sábado, 28 de diciembre de 2013

Capítulo 35

Narra Draco:

Contemplo asombrado cómo a ________ se le ilumina la frente formando una extraña runa. Ella me mira decidida y me aprieta la mano, segura de lo que va a hacer. Un símbolo parece formarse también en mi cabeza, pues me veo momentáneamente cegado por su brillo. Entonces la oigo. Una voz profunda y grave, que le dice a ________ que busque en su memoria. Miro al dragón negro, seguro y a la vez asombrado de que sea él. Entre tanto, ________ cierra lo ojos y comienza recordar, y yo me veo arrastrado en la corriente que fluye en su cabeza, por fin vamos a descubrirlo todo. Sin embargo, justo cuando parecía que nos adentrábamos en uno de los recuerdos de _______ oigo algo, un ruido extraño, y abro los ojos.


Narra _______:

Observo como un torbellino de imágenes se dispersa ante mis ojos y los cierro con fuerza.

"Escucha con atención, muchacha, pues lo que vas a oír es la razón de tu existencia" dice el dragón. Mantengo mi ojos cerrados y agudizo el oído. Prono un millón de sensaciones se acuestan en mi pecho.

Era una cálida tarde de primavera, mi padre y yo estábamos de picnic en los largos prados de nuestro valle. Nuestra casa, aunque humilde, se alzaba alegre en la colina central. Recuerdo que esa tarde me lo pasé en grande riendo con papá. Sin embargo una sombra se alzó encima de nosotros y no tardó en aterrizar en el prado la inmensa dragona perlada cuyo jinete traía mi inscripción en Igneis Bellatore.
E don de la doma se transmitía por la sangre y mi padre, considerando tal actividad demasiado peligrosa, me lo había ocultado con la esperanza de que no me encontraran. Esa tarde cabalgué a lomos de mi primer dragón junto al jinete, que me separó de mi familia para llevarme a la escuela.

Al principio tuve miedo, pues los dragones me imponían, pero prono aprendí cómo funcionaban las cosas allí. Cada vez que un niño con el don de la doma nace, nace también su dragón destinado, aunque nunca sepan nada el uno del otro están unidos por una cuerda de oro invisible. Por eso, al contrario de lo que yo esperaba, cuando llegamos a la escuela no cabalgamos inmediatamente. Es más, los primeros tres años los pasamos encerrados en las aulas estudiando todo sobre estas criaturas, practicando con armas en la arena o la magia común con los cetros.
Cuando cumplí los catorce, falleció uno de los tres directores y, tras su funeral, se organizó la ceremonia de reunión. Acudieron dragones de todo el mundo al castillo para conocer a sus jinetes, si es que se hallaban allí. Todos mis compañeros encontraron a su dragón... menos yo.
Durante los tres años siguientes me sentí inútil, olvidada, sola... Hasta que decidieron sustituir al antiguo y difunto director. El nuevo era más joven, de cabello platino y fieros ojos esmeralda. Saphir.
Recuerdo que a pesar de ser el director fue muy cercano conmigo, me hacía compañía durante aquellas largas clases de vuelo en las que yo no podía participar, o las clases de magia en draconiano, lengua que yo aún desconocía, y quizá por eso me enamoré.
Y precisamente en una de esas clases comenzó todo. Aquel día Saphir estaba en una reunión y no pudo acompañarme, por lo que decidí pasear por el castillo. En el ala oeste, subiendo la torre norte, hallé una pequeña y mágica habitación. En su centro había un pedestal y una piedra redonda iluminada por el haz de luz que se adentraba por la pequeña ventana del techo. Era una piedra, si, pero me fascinó. Sentí un cosquilleo en el estómago y no tardé en buscar a Saphir para preguntarle de qué se trataba. Él me dijo que era un huevo de dragón fosilizado, uno muy antiguo. Habían intentado devolverle a la vida, pero en vano, así que se había convertido en una reliquia. Me dio mucha pena, pues realmente había creído que era más que eso.
A partir de ese día acudía a donde el huevo todas las horas que tenía libres, en esa sala me sentía feliz, completa. Al tiempo incluso empecé a hablar con él. Una tarde como otra cualquiera, acudí a la torre durante la clase de vuelo. Subí un laúd que había tallado con mi padre hace mucho y tarareé una melodía al compás del instrumento. Una melodía que desconocía pero que era incapaz de sacar de mi cabeza. Entonces ocurrió.

El huevo eclosionó.

De él salió una pequeña bestia de negras escamas y profundos ojos amarillos. Me miró desde la distancia gruñendo y enseñando unos dientes demasiado grandes para ser un recién nacido. Extendió las alas a modo de advertencia a pesar de que aún era incapaz de volar. Yo no me moví, no podía. Estaba demasiado sorprendida así que lo único que se me ocurrió fue seguir tocando mi laúd. Hacía mucho que no lo utilizaba tanto y mis las yemas de mis dedos estaban desentrenadas y comenzaban a sangrar, pero no paré. No paré porque el pequeño dragón reconoció la melodía, me reconoció a mi. Se acercó y dejó que posara mi mano sobre su cabeza, en medio de los pequeños cuernecitos. Entonces supe que el otro extremo de mi cuerda de oro estaba en su interior. Era mi dragón y yo su jinete.

Obviamente avisé a Saphir sobre lo que había sucedido y a lo largo de una semana me separaron del dragoncito, pues querían comprobar si su salud era normal, querían averiguar el porqué de su renacimiento. Pronto se descubrió el misterio. Al igual que existen los dragones de agua, fuego, aire, luz u oscuridad, el pequeño dragoncito era un dragón del tiempo, una raza que se creía extinta. Su hipótesis era que al morir su madre había parado el tiempo dentro de su cáscara, asustado de salir al mundo exterior solo.
Todo el mundo se alegró mucho por mi, todos excepto el que creía que me apoyaría más. Saphir creía que era demasiado peligroso, aunque no me lo decía abiertamente. Se distanció de mi y salió de la escuela, por un tiempo pensé que jamás lo volvería a ver. Sin embargo a su regreso algo cambió. Ya no parecía tan decepcionado conmigo, ahora me animaba. Pensaba que al ser lo que yo quería estaría bien pero me equivocaba, algo me olía a chamusquina.
Al mes siguiente de haber eclosionado el huevo se organizó una ceremonia de conmemoración por haber renacido a una raza extinta. Aquel día se haría oficial que el dragón y yo estábamos unidos. Me resultaba muy extraño, y más aún sabiendo que el que lo había propuesto había sido Saphir.
Todo el mundo estaba en la arena. En el centro estaban los tres directores, con mi cetro y el dragón. Lo único que debía hacer era esperar a la señal y salir a recogerlos. Y eso hice, los directores recitaron un discurso y me devolvieron mi cetro, pero cuando Saphir me entregó a la pequeña criatura, que no dejaba de intentar morderle o arañarle, vi algo maligno en su mirada. Mientras me aljaba de él contemplé cómo sacaba un estilete de su manga y apuñalaba al director Morgan para después degollar al director Grahel.
No podía creer lo que veía, pero mis ojos no me engañaban. Pronto de los lugares más oscuros de la arena comenzó a salir un millar de hombres de negro armados. Fue una masacre, vi cómo mataban a mis compañeros pero no pude hacer nada, no supe hacer nada. Cuando vi que Saphir me señalaba eché a correr con el dragón en brazos. Corrí como nunca, avanzando por los jardines con la intención de entrar en el castillo. Mala idea, había un par de soldados en la puerta. Recordé un pequeño pasadizo que Saphir me había mostrado y me introduje en él despistando a los que me perseguían. Corrí a través de aquellas oscuras y húmedas paredes de piedra iluminadas por una sucesión de antorchas. Cuando creía que por fin llegaba a la salida el alma se me cayó a los pies, pues en la puerta, sonriendo con malicia, se recortaba la silueta de Saphir. Miré en sus ojos y tuve miedo. Un miedo que aún hoy siento al recordar esa mirada.
Sin embargo me tendió la mano y me sonrió. No me moví así que me alzó en brazos y me llevó a un lugar seguro mientras los demás jinetes echaban al ejército del castillo.
Yo no entendí nada en ese momento, le había visto matar a los directores, ordenar que me capturasen... ¿Y ahora me ayudaba? Me dijo que no había sido él, que le habían engañado y encerrado para poder crear una poción multijugos para hacerse pasar por él. Me dijo que jamás me haría daño porque me amaba, y yo, tonta de mi, le creí. Y le amé. Días después encontraron los restos de la poción y su teoría se mantuvo firme.

Pasó un año entero, Saphir y yo manteníamos una relación que, a pesar de ser director y alumna, era aprobada y no teníamos que esconderla. Evenaar, nombre con el que había bautizado al dragón y que en su lengua quiere decir "El extinto, había crecido considerablemente. Ya era una bestia hecha y derecha, y juntos nos habíamos convertido en la unión perfecta. Me enseño su lengua y me prestó su magia, podía controlar el tiempo, aunque por aquel entonces aún me quedaba mucho que aprender.

Aquel año la escuela cumplía ciento cincuenta años y, como era habitual cada veinticinco años, el consejo se reunía aquí para restablecer la magia del castillo. Los miembros eran en su mayoría hombres viejos, y luego estaba Rubí, una chica joven y hermosa que completaba el círculo. Cada uno de sus siete miembros portaba una piedra preciosa, pero no una cualquiera, eran las siete piedras del Poder. Cada una con su propia historia. La de Rubí irónicamente era el zafiro de la verdad. La de Saphir la Esmeralda de la fuerza. Y luego estaban el diamante de la pureza, la amatista del valor, el rubí del amor, el topacio de la riqueza y el cuarzo amarillo de la sabiduría.
En la ceremonia, que se hizo de nuevo en la arena, los miembros del consejo se situaron en circulo en los diferentes puntos cardinales y recitaron el conjuro con sus respectivas pierdas, cuya leyenda decía que al unirlas todas se conseguiría el poder absoluto. Con un fuerte resplandor, cada piedra se iluminó proyectando un rayo de su color hacia el cielo. El castillo pronto comenzó a cubrirse de una capa de magia dorada. Sin embargo, mientras todos contemplaban la escuela el rayo de color verde comenzó a hacerse más grande. Los temores de muchos se cumplieron cuando Saphir unió las siete piedras. Los miembros del consejo se opusieron, pero uno a uno, sus cadáveres cayeron al suelo.
Saphir se había convertido en un monstruo, o quizá siempre lo fue.
Muchos huyeron del castillo, y de los que se quedaron a luchar junto con sus dragones a pesar quedaron los restos de sus cenizas. El poder del director era temible y certero, no se podía escapar de él. Sin embargo permanecí firme junto a Evenaar. Me sentía traicionada, pero sobre todo me sentía estúpida. Me había engañado como a un bebé y no se lo iba a perdonar. Con la ayuda de Evenaar paramos el tiempo por unos segundos y le logramos arrebatar el rubí. Fue el rubí porque representaba el amor que el me había robado, el amor que le acababa de robar yo a él.
Estábamos agotados, parar el tiempo a una persona con semejante poder requirió demasiada energía y cuando Saphir logró escaparse, a pesar de no tener la misma fuerza,  nos venció con una facilidad alarmante.

-Es hora de que me devuelvas lo que es mío -me dijo. Incapaz de hacer nada más sólo se me ocurrió escupirle en la cara.

-Nada de lo que hay aquí es tuyo.

-Estás muy equivocada querida _______. La escuela me pertenece, la piedra me pertenece, tú me perteneces... ¿O es que ya has olvidado nuestro último encuentro nocturno? Te hice mía... para siempre. Piénsalo, tu y yo juntos gobernando sobre todos...

Intentó tentarme pero yo ya no le escuchaba, había otra voz en mi cabeza.

"________, debes escapar con la piedra, yo te ayudaré..." No podía verle, pero sabía que Evenaar estaba llorando y aún así no pude detenerle. Me transportó en el tiempo con el rubí utilizando sus últimas fuerzas. Recuerdo que justo antes de acabar en esta época lloré.

Lloré por una escuela destruida.

Por un amor envenenado.

Por las muertes de los inocentes.

Lloré... porque mi cuerda de oro se había roto.





                           "Una cuerda rota que desea unirse de nuevo"





N. A.:

Siento haber tardado, es que había que contar mucho en este cap y no sabía cómo hacerlo. Me ha costado encontrar la forma, espero que os guste.
FELIZ AÑO NUEVO!!! :)

viernes, 20 de diciembre de 2013

Capítulo 34

Sobre el silencio se alza la alegre melodía y comenzamos a bailar. Draco agarra mi cintura con firmeza y yo poso mi mano en su hombro.

-Pensaba que nada de tacones -me dice cuando repara en mi calzado.

-Pensabas mal -le digo con superioridad.

Al poco tiempo otras parejas se nos unen en la pista hasta que todo el mundo acaba bailando. La música cambia y empezamos a bailar algo más salvaje y divertido. Si todas las fiestas fuesen así a lo mejor cambiaba mi opinión al respecto. Aunque lo más divertido es ver a Draco intentar seguir el ritmo de la música, parece que sin pasos establecidos, el baile no se le da tan bien... Al final acabo por compadecerme y le invito a salir al balcón un rato. Draco acepta aliviado y salimos. El sol está a punto de ponerse y el cielo empieza a cobrar un color anaranjado. Desde aquí se puede ver el bosque, y el lago, incluso la pequeña cabaña de Hagrid. El paisaje parece pintado sobre un lienzo, cada árbol, cada montaña, todo está dispuesto en armonía con el resto y lo único que mi mente consigue evocar es: Tranquilidad.
Tranquilidad... a pesar de que desde que estoy aquí he podido obtenerla un par de veces sé que me estoy engañando. Nunca podré estar del todo tranquila hasta que averigüe qué me ha pasado. Y aunque dije que disfrutaría de esta noche, la verdad es que no puedo. ¿Qué estará haciendo Saphir? ¿Lo habrá matado la sombra de voz penetrante? ¿Qué estará sucediendo en lo más profundo del bosque? Al pensar en la muerte de Saphir siento una punzada de dolor. A pesar de que hace un par de días estuvo a punto de matarme mi alma llora... Deshago las ideas que surgen en mi cabeza, pero, ¿Y si mientras yo estoy aquí Saphir acaba con la sombra, eliminando mi única fuente de información? Debería estar buscando en el bosque... Me apoyo en la barandilla suspirando.

-¿Estás pensando en él verdad? -pregunta Draco sacándome de mi ensimismamiento. ¿Cómo lo ha...? -Tu cara habla por ti -dice respondiendo a mis dudas.

-Lo siento, sé que prometí...-pone un dedo sobre mis labios antes de que termine y desvía su mirada hacia el horizonte.

-Sé que lo sientes, sé que quieres quedarte y pasarlo bien con tus amigos, que no puedes porque los fantasmas de tu pasado te persiguen, sé... que aunque tu no lo sepas tu alma no ha olvidado a Saphir... No te voy a mentir ________, odio esto. Siempre he vivido rodeado de lujos, de ambición... Nunca se me ha negado nada, jamás he tenido que compartir algo. Hace seis meses las personas para mi eran simples objetos. No entendía cómo se puede querer a alguien... Pero desde que llegaste todo es muy distinto. Por fin ya puedo amar y comprender, pero aún no puedo deshacerme de mi pasado. Quiero que te quedes junto a mi, que no me abandones nunca pero sobre todo, te quiero para mi solo. Es egoísta, lo sé, pero me revienta pensar que una vez fuiste capaz de querer a alguien más. ¡Ahhhgg!- Dracp aprieta los puños y grita. Un par de curiosos nos miran pero les ignoro - Lo siento...yo...tengo miedo.

-Draco...-justo antes de que apoye mi mano en la suya la quita, evitando el roce. "Lo siento" repite, y se da la vuelta apartando la mirada. Aunque sé que Draco lo está pasando mal no puedo evitar estar mosqueada. Alzo una pierna y le propino una fuerte patada en el trasero, tened en cuenta que llevo tacones.

-¡AAAHHH!¡_________!-Dice cabreado, no espero a que termine de darse la vuelta para abrazarle.

-Estoy enfadada.- digo sobre su pecho.

-¿Qué? -me divierte verle tan confundido pero ni yo misma sé lo que hago.

-Eres idiota, ¿crees que si descubro mi pasado volveré a caer en brazos de Saphir? Fuera lo que fuera que pasase no cambia el hecho de que ha intentado matarme.- suspiro- En parte me alegra el hecho de haber olvidado todo, porque si no, no te hubiera conocido. Tal vez es porque que me siento cómoda sabiendo que no soy la única que ha descubierto un nuevo mundo, pero siento que mi alma no está completa sin ti. Te quiero. Lo diré cuantas veces haga falta así que no te preocupes, no voy a dejarte. No tengas miedo porque no dejaré que estés solo nunca más. -me deshago del abrazo y pongo mis manos en su fría cara. Nuestros ojos se encuentran y veo el alivio de su mirada. Me pego más a él hasta que nuestras narices se chocan. Hace cosquillas y Draco sonríe.

-Gracias, es lo que necesitaba oír -su voz suena cansada y me pregunto por cúanto tiempo habrá estado sufriendo por esa estúpida duda. Sin darle tiempo a añadir nada más presiono su boca contra la mía en un beso que cierra mi promesa.

-Y ahora ¿Por qué no vamos a descubrir las diversiones de este nuevo mundo? -le digo tomándole de la mano. Draco sonríe y me dispongo a regresar a la pista de baile cuando la resplandeciente luz del ocaso me ciega. Lanzo una última mirada hacia el paisaje y me quedo paralizada al ver cómo el sol se oculta tras el horizonte de las aguas del lago, ahora anaranjadas. Una chispa se enciende en mi cabeza y recorre cada fibra de mi ser provocándome un escalofrío. "Cuando el agua se torne en fuego..." es lo único que soy capaz de pensar.

-Es ahora... Draco, he descifrado el acertijo, tengo que darme prisa -echo a correr a través de la fiesta con Draco pisándome los talones.

-¡Ey! ¡________ espera! ¿Dónde es? -me paro en seco y miro a Draco.

-Draco... no sé lo que va a pasar ahora, no tienes por qué venir - Draco me aprieta la mano y me da un corto beso antes de que me prepare siquiera.

-No, tengo que ir, tu lo has dicho: Exploremos este nuevo mundo juntos. -y sin soltarme la mano me dirige corriendo a los jardines de la escuela.

Cuando llegamos puedo ver una vez más el sol ocultándose tras el lago. Esto no es bueno, a penas queda tiempo. Las escobas están en el campo de quidditch y andando es imposible llegar. Comienzo a ponerme nerviosa, ya no puedo pensar con claridad pero cuando alzo la vista una vez más quedo cegada por el resplandor del enorme astro, y en esa oscuridad logro ver un destello, una palabra.

-¡Zeshae! -grito con todas mis fuerzas. Siento un fuego encenderse en mi interior, que se extiende a lo largo de mi cuerpo en hondas invisibles. Siento cómo, aunque no esté en mi mano, el cetro me ofrece su poder y sin soltar la mano de Draco dejo que el calor de esa llama nos inunde.

Cuando abro los ojos veo una marca oscura en la hierba. He caído en el suelo...en un suelo diferente. Estamos aquí, en el bosque. Draco se incorpora y lo guío hasta el barranco en el que estuve con Hagrid a tiempo para contemplar cómo el sol se esconde tras las aguas.

-¿Hemos...Hemos llegado tarde? -no puede ser...

-________... -noto como Draco pone su mano en mi hombro.

-¡No!¡¿Qué hemos hecho mal?! -grito al cielo. Estoy furiosa, más que nunca. ¿No es este el lugar? No....tiene que serlo, entonces...¿Tal vez la sombra ha muerto? -¡¡¡AAAAAAAAHHHHHHGGGG!!!

Caigo al suelo abatida ¿Cómo es posible? miro mis manos, apoyadas contra la quemadura del suelo. Tal vez nunca sepa qué me ocurrió... Pronto la poca luz que quedaba se desvanece por completo. Draco, aunque confundido, trata de consolarme, pero no funciona esta vez. Mi cuerpo no se mueve y mi mente evoca una y otra vez la caída del sol tras las aguas. Quiero pensar que no he llegado tarde, que quizá este no es el lugar ni la hora, pero no puedo engañarme. Sé que lo es. El frío de la noche hiela mis huesos y me pego a Draco. Nos sentamos en el suelo y nos limitamos a existir.
Pronto, la noche se hace más oscura si cabe, pero sorprendentemente nos invade una ola de calor.

-¿Pero qué..? -digo mientras alzo la vista al cielo. Dónde debería haber un mar de estrellas diviso una sombra de oscuridad, como una nube de negra niebla que desciende aumentando su tamaño. Pestañeo un par de veces para aclarar mi visión, aunque no estoy preparada para lo que veo.
Dos grandes ojos tizones de ralladas pupilas me observan atentos.

-¡Atrás ________! -me grita Draco sacándome del trance. Me empuja unos metros atrás mientras la inmensa criatura acaba de descender. Sobre la tierra se posan sus cuatro enormes patas de afiladas garras. Sobre su lomo, como si de dos cascadas de oscuridad se tratase, se extienden un par de alas del negro más puro que haya visto jamás. Y sobre su cabeza, como una corona de marfil, se alzan dos grandes y puntiagudos cuernos. La criatura, o más bien el dragón, es inmenso. Más grande incluso que los del torneo, más fiero que la mirada de Saphir, y sin embargo, más familiar que el aroma de una madre.

El brazo de Draco me detiene repentinamente pues he empezado a acercarme al dragón sin darme cuenta. Él me mira negando con la cabeza, casi suplicando que no vaya.

-Es él -me limito a decir.

Me deshago del brazo de Draco y comienzo a andar, lenta pero segura. Con cautela pero firme. Los ojos del dragón siguen mis movimientos desde lo alto, sin perder detalle. Con cada paso que doy estoy mas cerca de mi pasado, ahora lo sé. Cuando estoy lo suficientemente cerca, el dragón agacha su largo y esbelto cuello y coloca su hocico delante de mi. Noto su fuerte y cálida respiración y dejo que me mire. Poco a poco los sonidos del bosque, de las aguas, del viento se desvanecen.

"Me alegra que me hayas encontrado" una calidez ya conocida me inunda al oír la profunda voz del dragón en mi cabeza.

-Me ha costado un poco, si. -le respondo sonriente.

-¿Puedes escuchar lo que dice? -pregunta Draco sorprendido. Asiento como respuesta. -Entonces te contará lo que te pasó ¿no es cierto? -esta vez es el dragón y no yo el que inclina su cabeza asintiendo. - Vaya...
Me hubiera gustado sacar una foto de la expresión de Draco porque me temo que jamás la volveré a ver. Sorprendido por la aparición de la inmensa criatura, temeroso por lo que pueda encontrar en mi pasado, y quizá algo feliz por que lo he conseguido. Tal vez sea su expresión, tal vez el destino, o quizá la repentina sensación que tengo de que somos un todo lo que me lleva a hacer lo que hago.
Le tiendo mi mano.
Quiero que el conozca mi pasado tan bien como yo, no quiero más secretos. Draco la agarra con fuerza y eso me hace estar todavía más segura de mi decisión. El dragón lo entiende sin necesidad de palabras y parece que lo acepta. Una vez más acerca su cabeza a nosotros, sobre su frente llena de escamas aparece un símbolo de luz que ilumina sus grandes y profundos ojos. Miro a Draco y veo el mismo símbolo sobre su frente, y deduzco que sobre la mía habrá uno similar.

"Ahora busca en lo más profundo de tu memoria, nada en un mar de recuerdos para dibujar el camino que has trazado hasta ahora..."

Dejo que la voz me llene y hago lo que dice. Pronto me ahogo en lo más profundo del inmenso mar de recuerdos.



 

"Me sumerjo una vez más en un océano ya conocido, pero esta vez no estoy sola."

lunes, 9 de diciembre de 2013

Capítulo 33

Cuando termino de comer, Hagrid y yo nos metemos en el bosque para recoger hongos silvestres y no puedo evitar recordar aquella sombra de profunda voz que arrastró a Saphir hasta aquí. Podría aparecer de un momento a otro así que estoy alerta, Hagrid por su parte tararea una cancioncilla mientras recoge los hongos. En silencio le imito y cuando los recolectamos todos en esa zona vamos a un lugar diferente en su busca. Pronto empieza a oler raro, como a chamusquina. Hagrid también lo nota y solo con una mirada nos basta para querer saber de qué se trata. Avanzamos entre la espesura hasta llegar a un pequeño y gélido claro. En su mismo centro hay una marca de cenizas que desprende un ligero humo. Igual que las que he visto anteriormente.

-Es la sexta esta semana -dice Hagrid.

-¿Cómo? ¿Ya has visto más? -pregunto sorprendida.

-Si, creo que se ha vuelto a escapar alguna criatura mágica del departamento de contención de bestias. No las comprenden y las encierran, normal que quieran huir. De todas formas he seguido las marcas varias veces y todas llevan al mismo lugar. Ven conmigo.

Sigo a Hagrid y cada cierto tiempo vemos una marca nueva. Tras unos largos quince minutos llegamos al borde de un barranco, donde se halla la última marca. El barranco acaba en el inmenso lago. La vista es espectacular, el cielo se refleja en las aguas de una forma tan clara que parece que son un mismo elemento. Un momento... Son un mismo elemento por lo tanto se unen... ¡Eso es! El acertijo de la voz dijo que le encontraría cuando el agua se tornase fuego, allí donde cielo y tierra se unen. Debe de ser este lugar, tiene que serlo. Ahora que se cual es el lugar solo tengo que descifrar el momento, cuando el agua se torne fuego...

-Es tarde, será mejor que volvamos -interrumpe Hagrid.

-Yo me quedo un poco más.

-No, no puedes estar aquí sin un profesor y además, tienes que terminar de prepararte para el baile. -me dice guiñando un ojo.

¡El baile! ¡Ailén! Echo a correr bosque a través temiendo el momento en que Ailén me encuentre. No llegaré a mañana. Llego al castillo y empujando a la gente, logro llegar hasta mi habitación. Lo que me temía. Ailén está furiosa, y muy guapa. Se ha puesto un vestido de cola de sirena azul turquesa que le sienta estupendamente, y lleva el pelo recogido en una cola de caballo lisa y con un broche dorado para sujetarla. Me agarra por el brazo y prohibiéndome hablar me sienta en frente del tocador y me peina. Está muy pero que muy disgustada, pues me da unos tirones torturadores.

-Perdooona -le digo tras un rato.

-Cállate si quieres conservar el pelo. Madre mía... No deberías trenzarlo tanto, tienes más nudos que tu amigo Hagrid. -tras eso la habitación se vuelve a sumir en el silencio. Cuando termina me gira hacia ella sin darme tiempo a verme en el espejo. Saca un neceser de su armario y comienza a maquillarme. Utiliza tonos suaves que contrastan bastante bien con mi piel curtida...como la de Saphir... Este último pensamiento me ha hecho recordar el lugar de antes y por consiguiente, en el acertijo. Me pierdo en mis pensamientos mientras Ailén termina de maquillarme y sólo cuando me hace levantarme vuelvo a la realidad.

-¿Puedo mirarme ya? -le pregunto cansina.

-No pesada. No hasta que te hayas puesto el vestido.

Con un suspiro de resignación le obedezco y encajo el vestido en mi cuerpo, entonces me giro para ver mi reflejo. Me quedo sin habla, la persona al otro lado del espejo soy yo sin serlo. Se parece a mi pero tiene una porte mucho más elegante y su figura es más esbelta.

-Ailén...

-Si si... soy genial, lo sé. Y ahora los zapatos ¿Qué tienes?

-Bueno... Había pensado llevar unas zapatillas negras que tengo...

-¿Es broma no? ¿Unas zapatillas? ¿No había algo más cutre? -me encojo de hombros. Me da igual qué llevar, siempre que no sean tacones. Ailén resopla y empieza a rebuscar en su armario. Creedme cuando digo que los tacones que sacó de él son la cosa más terrorífica que he visto nunca. No me malentendáis, son bonitos, pero no lo suficiente como para que me arriesgue a subirme en semejante tacón.

-Tranquila, están hechizados, para ti será como llevar zapatillas -dice al ver mi cara de asombro. La mejor idea del mundo sin duda.





Narra Draco:


Termino de atarme la corbata y salgo de mi habitación hacia el salón dónde tendrá lugar el baile. Los campeones y sus parejas se encargan de abrir la danza, aunque eso es algo que olvidé comentar a ________. Cuando llego me encuentro a Crabbe y Goyle, menudo par de inútiles, que están con sus respectivas parejas: Vacío y Nadie. Paso de ellos y acabo por llegar a la otra entrada. El tiempo pasa y el lugar comienza a atestarse de gente. Hay tanta que no creo que sea capaz de encontrar a ________ en ningún lado, un temor que desaparece en seguida. ________Está ahí, a pocos metros de mi y tan perdida como siempre, sin embargo esta vez emite un destello propio que sería capaz de hechizar a cualquiera. Está preciosa, aunque este es un pensamiento que jamás saldrá de mi boca.


 
 
 
Narra ________:


Cuando llego al salón y observo el bullicio que hay en el casi me da un mal. No estoy hecha para estas cosas. Bajo las escaleras únicamente para sentirme más perdida aún. Giro sobre mi misma más de una vez para encontrar algún rostro familiar, pero nada.

-Vaya, vaya... Qué tenemos aquí... Un feo patito intentando ser cisne... -dice la familiar y picona voz de Draco a mi espalda. Me giro de golpe para encontrarme a escasos centímetros de él.

-Draco... te diría que estas resplandeciente pero tu lechosa cabeza ya habla por mi...- Le obligo a pronunciar una sonrisa de autosuficiencia y me tiende la mano.

-Los campeones abren el baile -¿¡Qué?! -Espero que por lo menos recuerdes los pasos que te enseñé una vez...
 Draco me lleva hasta la fila donde se alinean los demás campeones, listos para salir. <Te odio> logro pronunciar antes de que la música comience y nos lancemos hacia la pista. Él me lanza un beso y me sonríe con superioridad.
¡Maldito lechoso!

domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 32

Narra Draco:

Justo cuando emprendo el camino hacia el interior del castillo noto un frío impacto sobre mi nuca. ________ sonríe a mis espaldas pero sólo hace falta echarle una mirada de advertencia para que comprenda el tremendo error que ha cometido. Rápidamente me agacho para formar una nueva bola de nieve mientras ________ escapa corriendo. Es rápida y esquiva la primera bola, y la segunda, y la tercera...

-¡Oh, venga ya! Estáte quieta de una vez - le pido cansado.

-Es tu culpa por ser tan malo -se defiende -venga, entremos antes de que se haga de noche.

De repente recuerdo por qué he ido a buscarla, tras una hora tirando nieve se me había olvidado. Nos adentramos en el castillo y guío a ________ hasta la sala común de Slytherin y seguidamente, hasta mi dormitorio. Cualquier otra chica hubiera estado nerviosa o hubiera dado rienda suelta a la imaginación pero sorprendentemente, ________ entra como Pedro por su casa y se sienta a un extremo de la cama con dosel.

-¿Qué era lo que querías enseñarme? -pregunta curiosa.

-Ah, eso. Bueno, al salir de clases te he visto ir hacia Hogsmeade, con prácticamente todo el alumnado femenino del colegio así que me he acercado a ver qué pasaba. Ni siquiera se me había ocurrido pensar que os gustara tanto escoger los vestidos para el baile. Ha sido una experiencia extraña, he contemplado cómo las chicas se pegaban por trozos de tela que daban asco. Pero bueno, ya que he ido hasta allí se me ha ocurrido...-¿Qué le digo?¿Que al ver el collar he pensado en ella y se lo he comprado? No, yo no soy así, eso es una ñoñería tremenda...aunque en el fondo sé que es verdad. Me acerco a la mesilla dónde lo he guardado pensando en algo que decirle, algo que no suene como un príncipe de cuento para crías. Pero no se me ocurre nada ¡Maldito cerebro!

-¿Draco..? Estoy esperando -dice canturreando la frase. - Dime qué es.

-Esto... bueno... en fin, toma. Le tiendo la cajita de terciopelo verde y me siento a su lado, mirando al suelo y muerto de la vergüenza. Por su bien espero que no se acostumbre a esto pues ha sido una ocasión especial. _______ abre la caja y no puedo evitar contemplar su cara de asombro.

- Esto es... ¿Es para mi? -pregunta incrédula y asiento. Ahora mismo su cara ya no muestra esa seguridad que me gusta tanto ver en ella, si no más bien delicadeza y fragilidad. Parece a punto de desmoronarse y cuando me paro a pensarlo a lo mejor no ha sido una buena idea. Tal vez el estúpido de Saphir le causó algún mal recuerdo en una situación similar. Cruzo los dedos por estar equivocado y espero temeroso la reacción de ________. Sus fieros ojos ámbar están a punto de desbordarse y eso me causa una sensación que jamás antes había sentido. Me siento culpable. Culpable por haber estropeado el momento. Culpable por pensar en mí primero. Culpable porque tal vez ________lo esté pasando mal por mi culpa.
Una vez más _______ me sorprende echándose a mis brazos.

-Es precioso, nadie ha hecho nunca algo como esto por mi... que yo recuerde, digo. -esboza un sarcástica sonrisa que evapora ese peso que tenía en el alma.

-Me alegro de que te guste y espero vértelo mañana en el baile. -le digo correspondiendo su abrazo. Esta chica me ha cambiado desde que llegó, sin duda. Jamás creí que podría ser presa de unos sentimientos que yo consideraba estúpidos e inútiles. ________ no lo sabe, pero es la única persona que dejo que me toque de esta forma. Aún cuando tengo una ristra de chicas detrás mío a todas horas, ella es la única que tiene permitido tocarme de esta forma. ¡Qué digo permitido! Jamás le he dado permiso, digamos que lo ha robado ella.
Bueno, ya está bien de ñoñerías sin sentido, es hora de picarla un poco.

-A propósito, espero que vengas con un vestido corto y ceñido, algo sexy. Y por supuesto que no falten un par de grandes y altísimos tacones -digo enfatizando "altísimos". ________ no tarde en deshacer nuestro abrazo.

-¿Cómo? Da gracias a Saphir por hacer que junto con mi memoria haya olvidado un buen montón de palabras malsonantes, porque te diría unas cuantas. Además, que yo recuerde, ya se que suena irónico viniendo de mi, nunca he dicho que iría contigo, es más, ni siquiera me lo has pedido como deberías.

Una vez más veo cómo en sus ojos amarillos brilla una llama ardiente. Me gusta que deje salir ese genio, creo que es muy valiente por su parte tomarse con humor su historia. Decido seguirle el juego y me arrodillo en el suelo cogiendo su mano y depositando un leve beso.

- ________ ¿Me concedería su grandísima excelencia el honor de asistir a la velada de mañana conmigo? -pregunto divertido. Cuando alzo la cabeza veo cómo ________ se ha quedado con la boca abierta y con una expresión atónita.

-No me lo creo, el grandioso príncipe de Slytherin acaba de arrodillarse. Draco Malfoy ni más ni menos...- se ríe.
A punto he estado de decirle que alguien como ella merece eso y más pero mi orgullo ha sido más rápido y para evitar que las palabras alcancen mis labios me acerco a _________ y los sello presionándolos contra los suyos. La he pillado por sorpresa pero no se separa. Lo que ha empezado siendo un pequeño beso imprevisto pronto se convierte en algo más pasional. ________ posa su mano en mi mejilla y rodea mi cuello con la otra atrayéndome más hacia ella pero está sentada en la cama y yo de rodillas en el suelo, algo no sale bien y tengo que separarme para no perder del todo el equilibrio. Me incorporo y dispongo a seguir donde lo había dejado pero _________ me da un leve empujón que basta para que caiga. Se levanta y comienza a andar hacia la puerta.

-Eso no ha sido muy adecuado caballero, tendré que plantearme mejor si debería acudir a ese baile con semejante mujeriego, sea cual sea el veredicto, no esperes tacones de aguja. -dicho esto, sale de la habitación dejándome tirado en el suelo como un completo idiota.
Es increíble lo atractivo que me resulta este tipo de comportamiento.


Narra _______:

Camino por los pasillos de los dormitorios de los chicos contemplando el precioso collar que me ha dado Draco. Tiene forma de serpiente alada de color azabache, que se va enroscando alrededor de pequeñas cuentas esmeraldas que actúan a modo de hojas, muy exótico. Me ha sorprendido gratamente el detalle que ha tenido y ahora tengo más ganas del baile que antes, la última vez no fue lo que se dice bien. Llego a mi habitación, dónde anteriormente había parado para dejar la bolsa del vestido, y me encuentro con una sonriente Ailén y un montón de trozos de tela negra por el suelo.

-Vale... me da miedo preguntar qué ha pasado, y aunque sé que me estoy arriesgando lo haré ¿Qué ha pasado?

-Bueno, tuve un pequeño encuentro con tus amigas de Gryffindor y me comentaron algo de tu vestido para el baile, bastante soso la verdad, me he tomado la libertad de arreglarlo un poco -dice sonriente.

-¡¿Que has hecho qué?! Ay madre cómo lo habrás dejado... -comienzo a buscar entre los trozos de tela que están dispersos por todos lados.

-¡Venga mujer, que vas a ir con el principito! -me guiña un ojo descaradamente y le lanzo la bola de tela que tengo en la mano.-¡Ey no la pagues conmigo! He respetado tu estilo, sólo le he añadido un par de cosas y... bueno, y he quitado lo que se dice cantidad.

Ailén se acerca a la cómoda y saca el traje negro. A simple vista parece igual, negro, de manga larga y hasta el suelo, sólo le ha añadido un bonito bordado en el cuello.

-Ten, pruébatelo.- dice tendiéndome el vestido. Me lo pongo y me coloco ante el espejo, el bordado ha quedado muy bien pero parece ser que el vestido no abriga tanto como recordaba, pues noto corrientes de aire frío por la espalda y...

-¡Ah no!¡Nononono!-digo al ver que ha rediseñado el vestido y ahora mi espalda queda al descubierto.

-Agárrate cariño que eso no es todo -me dice y me muestra uno de los laterales de la falda que ha quedado abierto hasta casi la cadera, permitiéndome sacar la pierna entera.

-¡¿Pero qué?!

-Venga no te quejes, te sienta como un guante.-trata de animarme.

-No, creo que no lo entiendes, yo no estoy hecha para estas cosas. Elegí este porque a parte de ser cómodo, es sencillo. No quiero llamar la atención, paso totalmente. Ya sé que ir con Draco no ayuda pero ahí está mi límite.

-_________, ¿ Eres consciente de que no voy a ceder verdad? -me mira alzando una ceja. Suspiro resignada.




Amanece un nuevo día, un día que tenía que ser genial, un día que empiezo con un cansancio visible gracias a mis ojeras, y gracias a Ailén. Ayer me tuvo hasta las tantas intentando convencerme de que le dejara arreglarme, y yo, presa del sueño, acabé cediendo.

-Buenos días, ¿Lista para prepararte? -me dice saliendo del baño semidesnuda.

-¡Ailén! ¡Tápate un poco mujer! -le acuso girando la mirada.

-Exacto, mujer. Y hasta donde yo sé tu también lo eres así que me da igual. Pero en fin, si te incomoda...

-Si, mejor -digo cuando se pone una camiseta.- De todas formas el baile es esta noche, es demasiado pronto para todo. -me dejo caer nuevamente sobre la cama.

-Que te lo has creído, tenemos un día completito guapa. Más te vale empezar a vestirte.




Son las cuatro y aún no he comido. Hemos salido a correr por la mañana porque según Ailén, me vendrá bien para las ojeras. ¡Por favor! ¡Que estamos en una escuela de magia! Nada, no hay manera de convencerla. Al terminar me ha llevado a la habitación y me ha puesto un potingue violeta por todo el cuerpo y me ha tenido a remojo a saber por cuanto ¿Y para qué? ¿Para una piel mas suave tal vez? No creo pues ahora estoy como una pasa. Lo bueno es que mientras ella estaba todavía en la bañera he logrado escaquearme y puesto que la ora de comer ha acabado, me encuentro de camino a casa de Hagrid a ver si me puede alimentar. Ahora mismo me conformo con lo que sea.

-¡________! hace tiempo que no te veía, pasa, pasa -me saluda cuando llamo. Me sirve un buen plato de cordero, tamaño Hagrid y se sienta a mi lado.

-Siento no haber venido últimamente, las chicas me tienen secuestrada, en cuanto termine de comer me pongo a lo que sea.

-Ja ja ja, las chicas y los bailes... Nunca lo entenderé.

-¿Tu vas a ir Hagrid? -pregunto.

-Bueno... la verdad es que... -veo cómo se pone colorado hasta las orejas, apenas visibles entre tanto pelo.

-No me lo digas, has encontrado pareja -digo canturreando- dime ¿Quién es la afortunada?- Hagrid se agacha y escucho un leve murmullo. - Dilo...- insisto.

-Madam Maxime...- logro interceptar.

-¡Es estupendo Hagrid! Me alegro mucho por ti. -le digo sincera.

-Pero tengo miedo, ella es tan elegante, esbelta, huele como un capullo floreciente. Yo no soy así _______... seguro que meto la pata. Los bailes no son mi fuerte.

-No te preocupes, me pasa lo mismo, pero al menos los chicos no tenéis que maquillaros ni llevar tacones. Y los trajes son todos parecidos así que da igual.

-¡JA JA JA! Jamás creí que oiría a ninguna chica decir semejante cosa. Eres única, de eso no hay duda.

Termino de comer entre risas y cuentos de la vida amorosa de Hagrid. Pues no se ha quedado un mal día.





AVISO II: Siento haber tardado tanto pero es que estaba sin inspiración estos últimos días. A todas aquellas que hayáis leído el "AVISO" olvidadlo. Ahora que se me han ocurrido nuevas cosas no voy a establecer el numero de caps hasta el final, acabará cuando tenga que hacerlo. Espero que os guste el rumbo por el que tengo pensado llevar la historia. A partir de ahora intentaré escribir más a menudo. Muchas gracias por leer! <3

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Capítulo 31

He pasado la noche en la enfermería y, tal y como dijo, Draco vino a darme las buenas noches. Por supuesto tuve que lidiar con las burlas de los gemelos pero fue un rato divertido. Tras coger mi cetro y pertenencias me dirijo corriendo a mi habitación para recoger mis libros e ir a clase. En el cuarto está Ailén, no puedo evitar recordar que según Draco ya tiene pareja para el baile así que pregunto por el misterioso pretendiente.

-Es de Durmstrang, no lo conocerás

-Prueba.

-Se llama Darius.

-¡¿Cómo?! ¿El mismo Darius que casi me ahoga por haberle empujado? -digo sin creermelo.

-Probablemente, es bastante rudo y no tiene cerebro, pero está loco por mí y paso de ir sola al baile. Y así puede que haga al estúpido de mi ex morder el polvo. -dice maliciosa. Eso ya tiene más sentido.

Sin darle más importancia corro a clase. Tenemos cuidado de criaturas mágicas a primera hora lo que supone tener que ir hasta la casa de Hagrid. En el camino veo a Hermione y a Rachel, seguidas a bastante distancia por Harry y Ron.

-¡Hola! -saludo.

-¡_______!-las dos corren hacia mi a una velocidad asombrosa. - Creo que tienes algo que contarnos...

-No entiendo -Hermione me fusila con la mirada.

- Sobre el baile ¿quizás? -dice Rachel. No es posible, los gemelos y su bocaza. Noto como me arde la cara.

-Mi pareja ¿no? -asienten - Fred y George... -vuelven a asentir- Pues eso...

-¡Draco Malfoy! ¡Tres escuelas juntas y tienes que elegir a Draco Malfoy! Esa rata asquerosa. -explotan indignadas.

-Bueno, digamos que se le acaba cogiendo cariño.

-¡Esa no es una excusa válida! -dicen comenzando a toquetearme.

-¡Bueno ya vale!- grito en un ataque de cosquillas - ¿¡Y qué hay de vosotras!?

Subitamente Hermione se pone recta y roja.

-¡Lo sabía! No soy la única culpable al final... -digo haciendo que enrojezca más todavía, a Rachel se le escapa una carcajada.

-Tu a callar que luego es tu turno. Ahora dime ¿Quién es el afortunado Hermione? - Hermione agacha la cabeza y susurra - No te he oído.

-R-Ron...

-¡Ahá! ¡Pillada!- me empiezo a reír muy fuerte -No, en serio, me alegro.

-Gracias - dice ella más calmada -Y aunque me cueste, yo también me alegro por ti. -Hermione y yo nos miramos fijamente.

-Ahora sólo queda... -decimos al unísono mirando a Rachel.

Va a ser un día interesante...





Terminan las clases, en las que, por cierto, he estado más perdida que un pescado en el monte, y me dirijo hacia las habitaciones para echar una siesta corta. Estoy a punto de llegar a la sala común pero dos figuras me agarran por los brazos y me arrastran hacia atrás.

-¡Hermione!¡Rachel! -les digo sorprendida.

-Rápido, no hay tiempo que perder. Hemos de ir a Hogsmeade a por los vestidos si no queremos que se lleven los mejores. - me aclara Rachel.

-Pero estoy cansada... Yo iré en pijama, podéis arreglaros sin mi.

-No digas bobadas, tienes que estar a la altura del príncipe de Slytherin ¿no? -dice Hermione.

-¿O sea que le apruebas? -le pico.

-Lo intento -responde. Nos reímos y no me dejan más remedio que seguirlas a por los trajes. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza el ponerme un vestido de gala, no le he dado muchas vueltas.

Caminamos por el pueblo mirando escaparates y entrando a probarnos la ropa, pero no encontramos nada por el momento. Las tiendas están llenas de chicas que, al igual que nosotras, se pelean por llevar el vestido más bonito, lo que me resulta muy cómico. Ahora nos encontramos en una zapatería, Rachel ya ha encontrado un bonito vestido azul al que tiene que combinar con unos zapatos que estén a la altura. Hermione le ayuda a elegir y cada par que trae es más alto que el anterior, no se cómo va a poder caminar con eso, yo tuve una mala experiencia. Me siento en un taburete junto a la ventana mientras espero. La gente pasa por las calles cargada de bolsas y crea un ambiente bastante acogedor. Estoy mirando a unas alumnas de Beauxbatons cuando distingo a Draco al final de la calle. No sabía que los chicos también se arreglasen y me entra la risa así que miro el local en el que entra para poder meterme con él más tarde. Para mi sorpresa no es ninguna tienda de túnicas de gala o zapatos, es más, no se que clase de tienda es, no tiene cartel y el escaparate está vacío, muy sospechoso. Al rato Draco sale pero no me da tiempo a mirar en qué dirección se aleja pues Hermione y Rachel ya han vuelto a la carga.
Una vez Rachel ya está preparada nuestra búsqueda se reduce a Hermione y a mi. Pasada una larga hora Hermione encuentra por fin el vestido, un traje de color rosado de gasa. El zapato no es problema ya que según dice, tiene unas sandalias que le irían perfectas. Así que sólo quedo yo, que no muestro interés alguno y eso dificulta la búsqueda de las chicas. Entramos en la última tienda del pueblo, que hemos revisado ya tres veces, pero no encontramos nada. Me duelen los pies y la espalda y no soporto un segundo más de pie así que me siento en el suelo mientras mis dos obsesivas amigas se pierden entre los percheros.

-¿Qué haces aquí jovencita?-pregunta alguien a mi espalda. Es una mujer de mediana edad bastante rechonchita, su pelo corto y rizado parece un estropajo y le falta un diente.

-Disculpe, estábamos buscando un vestido de gala, pero no nos convence ninguno.

-Ya veo... venid conmigo, quizá os pueda ayudar. - llamo a Hermione y Rachel y seguimos a la señora hasta la trastienda. Nos quedamos quietas en la puerta mientras comienza a sacar cajas de unas estanterías de madera muy viejas.

-Son vestidos de otros tiempos y temporadas, puede que no sean lo que esperáis pero os sorprenderán, estoy segura. Con un golpe de varita, la señora hace salir a los vestidos de las cajas. Me fijo en todos viendo algunos realmente bonitos pero mi mirada se centra en ese. Es una prenda simple, un vestido negro hasta el suelo y de manga larga. La tela es fina y suave, y el diseño no tiene mucha complejidad. Perfecto.

-Perdone, ¿Le importa que me pruebe ese? -pregunto. La señora sonríe satisfecha y abandona la trastienda. Cuando me pongo el vestido noto como se ajusta a mi figura sin ser para nada incómodo, y lo mejor es que me puedo mover con completa facilidad.

-Me llevo este, por fin ha terminado la larga búsqueda.

-¿Estás segura? ¿No es demasiado básico? -pregunta Rachel, me encojo de hombros y vuelvo a ponerme el uniforme.

-A mi me vale.

Tras envolver el traje y meterlo en una bolsa, la señora de la tienda nos despide y salimos a la calle. No paran de hablar del baile hasta que, en la entrada del castillo, dos chicos gordos nos detienen.

-Crabbe, Goyle, habéis venido a por vuestra ración semanal de insultos y desprecio -dice Rachel con una mirada asesina. Ambos se remangan y están dispuestos a pelear pero alguien interrumpe.

-¡Ey! ¿Se puede saber qué hacéis? -dice Draco saliendo por la puerta principal. Crabbe y Goyle se dan la vuelta atemorizados. -¡Apartaos de mi vista!

-Y llegó el rey de Roma -dice Hermione, que me dedica una pícara sonrisa y se marcha con Rachel a cuestas.

-No te he visto en todo el día, ¿Dónde has estado? -le pregunto mientras comienzo a andar.

-Lo sabía, no puedes vivir sin mi -se acerca para besarme rápidamente pero lo evito a tiempo.

-¡No se puede ni hablar contigo sin que tu ego salga a relucir! -le reprocho dándole un golpe en el hombro.

-¡Auch! Y no se puede hablar contigo sin que me golpees -contraataca.

-Te golpeo porque te lo mereces -sonrío arrogantemente.

-Venga, vayamos a la sala común antes de que me arrepienta.

-¿Arrepentirte de qué? -pregunto curiosa.

-Ya verás...

Draco comienza a andar hacia el interior del castillo pero antes de que lo haga me agacho y hago una bola con una parte del manto de nieve que cubre los campos. Poco después esa bola impacta directamente en la nuca de un Draco al que probablemente no debería haber molestado. ¡Socorro!




   "Creo que es mejor que empiece a correr antes de que esos ojos grises lleguen a asesinarme"