A pesar de que ahora tengo toda la ayuda del mundo, empezando por Hermione, no consigo descifrar la adivinanza. Me he pasado la mayor parte del tiempo en la biblioteca. No es muy difícil averiguar con quién, pero no hemos logrado nada de nada.
"Búscame cuando el agua se torne en fuego, allí donde el sol toca la tierra..." había dicho la voz. Hermione cree que se trata de un lugar cerca del lago, pero por lo demás anda tan perdida como yo. He decidido no exprimirme más la cabeza por hoy así que iré a ver a Draco, el pobre ha intentado ayudar como puede, pero está claro que no puede llevar el ritmo de Hermione.
Hemos quedado a la salida de clase para bajar a Hogsmeade y allí es a dónde me dirijo. Aún queda media hora cuando llego por lo que me dedico a dar un paseo por los alrededores.
-Hola de nuevo, ________- Oigo que me dice alguien. Inmediatamente me giro para ver como un chico uniformado de Hogwarts camina hacia mi.
-Saphir...¿Por qué sigues aquí?¿Y qué haces con nuestro uniforme? - digo alterada. Agarro mi cetro con demasiada fuerza y me preparo para atacar.
-¿Nuestro? Por favor...sabes perfectamente que esta no es mi escuela, ni la tuya... Como comprenderás he vuelto para acabar lo que una vez empecé y para ello debía infiltrarme. La seguridad es buena, pero como hice hace ya tres noches, lo he logrado nuevamente.
-Pues acaba lo que tengas que hacer y lárgate para siempre. -digo apuntándole con el cetro.
-Eso es justo lo que iba a hacer... ______, vas a morir.- dice sonriente.
En milésimas de segundo me encuentro con su mano en torno a mi cuello y aplastada contra el muro oeste del castillo. Casi sin pensarlo le propino un rodillazo en las costillas lo que le hace aflojar el agarre lo suficiente para liberarme. Toso molesta y me lanzo hacia él. Rodamos por los jardines pero logro ponerme encima suyo y presionar mi cetro contra su cuello. Saphir sonríe con descaro.
- Evira Autem -susurra. Saphir se deshace de mi con una facilidad aterradora, su fuerza ha aumentado increíblemente- Por si lo habías olvi...¡Oh! Es verdad, claro que lo has olvidado. Yo también puedo usar la lengua de los dragones. Estas en gran desventaja así que haz esto más fácil y déjate matar rápidamente, sin dolor. Tu destino no va a cambiar de todas formas.
Casi sin dejarle acabar le apunto con el cetro.
-¡Desmaius! -el hechizo le acierta pero Saphir comienza a andar hacia mi con tranquilidad.
-________,________....¡Cuando aprenderás! Soy demasiado fuerte para un ser tan débil como tu. Y ahora muere. - vuelve a alzarme por el cuello, esta vez a gran distancia del suelo. Me voy quedando sin aire lentamente, mi mano deja caer el cetro al suelo. Este va a ser realmente mi fin...
-¡Sueltala! -se oye una tercera voz. En lo alto de las escaleras que dan a la entrada del castillo puedo distinguir una silueta de alguien con cabello platino. Poco después una luz roja impacta en Saphir, que ni se inmuta y le sonríe a Draco con superioridad. Me hubiera gustado volver a besarle antes de morir...
Justo cuando estaba a punto de expulsar mi último aliento Saphir es empujado hacia un lateral por una sombra...una sombra negra e inmensa que desaparece en el acto. Me apresuro a coger mi cetro ponerme en guardia. Draco se acerca y me imita, pero Saphir ya no nos presta atención. Mira hacia el cielo horrorizado.
-¡Tu! ¡No es posible! ¡Sal de tu escondite!- comienza a gritar.
"Debes marcharte..." vuelvo a oír la voz en mi cabeza.
-¿Has sido tu? Déjate ver, tengo que saber mi historia, por favor cuéntamelo. -le pido. Draco me mira extrañado. El no puede oír la voz.
"¡Marchaos! ¡Ya!" es tal la potencia de su voz que mi cuerpo se derrumba y mis oídos empiezan a derramar un hilo escarlata. Draco me ayuda a incorporarme, le agarro del brazo y corro hacia el castillo. Cuando llegamos al patio exterior vuelvo a mirar a Saphir, y justo antes de perder la consciencia logro ver la sombra que baja veloz desde el cielo y arremete contra Saphir arrastrándole hasta el bosque.
-Se está despertando -oigo decir a la familiar voz de Ron. Abro los ojos lentamente para encontrarme en la enfermería, junto a Hermione, Ron y Harry. Si me dieran un galeón cada vez que me despierto en esta sala sería inmensamente rica.
-¿Que día es? -pregunto. No he recordado nada esta vez, así que supongo que me desmayé por la pelea y puedo haber dormido indeterminadamente.
-Un día después que ayer.
-Pero uno antes de mañana.
Me fijo mejor y veo a Fred y George en camillas paralelas a la mía.
-Locos del quidditch, se estaban pasando una bludger a modo de juego y así han acabado -resopla Hermione indignada. Fred y George sueltan una carcajada y vuelven a lo suyo. -Estamos a jueves, has dormido un día entero.
-¡Un día! - no hago más que perder tiempo. Alguien entra entonces a la enfermería. Al ver a tanta gente Draco se queda quieto junto a la entrada y me mira. Hermione, que no deja escapar ni una, se lleva a Harry y a Ron y echa la cortina de mi cubículo. Draco se acerca con las manos en los bolsillos.
-¿Como te encuentras? -pregunta sentándose en la silla de al lado.
-Normal, no me duele nada si es lo que quieres saber.
-¿Has...has recordado algo nuevo?
-Tampoco, creo que sólo fue el agotamiento. Entre los días en la biblioteca y lo de antes de ayer con Saphir... Siento no haber ido contigo a Hogsmeade, te lo compensaré, lo prometo.
-No me tienes que compensar nada, de todas formas soy demasiado irresistible para que me niegues nada -se burla. Le miro irónicamente ofendida e intento levantar una ceja, cosa que desgraciadamente no he conseguido todavía. Draco se da cuenta y se ríe, probablemente por la mueca que estaba haciendo al intentarlo.
-¿Me he perdido algo este último día? -trato de desviar el tema.
-Ahora que lo dices, si. Es tradición que en mitad del Torneo se celebre un baile de Navidad. Una clase de danza. Hay que aprenderse los pasos y eso pero tengo entendido que luego será una especie de fiesta. Como ya he dicho, soy tan irresistible que vendrás conmigo así que ponte guapa y no desconjuntes conmigo. -me guiña un ojo y yo le doy un golpe en el hombro. -¡Ay!
-¡Eres un maldito creído! -le acuso aguantando la risa.
-Bueno, ¿Entonces vendrás? -pregunta esta vez más serio.
-Me lo pensaré. Quizá vaya con Ailén... Ahora que ha roto con su novio necesitará consuelo. -le intento picar.
-Ya tiene pareja. Al contrario que tu, ella no pierde el tiempo. Me temo que te ha salido el tiro por la culata. Pues eso, es el sábado a la noche. Ahora me voy a clase, luego vendré a verte para que puedas decirme cuanto deseas ser mi pareja. -dice. Y sin esperarlo me da un corto beso en los labios antes de marcharse.
Me quedo sorprendida en la cama.
-¿El rubiales? ¿En serio? -dice Fred descorriendo la cortina. Le miro a él y a su hermano que se han apelotonado en la cama del primero para escucharlo todo.
-¡Sereis cotillas!
-No cambies de tema, lo hemos oído todo así que no intentes negarlo.
-Pues si, iré con él. Si queríais venir conmigo, que no sería raro, habérmelo pedido antes. -les digo con una superioridad fingida
-¡Oh no! ¡Se comporta como él!
-¡________ resiste, no caigas al lado oscuro! - comienzan a bromear. Se están riendo de mi en la cara así que cojo mi almohada y se la lanzo. El impacto les acierta en plena cara y les hace caer de la camilla.
Ahora soy yo la que no para de reír.