Abro la boca para preguntarle sobre su comentario, avergonzada, pero para mi desgracia él es más rápido que yo.
-Estás toda roja muchacha. ¡A saber qué clase de pensamientos rondan por tu mente! -dice con burla y noto como la sangre sube hasta mis mejillas.
-¡¿Qué!? No digas bobadas. Yo jamá... - demasiado lenta de nuevo. Me interrumpe uniendo nuestros labios una vez más en un corto pero gran beso. -Te agradecería que dejaras de hacer eso.
-¿El qué? - me besa de nuevo -¿Esto?
-Si, justo eso -le separo de mi bruscamente pero soy incapaz de reprimir la sonrisa que se escapa.
-¡Venga, si en el fondo te encanta!
-En tus sueños principito.
Me sonríe con superioridad, como es tan característico en él, pero poco a poco esa sonrisa se transforma en la de alguien completamente diferente. No sabría expresarlo con palabras. Transmite una sensación acogedora. Me hace sentir protegida y a la vez extraña. Nunca me había sentido de esta forma.
Aparto la mirada incómoda.
-Deberíamos ir a la enfermería. La señora Pomfrey necesitará ayuda. -digo cambiando de tema.
-Ve tu. Yo tengo un par de cosas que hacer. Te veo luego. -dice alejándose por el pasillo.
Y cuando se va me llevo las yemas a los labios y dejo escapar la sonrisa más pura que he pronunciado nunca.
Llego a la enfermería al cabo de unos minutos. Hay mucha gente allí, demasiada. Algunos alumnos reposan en las camas, cansados y magullados. Otros están tumbados y hay que fijarse muy bien en sus pechos para notar su respiración. El olor a medicina es agobiante y la señora Pomfrey no para de dar vueltas de un lado para otro atendiendo a los pacientes. Bajo sus ojos se entreveen dos arcos morados casi enfermizos, la pobre ha trabajado día y noche sin parar.
-Buenos días señora Pomfrey. ¿Necesita que la ayude en algo?
-_________ cariño, llegas en el mejor momento...
Tras agradecerme la ayuda me da una lista de tareas que voy cumpliendo poco a poco. Entre tarea y tarea me paso por la camilla de Ailén. Aún no se ha despertado, tuvieron que sedarla para curar la gran herida que atravesaba su pecho, muy cerca del corazón. Odio verla así, ni siquiera estuve atenta cuando la
hirieron.
Pasado el mediodía la enfermería ya está algo más tranquila. La mayoría de los alumnos ya están en condiciones estables, aunque no sea el caso de mi amiga. Tendría que ir a comer pero decido quedarme a su lado un rato más. Me empiezo a perder en mis pensamientos, ¿qué debería hacer con la piedra?. La saco del bolsillo de mi capa. Es de una transparencia muy pura, por algo es el Diamante de la pureza. El reflejo de la luz impacta en su cristalina superficie emitiendo ligeros destellos. Poco a poco el sueño que me ha faltado esta noche se va a apoderando de mi. Los destellos alejan mi mente de la realidad con más fuerza cada vez. "Sólo un ratito" logro pensar antes de caer dormida sobre la cama de Ailén.
<Veo un bosque. Un bosque profundo, lleno de árboles tan grandes y espesos que dificultan la entrada de la luz. Aún así mi visión es clara. Estoy es en Bosque Oscuro.
Unos gemidos desconsolados me alertan y al darme la vuelta para conocer su procedencia me encuentro con un malherido Saphir. Está apoyado en un roble en la distancia pero incluso desde aquí puedo ver que la mano con la que me arrebató la Esfera aún en llamas, arde con fuerza. La magia que desaté es más fuerte de lo que pensaba. Me acerco a él sigilosamente, ansiosa por atacar. Por desgracia parece notar mi presencia así que escondo tras unos matorrales. Desconfiado por la sensación de estar siendo observado, Saphir se levanta con gesto de dolor y camina hacia un saliente en un precipicio. El castillo se divisa en la lejanía, Saphir se ha alejado bastante a pesar de su estado. Me acerco por la espalda con la intención de empujas al bastardo causante de todo esto por el precipicio pero comienza a hablar y me detengo.
-Pronto __________.... Pronto me darás lo que quiero... -le oigo decir antes de que se de la vuelta y me mire directamente a los ojos. Me quedo quieta, no me puedo mover y el mundo empieza a dar vueltas.>
-AAAAHHHHH!! -grito alzando la cabeza de las sábanas. Las blanquecinas paredes de la enfermería me deslumbran. ¿Cómo? ¿Un sueño? Pero parecía tan real...
Miro a Ailén que no se ha despertado por mi grito, mejor así. Miro la hora y descubro que he dormido por dos horas. ¿Tanto? Mi sueño no era especialmente largo que digamos. En fin, ya lo pensaré más tarde, ahora voy a ir al Gran Comedor a comerme un búfalo entero. ¡Qué hambre!
Son casi las cuatro cuando empiezo a comer. Tengo que volver a la rutina cuanto antes, me estoy dejando bastante últimamente.
-¡Hey _______! -oigo que me llaman. Pronto Harry y Ron se sientan en mi mesa. Últimamente ya no hay miramientos entre las casas. Lo bueno de la llegada de Saphir es que ahora todos se han unido por un mal mayor.
-Hola chicos. ¿Qué hacéis aquí tan tarde? -pregunto curiosa. Ambos se miran con disgusto recordando el motivo de su retraso.
-Es Hermione, ya está mejor y nos ha obligado a estudiar con ella todo el temario que nos hemos perdido estos días.
-¡Es incorregible!¡Una tortura! -suelta Ron tirándose de los pelos.
-¿Entonces ya está bien? -digo entre risas.
-Si, podrá salir de la cama en un día o dos.-aclara Harry.
-Estupendo, tengo ganas de verla.
-Por cierto, hemos oído que te han dado la piedra esa mágica que se le cayó al Saphir ese. ¿Has descubierto cómo usarla?
-No, aún no. Pero antes me ha pasado algo muy raro. Ha empezado a emitir destellos muy extraños y me he dormido con la piedra en la mano. Y luego he soñado algo muy raro. He visto a Saphir en el bosque, herido, murmurando palabras de venganza. -me entra un escalofrío y no puedo evitar moverme.- No quiero ni recordarlo.
-Quizá haya una conexión -suelta Ron como si fuese la cosa más evidente del mundo. Harry y yo le miramos extrañados.- ¿Qué? El tiene el resto de las piedras ¿no? Puede haber una conexión entre ambos portadores.
-Eso es... ¡Muy bien Ron! -digo asombrada por su descubrimiento. Estupendo, ahora ya sé cómo utilizar la piedra en mi favor. Sólo rezo por que Saphir no lo sepa también, puede estar observándome ahora... Lo mejor será que avise al director y deje la piedra a su recaudo.
Tras despedirme de los chicos voy con Dumbledore, por segunda vez esta tarde. Le explico la ocurrencia de Ron y le devuelvo la piedra bajo la seguridad de que Snape irá a comprobar si nuestra teoría es cierta.
Tan pronto salgo de su despacho me encuentro sin nada más que hacer. Podría volver a la enfermería... No, será mejor dejar que los pacientes descansen más. Paseo por el castillo en busca de algo que hacer. Las reparaciones están casi terminadas y no se requiere más ayuda, los alumnos van recuperándose y la enfermería se vacía poco a poco. Salgo al patio para ver cómo algunos de los estudiantes de Durmstrang entran al castillo. Son todos mayores así que imagino que son los seleccionados para luchar a mi lado. Pasan junto a mí en una fila perfectamente ordenada y entre todos ellos mi mirada se cruza con la de un nórdico conocido.
Hararld.
Apenas me he acordado de él desde... Bueno, desde que intentó besarme. Ahora que reconozco mis sentimientos es aún más vergonzoso así que aparto la mirada rápidamente. Sin embargo siento que sus ojos me atraviesan durante todo el tiempo que tardan en entrar. Esta vez no es una mirada compasiva ni enamorada, no es una mirada como las de antes. Esta vez, lo único que soy capaz de percibir es un frío aterrador.
-Eso no ha sido nada agradable -oigo una voz a mis espaldas.
-Completamente de acuerdo -se oye una segunda.
Dos cabezas pelirrojas e idénticas aparecen de la nada detrás de mi.
-Fred, George. -saludo.
-¿Qué hay? Parece que no has entablado muy buenas amistades con cierto nórdico -dice Fred señalando la puerta por la que Harald se acaba de marchar.
-¿Cómo sab..
-Uno de ellos parecía matarte con la mirada, a alguno no se nos escapan esos detalles -me aclara George.
-Por si te interesa George y yo hemos trabajado en una bomba fétida nueva que quizá le hacía desfruncir su ceño un poco -comenta Fred con ganas.
-Ja, ja, ja, ja quizá más adelante -contesto divertida.
-Tonterías, estás demasiado estresada últimamente. Que si el ex novio... que si el novio... que si el nórdico odioso... ¡Chica no das ni una!
-Por suerte para ti nosotros sabemos cómo levantarte el ánimo...
Sin darme tiempo a responder me agarran y me arrastran corriendo por los pasillos. Acabamos frente al retrato de la señora gorda, la entrada secreta a la sala común de Gryffindor.
-Ya sabéis que yo no puedo entrar. Os espero aquí.
-¡Oh, venga! ¡Atrévete!
-Déjala Fred, es una rajada...-¿Disculpa? ¿Me ha llamado rajada? Una chispa se enciende en mi interior. Me acerco al retrato y digo la contraseña secreta, rezando por que no la hayan cambiado desde que me marché de Gryffindor. Por suerte para mi es la misma, y aunque la señora gorda me mira extrañada, abre su puerta para mi. En cuanto estoy dentro me giro hacia los gemelos.
-¿Aún soy una rajada? -digo levantando una ceja. Me satisface enormemente haber aprendido a hacerlo.
-Eso aún está por ver.... -dicen al unisono.
Creo que nuestra próxima actividad será muuuy interesante...
DIOOOOOOOOOOOOS, miedo dan los gemelos, ¿a quién demonios se le ocurre hacerles caso? Solo a ella, jaja. En fin, mientras leo los demás capítulos te dejo este comentario, ya ahora iré comentando los demás. ¡GRACIAS POR SUBIR!
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