viernes, 8 de noviembre de 2013

Capítulo 25

Estoy tan agotada que sólo quiero tirarme en la cama y dormir hasta el fin del mundo. Hoy todo el mundo se ha empeñado en no dejarme tranquila. Incluso cuando terminé la clase con Draco Poppy dijo que tenía que probarme el conjunto entero de esta noche y ensayar con él. ¡Y un cuerno! Así que me he escapado y he corrido por los pasillos hasta perderla de vista. Necesito tener un momento para mí y aquí es prácticamente imposible.
Camino por un largo pasillo mientras miro los enormes retratos de hombres y mujeres que cuelgan de la pared. Todos ellos con el apellido Malfoy. Son muy parecidos en el sentido de que todos tienen esa característica mirada fría y superior. Paseo hacia delante observando los retratos, que cada vez son más viejos. Uno de los últimos llama mi atención. Es viejo y la pintura escasea en algunas zonas pero sigue siendo visible. Es un hombre muy diferente a los demás, no debía tener más de dieciocho años cuando le retrataron. Al contrario que el resto, este joven sonríe abiertamente, como si fuese el hombre más feliz del mundo, y sin embargo, la sonrisa no le llega a los ojos. Sus ojos son incluso más fríos e imponentes que los de los demás. Qué extraño...

-¡Ah!-grito cuando una pálida y grande mano se posa en mi hombro sigilosamente.

-Tranquila jovencita...-dice el padre de Draco.- veo que te has quedado observando el retrato de mi tataratataratatarabuelo, Saphir Malfoy.

-Bueno... parece diferente de los demás.

-Así que te has dado cuenta... Escucha, Saphir fue líder de una organización de infiltraje cuando era aún muy joven. Era astuto y eficaz, y el más célebre jefe que pudieron haber tenido nunca... Todo le iba bien hasta que aceptó un encargo secreto. Nunca se supo cual fue ese encargo pero requirió la mismísima participación de Saphir. Durante meses se infiltró en la base enemiga y cuando parecía que daría por terminada la misión... Desapareció. Nunca más se supo de él. Por supuesto la sangre de los Malfoy nos ha sido transmitida gracias a su hermano pequeño, al que intentaron mantener alejado de esas peligrosas misiones por el bien de nuestra supervivencia. -concluye el señor Malfoy.

-Vaya... -me he quedado sin habla. Es una historia bastante inquietante. El señor Malfoy emite una carcajada escalofriante.

-Si...Creo que nunca sabremos qué le ocurrió a Saphir, así que no hay motivos para preocuparse por ello. No te preocupes, dudo mucho que su espíritu ronde aún por estos muros. -me aclara y se va dejándome nuevamente sola.


Ya son las ocho. Dentro de una hora empieza el baile y yo debería empezar a prepararme ya pero estoy tirada en mi cama meditando. Desde que he llegado a mi cuarto no he dejado de sentir que me estoy olvidando de algo. ¿Qué será?. La duda va a acabar matándome como no o averigüe pronto.
En fin, mejor me voy vistiendo...pero estoy taaan bien en la cama...no creo que importen cinco minutos más...

Abro los ojos despacio, al final me he quedado dormida y son...¡Las nueve menos veinte! Oh no....¡No voy a llegar a tiempo! Corro al armario y saco el vestido y los zapatos, entro en el baño y comienzo a peinarme. No tengo mucho tiempo así que me recojo el pelo en una coleta e intento que quede algo mona. Cuando termino salgo del baño dando zancadas y me tropiezo con los zapatos que había dejado en el suelo. Me doy de morros contra la madera haciendo tanto ruido que no oigo como la puerta se abre. Me quito la camiseta y los pantalones y me quedo en ropa interior.

-Esto..._______ -oigo decir a alguien. Me doy la vuelta hacia la puerta y me encuentro a Draco con una túnica de gala negra en mis narices. Está muy rojo y recorre con la mirada toda la habitación, intentando no dar conmigo...¡Mierda la ropa interior! Le miro y sin decir nada recojo el vestido y corro hacia el baño, dónde me encierro con el pestillo.

-¿¡Pero es que no sabes llamar!? -le grito desde dentro.

-¿Y que te crees que he estado haciendo en el último minuto? Como no contestabas he pensado que te habías quedado dormida. -me dice molesto.

Me pongo el vestido y salgo del baño.

-¿Ibas a despertarme? ¿Y si me hubiese quedado dormida en ropa interior, o peor, desnuda? -le contesto.

-Oye mira... ¿Podemos hacer como si no hubiera pasado? -responde tapándose la cara con una mano, pero es inútil. Puedo ver lo colorado que está.

-No me lo puedo creer... El bueno de Draco, al que llaman Don Juan y rompecorazones, jamás ha visto el cuerpo de una mujer. -le digo para picarlo.

-Y tu qué sabrás..-contesta apartándo la mirada.

-Entonces, suponiendo que los hayas visto, sólo me queda pensar que resulto extremadamente sexy para la mente simplona de un hombre.- no me creo que le haya soltado semejante tontería. Apenas consigo aguantarme la risa y espero que él se burle enseguida y sin embargo, Draco vuelve a taparse la cara y camina hasta la puerta. Eso ha sido muy raro...

-Venga, date prisa o vamos a llegar tarde. Tenemos que abrir el baile ¿Recuerdas?

-Voy -le respondo, me pongo los zapatos y salimos del cuarto. Vaya, no pensé que andar en tacones fuese tan difícil. Espero poder bailar decentemente.
Me estoy poniendo más nerviosa a cada paso que doy. Tropiezo cada dos por tres y sólo hay que bajar las escaleras para llegar al salón de baile. ¡Tengo que acostumbrarme a los tacones ya! Pues nada, sólo con poner un pie en el primer escalón mi tobillo se tuerce y caigo hacia delante. Unos largos brazos me sostienes antes de tocar el suelo.

-¡Ten cuidado! Dios...Roxanna debería preguntar primero. -dice. Me ayuda a recuperar el equilibro y me tiende un brazo para que me agarre. Consigo bajar las escaleras y llegamos frente a las puertas dobles del salón.

-Aún quedan cinco minutos -comenta -será mejor que practiquemos un poco.

-De acuerdo. -nos agarramos y antes de comenzar a bailar le miro a los ojos. Una vez más esa incómoda sensación de estar olvidando algo me invade. La aparto a un lado y me concentro en seguir a Draco mientras bailamos. Parece que podré bailar después de todo. A pesar de ello noto cómo Draco presiona mi cintura y me alza levemente, haciendo que me resulte más cómodo. Muy considerado por su parte.

-¡Demos la bienvenida a nuestra invitada de honor! -se oye decir al señor Malfoy desde el salón.

-Nos toca -me susurra Draco.

Las puertas se abren. Al otro lado hay por lo menos cien magos y brujas aplaudiendo nuestra entrada. Nos adentramos cómo habíamos ensayado y nos paramos en mitad de la pista. Las luces se apagan y aparecen un sinfín de lucecitas blancas flotando. La música comienza y sin ni siquiera pensarlo mis pies comienzan a moverse. Siguen los pasos, pero con cierta torpeza. Pronto me doy cuenta de la presión que ejercen sobre mi esos cientos de pares de ojos. Pierdo el ritmo y fallo en un paso. Draco me cubre antes de que pueda notarse y se pega más a mi.

-¡¿Pero qué te pasa?!-me susurra.

-No se...No me gusta ser el centro de atención, me resulta visiblemente incómodo -le respondo. Draco suspira.

-Está bien, tu mirarme sólo a mí. No hay nadie más que tu y yo en esta habitación ¿de acuerdo? - dice con un leve rubor el las mejillas.

-Lo intentaré.

Seguimos bailando e intento hacer caso del consejo de Draco. Parece que funciona y sin darme cuenta he empezado a sonreír. Draco se ríe de mí y ya más relajados nos dejamos llevar por la música.




Tras finalizar el baile con Draco, el señor Malfoy se dedica a presentarme a ejecutivos importantes y gente famosa en el mundo de la magia. Me dejo arrastrar sin mostrar mucho interés. Más tarde, cuando el padre de Draco me deja, voy a la las mesas de la comida a cenar algo. La gente me mira algo extrañada, al parecer soy la única que come más de un bocado. Pues me da igual, me muero de hambre, si les parece raro, que no miren. Empieza a cargarse el aire de la sala y decido salir un rato al gran balcón. No hay nadie y los de dentro no notan mi ausencia. ¡Menuda invitada de honor! Bueno, quizá sea mejor así. Sin embargo estoy algo molesta. Aún sabiendo que no estoy hecha para este tipo de eventos Draco me ha dejado sola. Normalmente me las apañaría pero me lo he pasado bien bailando y al parecer para él lo importante era que su reputación no cayera cuando le viesen bailando con una inexperta como yo. Sin darme cuenta viene a mi cabeza la imagen de sus ojos grises y con ella, nuevamente la extraña sensación. ¡Maldita sea! ¿Qué estoy olvidando? Por toda respuesta mi mente juega con mis recuerdos y una vez más me pierdo en el mar de mis pensamientos.


"Me despierto tirada en un prado verde. A lo lejos se ve la escuela de los Jinetes del Fuego, con sus largas murallas y altas torres. De repente la tierra retumba y me giro a tiempo para ver cómo un chico de piel curtida se baja de su dragón. Se que es un chico y que es de confianza pero mi mente no logra captar su figura con claridad. No logro recordar el rostro, únicamente los ojos. Unos rasgados ojos grises. No es la primera vez que lo recuerdo, él es quién me entregó aquel huevo del que salió la pequeña criatura oscura que se convertiría en un dragón con el tiempo. Y también es el que me impidió escapar con la cría de dragón a través de aquellos oscuros y fríos túneles de la batalla que había estallado en la escuela. A pesar de todo en este recuerdo mi cabeza me dice que es alguien cercano y bueno.
¿Qué extraño?

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