me dice Saphir con su típica media sonrisa arrogante, en eso si se parece a Draco. Draco... olvido el dolor que me causa haber sido traicionada por él y me centro en Hermione - Ella no es como el resto, estoy seguro de que va a ser una pelea muy reñida -concluye el maldito.
Miro a Hermione y le ruego con la mirada que se detenga, pero para mi desgracia está tan poco consciente de sí misma como los demás. Me preparo para su ataque con gotas de sudor sobre la frente.
-¡Reducto! - exclama con potencia. El potente hechizo pasa rozando mi oreja y estalla en la pared de detrás. Me extraña que Hermione no haya acertado pero lo olvido cuando veo que la pared de la sala está derrumbándose y a punto de aplastar a unos cuantos alumnos. Me apresuro a protegerles con un hechizo, pero mientras lo lanzo me doy cuenta de la trampa. Hermione intenta ocuparme para atacar por la espalda. Con gran esfuerzo evito su maldición y logro salvar a los alumnos. Esto se me está complicando mucho.
-¡Hermione! Escúchame, puedes deshacerte del hechizo de ese bastardo. Yo sé que puedes. -esquivo un puñetazo directo y sigo persuadiéndola mientras retrocedo. -. No dejes que te controle, eres más fuerte que eso.
Hermione no dice nada, no reacciona, pero da igual. Mi nuevo plan se ha puesto en marcha y está llendo como la seda. Veo cómo Saphir se ríe de mi supuesta inocencia al intentar deshacer un hechizo tan poderoso con meras palabras. Lo que él aún no sabe es que estoy haciendo trampa, no intento deshacer su hechizo. A medida que las palabras salen de mi boca retrocedo más y más. Desde fuera parece que me siento amenazada, que recurro a la palabra como último recurso, pero bien sé yo que eso no es verdad. Intento acercarme a Saphir sin levantar sospechas, y cuando esté lo suficientemente cerca... Me haré con la esfera de poder que lleva en el cuello. Con todas las piedras juntas la esfera de tamaño mediano ha adquirido un tono perlado, casi espectral. Saphir la lleva sobre una sujeción de plata en forma de serpiente, que se ata a una cadena y cuelga del cuello.
-Hermione... por favor... sé que puedes... -sigo con mi teatrillo. Ya he empezado a subir los escalones que llegan a la tarima donde se encuentra Saphir.
-¡Bombarda Máxima! - grita Hermione, y entonces sé que esta es mi oportunidad. Me tiro al suelo y el hechizo vuela sobre mi cabeza, va directo hacia Saphir. Sin más remedio éste se abalanza sobre la fría piedra para evitar que la gran silla del director estalle con él encima. Sin perder más tiempo y aprovechando la nube de escombros me acerco a Saphir y agarro el colgante con la esfera. Tiro de ella con fuerza para soltarla pero noto como la sujeción en forma de serpiente se mueve y se enrosca entorno a mi muñeca con fuerza. Es imposible soltarse. Saphir se levanta y sin más opción sigo su movimiento.
-Qué tramposa y astuta eres cuando quieres... Por eso sigo pensando que seríamos unos grandes aliados, pero me ha dolido que rechazases mi oferta y era única, así que será una lastima tener que acabar contigo. -dice Saphir a escasos centímetros de mí. Saca su varita y la clava en mi pecho.- Adiós ________.
No se lo cree ni él, ni en broma voy a rendirme ahora que estoy tan condenadamente cerca.
"Evenaar, espero que tengas algún truco bajo la manga porque necesito tu ayuda más que nunca"
No pasan ni dos segundo cuando lo noto. Un extraño calor se empieza a crear en mi interior, algo que arde corre a través de mi sangre. Me inunda, me llena, un calor que se adueña de mi cuerpo.
Miro la mano que tengo libre y veo que las yemas de mis dedos se han vuelto de un color incandescente. Y de pronto pasa. De pronto mi cuerpo estalla en llamas. Mis brazos, mis piernas, mi cabeza. Todo. Pero las llamas no queman ni mi piel, ni mi pelo, ni siquiera mi ropa o lo que queda de ella.
Me siento poderosa.
De un tirón arranco la serpiente de hierro de mi mano, y con ella, la esfera. Saphir no deja de mirarme con horror y desprecio, pero retira su varita y se echa para atrás. Alzo la esfera en mi palma y cierro los dedos a su alrededor. Aprieto con fuerza y la esfera se resquebraja.
-¡NO!- grita Saphir.- No puedes hacer eso.
-¿A, no? - digo apretando un poco más y agrandando las grietas -. Yo creo que si.
-No lo hagas ______, por favor. -su cara ahora alberga un temor tan profundo que jamás creí que pudiera llegar a sentir. Me suplica con la mirada -. Si rompes la esfera desapareceré. Fue el objeto al que ligué mi alma para poder vivir hasta el día en que te encontrase.
-¿Y por qué debería dejarte vivir? Tus excusas sólo aumentan mis ganas de acabar contigo.
- No eres sincera contigo. Sé lo que sientes, sé que en el fondo he sido la única persona que te ha llenado, aunque te duela mi traición... Pero puedo cambiar. Lo haré por ti.
Saphir se aproxima poco a poco. Tiene razón, es el único que me ha comprendido del todo, o lo ha fingido. Tal vez sea verdad, tal vez pueda cambiar... Dejo que se acerque hasta casi sentir su respiración y las llamas abandonan mi cuerpo, aunque mantengo la esfera prudentemente envuelta con el fuego.
Las puertas grandes se abren de nuevo.
-¡No _______! -grita un Draco malherido y agotado.- ¡No dejes que te engañe!
No entiendo nada. Draco había vuelto al baile, yo misma le vi.
-¿Qué haces aquí? Tu habías regresado al castillo, me dejaste sola. -le digo confusa.
-¿Como? ¡No! No quise dejarte sola. Jamás. ¡Fuiste tu, maldito bastardo, el que me atacaste y retuviste! -dice eso último dirigiéndose a Saphir.
-¡Pero yo te vi huir por el bosque! Saphir me mostró como...
-¿Cómo huía? ¿De veras crees que es lo que yo haría? ¿No has pensado que al asqueroso de tu noviete le venía muy bien que tu creyeras eso? Pero claro, ahora que sé cuanto te importo lo veo todo más lógico -me dice hecho una furia. Soy horrible, tiene razón. Me he creído todo lo que Saphir decía a pesar del daño que me ha hecho. Y por su culpa he apartado de mi lado a la persona que verdaderamente se preocupaba por mi. Que asco me doy...
Miro a Saphir con tristeza y este me profiere una sonrisa cargada de locura. En un abrir y cerrar de ojos se abalanza sobre mi y aún quemándose la mano logra hacerse con la esfera. Vuelvo a envolver mi cuerpo en llamas ante la sorprendida mirada de Draco y las lanzo tras Saphir, que cae sobre la piedra. No tarda en levantarse y salir corriendo de la sala. Draco corre en su busca pero le hago un gesto para que se detenga.
Sobre el suelo lleno de escombros hay un objeto que brilla. Algo transparente que transmite un aura pacífica.
De la esfera de poder se ha caído una piedra. Un diamante. En diamante de la pureza.
Giro mi cabeza para comprobar cómo los profesores y algunos alumnos, entre ellos Hermione, se levantan y quedan libres del hechizo. Hemos ganado esta batalla. Mis piernas tiemblan de agotamiento y empiezo a sentir los músculos contraídos. No me creo todo lo que ha ocurrido en medio día. Todos los secretos desvelados, todas las penas lloradas... Pero aún hay una gran piedra en mi corazón...
Miro a Draco con remordimiento mientras este ayuda a los alumnos más heridos. Nuestras miradas se cruzan por un instante pero él la aparta enseguida.
Después de sufrir tanto en mi vida, después de pasar las últimas horas en un horrible baño de sangre, después de ver mi pecho literalmente atravesado... Aún después de todo eso ese pequeño gesto de Draco es lo que más me duele. El me lo ha dado todo, él sí que ha cambiado por mi y no el idiota de Saphir...
Y aún así he estado tan ciega...