lunes, 24 de marzo de 2014

Epílogo

La luz baña mis párpados y hace que despierte. Junto a mi yace Draco, durmiendo profundamente como si fuera un crío. Extiendo una mano para retirarle un mechón de pelo de la cara, algo a lo que me he acostumbrado en los últimos quince años. Cuando lo coloque tras su oreja repaso con mis dedos los múltiples cortes y cicatrices que tiene en la cara y el cuerpo. A penas se aprecian pero yo sé que están ahí, son la prueba del esfuerzo de mi marido en todo este tiempo y es que, no ha sido fácil convertirse en maestro jinete.
Me incorporo con suavidad y comienzo a vestirme. Abro el cajón de la mesita y saco un anillo de plata y esmeralda. Aún recuerdo el día en que Draco me lo entregó y me pidió que me casara con él. Eramos un par de adolescentes pero ahora sé que nuestro amor era más fuerte que el tiempo. Y eso no ha sido todo, en los últimos años logramos reconstruir Igneis Bellatore y ahora es una escuela como antaño. Los días de los jinetes han regresado. Tanto Draco como yo damos las clases y aunque ya hace mucho de eso, no puedo evitar sentir un vacío en el pecho cuando veo a los alumnos entrenar vuelo con sus dragones, libres en el aire. No pasa un día sin que me acuerde de Evenaar, ni uno solo, pero por lo menos en estos últimos dos meses hay alguien más que me mantiene ocupada...

-¡BUAAAAAAAAA! -estalla un llanto. Hablando de la reina de Roma...

Me acerco a la cuna que hay a los pies de nuestra cama y recojo a mi pequeño bebé. Aún me sorprende el volumen que alcanza una criatura tan minúscula.

-Ya está. Ya está. -la mezo entre mis brazos- Deja de llorar pequeña Evelyn, mamá esta aquí.

Poco a poco los llantos disminuyen. Noto que dos fuertes brazos me rodean por detrás y nos abrazan tanto al bebé como a mi.

-Me han tocado dos chicas madrugonas ¿eh?. Así no hay quien duerma... -dice Draco acabando con un bostezo. Se separa y vuelve a la cama.

-Y esto, pequeña Evelyn -digo señalando a Draco- Es a lo que llamamos un vago con diploma.

-¡Oye! Va pensar que tiene un padre tonto. -contesta desde las sábanas.

-Tonto no se, pero incorregible, mucho. -digo sonriendo. Me acerco a Draco de nuevo y le doy un corto beso en los labios.

-Que sepas que no te perdono con solo un beso, además es sábado, mi día de descanso ¿recuerdas? -repsonde girando sobre si mismo.

-Recuerdo -me acurruco junto a él con cuidado de no aplastar a mi niña y empiezo a hacerle mimos en la espalda.- Siento "taaaanto" haber interrumpido el sueño de mi amado esposo...-mi tono es sensual y observo como se le pone la piel de gallina. Esto va a ser divertido.

-No pares, sigue adulándome que aún no te he perdonado.

-Lo siento amor, pero creo que a su alta excelencia se le olvida un detalle importante.-Draco se gira hacia mi lado de nuevo y le estampo a la pequeña Evelyn y sus pañales sucios en la cara.- Hoy también es mi día libre.
Les doy un beso a cada uno antes de salir huyendo de la habitación dejando a Draco con el marrón, nunca mejor dicho.

Como tengo por costumbre desde hace tiempo, paseo por el patio del castillo, hace una mañana de abril preciosa y no pienso desperdiciarla en la cama. Muchos alumnos están en los jardines con un libro en la mano, o en las cuadras practicando con los dragones. Es normal pues los exámenes finales se acercan.

-Buenos días señorita Malfoy -saluda un estudiante cuando me ve llegar.

-Y tanto que buenos ¿Qué tal vas con doma Byron?

-Estupendo, por cierto, hoy estás más guapa que de costumbre, y eso ya es decir -Byron levanta las cejas en lo que él llama "su pose seductora", y la verdad es que el chico es guapo pero no cuela.

-No vas a conseguir que te apruebe con tu técnica de la seducción -digo poniendo los brazos en jarra.

-Bueno, pero ¿a que soy sexy?-dice repitiendo la pose.

-Ja, ja, ja, si, mucho. Y yo soy una mujer casada así que más te vale estudiar. -se despide con un asentimiento y yo sigo mi camino.

Salgo del castillo y me adentro en el bosque que lo rodea. Me gusta la tranquilidad que se respira, por desgracia sin nada que hacer vuelvo a sentir ese vacío en el pecho, pero esta vez se intensifica tanto que duele. Me doblo sigo andando con una mano en el corazón. Siento que debo ir a un lugar, a un sitio que desconozco pero que no anda muy lejos. Esta sensación me trae recuerdos, es como cuando desperté en las ruinad del castillo de Igneis Bellatore, sin identidad, sin pasado, sola, únicamente con la certeza de que debía dirigirme a un sitio.
Me dejo guiar por mi instinto y no tardo en llegar a un pequeño claro al pie de una colina rocosa. En la falda de la colina diviso una pequeña gruta y hacia ella me dirijo. Me adentro en la oscura cueva que ha resultado ser más grande de lo que esperaba. Mi pecho duele cada vez más, como si algo tirase de mi corazón hacia afuera. Miro entre mis dedos para advertir que ha comenzado a brillar con un resplandor amarillo. Una luz atraviesa mi carne y sale flotando, adentrándose en la cueva.

-¡Eh! ¡Espera! -grito. El dolor desaparece y me concentro en seguir la pequeña luz. Si no fuera por que la oscuridad de la cueva la delata la habría perdido hace bastante.
Llego al final, a una cavidad más amplia que el túnel por el que he venido. Hace calor aquí dentro. Me fijo en que las esquinas de la gruta están cubiertas por ceniza, por algunas zonas incandescente. En el centro hay una roca grande y plana y sobre ésta una piedra gris más pequeña y redondeada. Me acerco para descubrir que el el huevo de un dragón fosilizado, duro como el suelo de la gruta. Sin embargo la luz que se había mantenido en lo alto, alumbrando, desciende. Gira en torno a mi un par de veces y noto una sensación de familiaridad inconfundible. Seguidamente se mete en el huevo con un deslumbramiento que me obliga a cerrar los ojos. Cuando los abro el silencio de la cueva se ve interrumpido por el cascar del huevo. Una pequeña criatura de escamas azabache sale de su interior. Cuando consigue sacar su cuerpo entero de la cáscara se queda quieto y me observa con un par de ojos que se acaban de abrir por primera vez pero no es la primera vez que contemplan algo. Un par de ojos amarillos como el sol. Un par de ojos inconfundibles.

-Bienvenido de vuelta, amigo -digo con lágrimas en los ojos.

El pequeño dragón enseña los dientes a modo de sonrisa.




                           "El reencuentro que inicia una nueva historia"



Hasta aquí llega "La última domadora". Muchas gracias por leerla y disfrutarla, siento no hacer segunda temporada pero creo que me gusta más dejar un final abierto y que lo imaginéis vosotras n.n . ¡¡¡Pero no temáis mis queridas lectoras!!! He decidido empezar una nueva historia, algo que sea entera y completamente sacado de mi cabeza. Os dejo el prólogo aquí abajo pero antes me quiero enrollar un poquitín más XD. En serio, mil gracias a todas, me lo he pasado súper bien escribiendo y realmente espero que vosotras hayáis disfrutado leyendo. Un beso enormísimo porque con las gracias no es suficiente.
Nos vemos en:

http://laleyendadeelyssia.blogspot.com.es/2014/03/prologo-la-historia-de-un-reino.html

Espero que os guste este nuevo proyecto. Os dejo la introducción al nuevo mundo ¡Disfrutadla!
Besos y dragones:

Vic

domingo, 16 de marzo de 2014

Capítulo 45

Una semana.

Una larga y dura semana tras la caída del enemigo. Tras la pérdida de un amigo. Tras el renacimiento de la era de los jinetes.
No voy a mentir a nadie. No estoy feliz, me cuesta vivir. Nunca antes había estado tan sola, tan perdida. Durante siete día he evitado el contacto con casi todo el mundo. Me dedico a coger comida de la cocina y subir a la torre de Astronomía para contemplar el cielo. Un cielo que una vez fue cercano, y que ahora se encuentra demasiado lejos para mi.
Ahora es de noche y los astros brillan con fuerza en el firmamento. Pequeñas luces doradas que no hacen más que recordarme los amarillos ojos de Evenaar.

-Cómo has podido hacerme esto... -le digo. Mi corazón aún ansía una respuesta, una respuesta que nunca llega.

-Deja de torturarte, __________-oigo una voz a mis espaldas. Draco camina hacia mi pero le interrumpo antes de que pueda acercarse demasiado.

-Por favor Draco, quiero estar sola -me incorporo del suelo sobre el que estaba tumbada, pero evito en contacto visual.

-Llevas diciendo eso toda la semana -suspira. -Escucha, entiendo que esto es difí...

-No, ¿Qué vas a entender tu?. No sabes nada, puede que ahora seas lo que yo fui una vez, pero no te puedes comparar con la vida que Evenaar y yo tuvimos -sin darme cuenta le he empezado a gritar, a acusar. Me duele sentirme así. Quiero apoyar a Draco en esta nueva vida que tiene, pero simplemente no puedo. Tiene todo lo que quiero, pero no es justo para él. -Lo siento...No sé qué me ha...

-No importa -dice envolviéndome en sus brazos. Añoraba sentirle junto a mí, lo he echado de menos. -Sé que esto no es fácil para tí, y quiero hacer todo lo que esté en mi mano para que así sea. Pero déjame ayudarte.

Por toda respuesta le estrecho aún mas entre mis brazos y escondo mi cara en su pecho, consciente de que las lágrimas han empezado a asomarse.
Nos quedamos así por un tiempo. Quietos, en silencio, llenándonos con la presencia del otro. Hasta que por fin logro calmarme. Me separo un poco de Draco pero éste me sujeta por la cintura por lo que nuestros cuerpos aún permanecen pegados. Draco me limpia las lágrimas que enturbian mi mirada.

-Ya está, eres fuerte, vas a superarlo. -dice con la convicción suficiente para que me tranquilice por completo.

-Tienes razón, creo que iré a comer algo. -le digo.

-Eso está mejor. -me sonríe- . Y ahora si me permites...Bueno, lo voy a hacer aunque no me lo permitas. -concluye acortando la poca distancia que nos separa y besándome con ansia. He añorado el sabor de sus labios. Desde que me desprendí de Evenaar por fin vuelvo sentir algo en mi corazón. Algo que cada vez es más intenso. Draco posa sus manos en mi cadera y yo estiro las mías tras su cabeza. Noto como su lengua pide permiso para entrar en mi boca, permiso que no tardo en conceder. Oigo su corazón latir y es probable que el escuche también el mío. En mitad de todo el calor siento una agradable frescura cuando las frías manos de Draco se introducen en mi camisa y recorren mi espalda con sus dedos. Yo acaricio sus finos cabellos de plata, no quiero que esto acabe nunca... Y como reaccionando a mis pensamientos, Draco se separa con una sonrisa en sus labios. Quiero besarlos de nuevo pero el me lo impide. Le miro extrañada y el se ríe.

-¿Qué tiene tanta gracia? -pregunto toqueteandome el pelo en busca de algún objeto que nodebiera estar ahí.

-Nada. Es sólo que nunca me había dado cuenta de lo bien que besas.

-¿Y eso es gracioso? -levanto una ceja.

-No sabes tú cuánto. -pasa su brazo por mis hombros y me da un beso en la frente. -Venga, vamos a comer algo.

No entiendo nada.




Llegamos al comedor, que no está especialmente lleno. Es extraño, se respira inseguridad en el aire. Muchos de los que comen, o fingen comer algo, se giran para ver quién entra, y apartan la mirada al descubrirlo.

-No les guardes rencor. Han muerto varias personas recientemente, y es comprensible que seas a quién culpen de su frustración. Dales tiempo. -dice Draco. Me aprieta la mano para darme fuerzas, cosa que agradezco.

-Nunca pensé que dirías algo así. Me gusta esta nueva faceta tuya. -Draco se tapa la cara como puede, pero es fácil ver que se ha sonrojado. Decido no meterme más con él y me agarro de su brazo. -Venga, comamos algo.

Le guío hasta la mesa de Slytherin y ahí pasamos todo el mediodía. Draco me habla de cosas sin importancia para evitar cualquier tema delicado y se lo agradezco, pero me he prometido que iba a avanzar y esta no es la forma de hacerlo.

-¿Qué tal te va como jinete? -le pregunto. Draco se sorprende y se calla durante unos segundos, meditando la respuesta con cuidado. Estiro mi mano hacia él y agarro la suya, me mira desconcertado pero le sonrío. He de apoyarlo.

-Bueno...Se me hace raro. Me cuesta bastante comunicarme con ella, cuando habla en mi cabeza siento un dolor muy fuerte así que le pido que pare. Creo que eso le pone triste pero no sé qué más hacer. Por otro lado aún no me atrevo a montar. Todo a su tiempo.

- No te preocupes, yo también pasé por eso. Al principio tanto el dragón como el jinete están inseguros. Su lazo es débil y no se comprenden del todo. Por eso es importante dejar la mente abierta, sin resistencia. Debes dejar que ella escudriñe cada rincón de tu mente, una vez vea que confías en ella, serás capaz de oírla con claridad.

-¿Y cómo hago eso?- pregunta confuso. - Yo no quiero oponer resistencia pero al final...

-Eso es porque inconscientemente te pones nervioso, y es comprensible, a ver; estamos hablando de una bestia de siete metros. -me río y eso parece relajarle un poco - Pero no te inquietes, es normal al principio. Ya verás cómo lo consigues.

Me mira agradecido, más que nunca. Me siento fatal por él. Su vida ha sufrido un cambio que no ha tenido más remedio que aceptar y yo le he dejado solo con sus problemas. No me había dado cuenta de lo difícil que es el comienzo. A partir de ahora juro ayudarle en lo que me pida.

-Gracias por escucharme. -me dice. Yo le respondo con una cálida sonrisa cuando de repente siento un ardor en el pecho. No duele, más bien es algo que se limita a estar ahí, ofreciéndome su calor. Desaparece antes de que pueda averiguar más así que no le doy mucha importancia.

Nos quedamos un rato más en la mesa hasta que no puedo reprimir un gran bostezo.

-Lo siento, no he dormido muy bien esta semana.- me disculpo.

-Ven, vayamos a descansar un rato. -Draco se levanta y yo le imito. Ambos nos dirigimos a la sala común en silencio, pero un silencio cómodo, simplemente disfrutando de la presencia del otro. Es bastante reconfortante sentir a Draco a mi lado, parece como si nunca me fuese a dejar sola otra vez. Siento una punzada de dolor al pensar de nuevo que yo sí le he dejado solo, pero eso es un error que pienso enmendar desde ya.
Llegamos a la sala común, vacía. No es que la casa de Slytherin haya sido muy ruidosa, pero cuando hay genteno se siente tanta soledad como ahora. Soledad... Saco esa palabra de mi cabeza recordando las promesas que me acabo de hacer. Aún así el sentimiento prevalece.
Observo a Draco, de espaldas delante de mi. Instintivamente le agarro del jersey, temiendo que se vaya.
Draco intenta girarse pero le sujeto con fuerza.

-¿P-puedo......?- mi voz es un leve susurro.

- Perdón, no te he entendido.- siento que mis mejillas arden, pero lo repito.

- M-me gustaría...dormir contigo -esta vez apoyo mi cabeza contra su espalda. - ¡S-solo dormir! -me apresuro a aclarar. Creo que mi cabeza va a estallar, tengo la cara al rojo vivo y oigo mi pulso a toda velocidad. Draco se gira inesperadamente, librándose de mi agarre.Rápidamente escondo mi cara en su pecho, acción que le saca unas carcajadas.

-Ja, ja, ja. Por supuesto. - me abraza contra él y el nudo que había en mi estómago desaparece de inmediato. Sonrío para mis adentros.

- Entonces iré a por algo de ropa -digo y seguidamente corro hacia mi cuarto antes de que Draco logre ver mi cara.

Mi cuarto sigue abandonado. Hace días que no duermo aquí, y no he vuelto a visitar a Ailén. Soy horrible, he dejado a todos de lado cuando lo necesitaban para sumirme en un mundo de depresión yo sola. Bien, pues eso se acabó. Pienso seguir adelante, me lo repetiré cuantas veces haga falta.
Agarro una camiseta blanca de manga corta y el pantalón del pijama largo. Me lo pongo y bajo a la sala común de nuevo, pero ya no hay nadie. "Estará en su cuarto" pienso. Dudo cuando subo hacia los dormitorios de los chicos, si alguien me viese... Pero después de todo si alguien me ve no sería lo peor que me ha pasado. Continúo hasta la gran puerta del final del último pasillo y toco. Nadie responde, nadie abre. ¿Será que no está aquí?. Me aventuro a abrir la puerta para comprobarlo. Esta se abre con un ligero chirrio que me pone los pelos de punta. Expulso el aire que había estado conteniendo al ver a Draco tumbado en su cama. Su pecho sube y baja con un ritmo suave y tranquilo. Me acerco despacio para no despertarle. Con cuidado me siento al borde de la cama, sin dejar de mirarle. Cuando duerme parece un niño que desconoce los problemas del mundo exterior, tan tranquilo... Es casi hipnotizante. Un mechon de pelo le cae por la frente, salvaje. Despacio y con suavidad se lo retiro, deslizando mis dedos por sus perfectas facciones. Una mano agarra la mía asustándome. Sin abrir los ojos, Draco sonríe. En un abrir y cerrar de ojos rodea mi cintura con sus brazos y me arrastra entre las sábanas. Segundos despues tengo a Draco encima de mí. Junta su frente y la mía.

-No deberías irrumpir en los sueños de la gente ¿lo sabías? - dice arrogante. Así que esas tenemos...

-Bueno, no creo que sea un problema puesto que de fijo que estabas soñando conmigo, ¿me equivoco? -esta vez es él el que se sonroja.- ja, ja, ja, he dado en el clavo ¿eh?. Deberías verte la cara. Ja, ja, ja.

-¿Disculpa?- se hace el ofendido. - No he sido yo el que estaba como un tomate pidiendo que durmieramos juntos -sonríe victorioso. Será... Rápidamente le empujo para que se incorpore, cojo la almohada y antes de que pueda reaccionar se la estampo en la cara.

- ¡JÁ!- me burlo.

-¡Oye! - mientras me río recibo un almohadazo en el costado. Draco no suelta su arma así que busco algo con lo que atacarle. Le voy tirando los pequeños cogines de la cama, y aunque alguno llega a darle, la mayoría los desvía o evita con la almohada. Pronto me quedo sin munición. Nuestras miradas se cruzan y sé que estoy perdida. Intento huir pero mi torpe paso sobre la cama es demasiado lento. Justo cuando estoy al borde de la cama dos fuertes manos me echan hacia atrás. Ambos volvemos a caer en el colchón, riendo.

-¡Eres una cobarde! -dice entre carcajadas.

- ¡Y tu un fastidión! -le respondo. Nos quedamos en silencio, solos con nuestras agitadas respiraciones. Ruedo para estar cara a cara con el rubio chinchón. Nos miramos en silencio. Observo cada detalle en su rostro, cada gesto. Todo existe en armonía. Una vez mas recorro sus facciones con mis dedos bajo su atenta mirada. Por sus ojos tan claros como la luna, por sus mejillas, cubiertas de un rubor apenas visible... No me da tiempo a llegar a los labios pues estos se juntan con los míos. Es un beso tímido, suave, pero cargado de amor. Es un beso demasiado corto. Draco besa mi nariz, y más tarde mi frente.

-Venga, durmamos un rato -dice con una dulce sonrisa. Mi cabeza no piensa lo suficientemente rápido para detener las palabras que se escapan de mi garganta.

- No quiero dormir. - Draco abre mucho los ojos, sorprendido. Esta vez soy yo la que inicia el nuevo beso. Paso mi mano tras su nuca y lo acerco a mi, presionando nuestros labios hasta casi fundirlos. Draco no se resiste y empieza a recorrer mi espalda con sus dedos. Pronto nuestras lengus se encuentran de nuevo, eufóricas. Draco besa la comisura de mis labios, y baja hasta mi cuello rozando mi piel con la suave superficie de éstos. Sus manos pasan debajo de la camiseta y su fría piel me provoca un escalofrío. Estoy feliz...
Draco para repentinamene.

-_________... ¿Estás segura? Si sigo no podré contenerme. -dice. A pesar de que el traidor rubor vuelve a aparecer en mi cara, asiento. Draco pronuncia una sonrisa que le llega a los ojos, eso que una vez me parecieron tan lejanos. Esta vez, con más calma me besa de nuevo, yo deslizo mis manos bajo su camisa, acariciándo su pecho, para luego desabrocharla. Poco a poco nos vamos quedando sin ropa y mientras nos unimos en cuerpo y alma, los pensamientos florecen en mi cabeza. No sé que hubiera sido de mí si aquella vez el profesor Moody no le hubiese obligado a acompañarme a por la varita. Probablemente hubiera seguido molestándome, nunca hubieramos bailado juntos y yo... yo estaría muerta. Pienso en lo mucho que le debo a esta persona, que ha sufrido tanto por mi culpa y que aún sigue estando a mi lado. Pienso en lo mucho que dependo de él en estos momentos. Pienso que, si él se va, estaré sola, completa y absolutamente sola. Nunca antes había sentido tanto miedo, tanta miseria. Pronto las lágrimas brotan de mis ojos. "No quiero estar sola, no quiero estar sola..." pienso. Draco para rotundamente y me mira preocupado.

-¡_________! Lo siento, ¿te he hecho daño? -pregunta angustiado. Quiero decirle que no, quiero que sepa que me ha hecho la chica más feliz del mundo, pero el sentimiento se queda; "soledad". Mi respuesta se ve ahogada por un llanto, no puedo dejar de llorar y me odio por ello. Draco se separa completamente y me abraza con fuerza, sin saber muy bien por qué estoy así. He arruinado completamente el momento. "Idiota, _________, eres idiota". Soy idiota, soy idiota, soy id..

-...iota, soy idiota... -comienzo a susurrar sin darme cuenta.

-Oye... no eres idiota, cuéntame ¿qué ocurre? -pregunta calmado. Su voz ahora mismo es miel para mis oídos, pero aún así no logro que las lágrimas se detengan.

-Nunca...

-¿"nunca" qué? -pregunta confuso.

-Por favor... nunca te separes de mi -logro decir finalmente. Acurruco mi cara en su pecho desnudo, cubierto por pequeñas gotas de sudor. Aspiro el característico olor a Draco, no quiero dejar de sentirlo junto a mi.

-¡Tonta! ¿Cómo me voy a separar de ti? Me tienes agarrado como un koala. -se ríe. Alzo la cabeza para que entienda que esto va más allá. Que comprenda que sin él yo podría morir. Me siento como una posesa, creo que me estoy volviendo loca, pero necesito saber que él se quedará.

-Draco...por favor. Dime que vas a estar conmigo, que no me vas a dejar sola... -Draco me mira con seriedad. Agarra mis manos con fuerza, con demasiada fuerza.

-No vuelvas a preguntarme eso -dice con un tono envenenado. -No te atrevas a dudar siquiera. _________, hemos pasado por mucho, no me hagas esto. -comprendo de pronto a qué se refiere.

-¡NO! No, claro que no. Lo siento, es sólo que...-cojo aire profundamente. -Es sólo que depués de perder tanto, eres lo único que me ata a este tiempo. Si llegases a marcharte probablemente mori...

-¡Oh!¡Cállate!.__________ no vuelvas a decir nada más. -suelta mis manos para estrujarme contra él.

-Dra...

-¡Shhh! -me interrumpe. Simplemente se queda así, abrazándome. No me atrevo a moverme, no me atrevo casi ni a respirar. Tras unos minutos que se me tornan eternos, Draco se separa. Agarra mi rostro entre sus manos y junta nuestras frentes para regalarme la mas veraz de las miradas. - ¿Qué voy a hacer contigo? Ya no me puedo enfadar, ¿lo ves?. ¿Tan ciega estás?. Desde que apareciste me has hecho experimentar de todo. Ahora puedo perdonar, puedo luchar....puedo amar. No quiero que pongas eso en duda jamás, porque de no ser por ti yo no sería nada. Has cambiado mi vida y sólo puedo compartirla contigo, ¿me entiendes? -me limpia las lágrimas con sus dedos antes de besar ni nariz.- Te quiero.- cojo sus manos entre las mías y sonrío.

-Te quiero -repito.

-Espera un segundo -dice. Rueda hasta el borde de la cama y abre un cajón de su cómoda, momento que aprovecho para tapar con las sábanas mi busto desnudo. Al girarse Draco se ríe.

-ja, ja, ja, ¡No seas puritana ________!. No hay nada tuyo que no haya visto todavía .-suelta pícaramente. Yo le tiro un cojín.

-¡Cállate! -le digo roja como un tomate.

-Venga, no te piques. Ven, acércate.

Con cuidado de que no se resbalen las sábanas voy hasta el borde de la cama. Draco no para de reirse.

-Y pensar que eres una brava guerrera. ¡Quién te veía y quién te ve!. Toma -dice lanzándome su camisa. -. Ponte esto tonta.- le hago caso y me siento junto a él. En sus manos hay un par de piezas, una gema verde y una estructura de plata en forma de serpiente. Con un "clic" une ambas, quedando la serpiente alrededor de la gema, pronto descubre que se trata de un anillo.

-Lo compré hace bastante. Tenía intención de dártelo como presente por entrar en Slytherin, pero por aquel entonces discutiamos bastante así que... De todas formas me alegro, ahora tiene un valor mucho más grande. Con esto, _______, quiero cerrar una promesa. -dice colocándo en mi dedo. -La promesa de que estaré siempre contigo, como compañero, amigo, y marido. Si tu me aceptas. -se ha sonrojado y yo aún estoy flipando. Un compromiso. No encuentro las palabras para responder. Al ver que no digo nada, Draco se pone más nervioso. - No tiene que ser ahora, claro, pero estoy seguro de que me es imposible pasar mi vida con nadie má...

-¡¡Claro que sí!! - me abalanzo sobre él haciendo que caigamos sobre la cama. Beso su frente, su comisura, su boca. Quiero saborearlo todo y ahora sé que tengo toda una vida para hacerlo. Ambos reímos y nos besamos, pero el cansancio que llevábamos arrastrando pasa factura y acabamos acurrucado entre las sábanas.

-Te quiero -susurro en su oído.

-Más te vale repetirlo mil veces porque me debes una "bieeeeeeen" gorda. -me sonrojo cuando entiendo a qué se refiere. Bufo y golpeo su pecho con suavidad.

-Eres un engreído, pero te quiero, te quiero, te quie.... - no llego a terminar la frase puesto que un sueño mágico se apodera de dos almas que yacen juntas ahora, y para siempre.





                                               "Ahora y para siempre"

 

 

 

Fin 

 

 

N.A.:

Muchas gracias a todas por haber seguido la novela. Para mi ha sido una gran (y primera) experiencia. Me ha encantado compartir mis ideas con todas y que os hayan gustado, de verdad. La verdad es que iba a terminar la novela aquí pero según estoy escribiendo esto se me han ocurrido un par de ideas para un epílogo así que voy a empezar a escribirlo. Se podría decir que el próximo cap será el que finalice por completo la historia. ¡¡¡Un beso muy grande a todas y espero que hayáis disfrutado leyendo!!! 

Besos, Vic. 

 


miércoles, 5 de marzo de 2014

Capítulo 44

No es verdad. No es tan siquiera posible. Me alejo horrorizada del cuerpo que se halla a mis pies. Quieto. Frío. Mis manos sujetan mi cabeza con fuerza, hincando las uñas en el cuero cabelludo.

-AAAAAAAHHHHGGGG!!!!- grito al cielo. Draco no está... Él no puede estar...

-¿Muerto? -me interrumpe Saphir como leyendo mis pensamientos.- Comprobémoslo... -Le da una patada en la cara para que su cuerpo ruede y quede boca arriba.

-¡No le toques! -digo lanzándome hacia Draco, raspándome las rodillas en el suelo. Dejo que su cabeza se recueste en mi pecho, y gracias a dios puedo sentir su aliento contra él. Un diminuto pero esperanzador aliento.

-No te preocupes, pronto ambos os reuniréis en un lugar mejor. -dice apuntándome con su varita. Aprieto a Draco aún mas contra mí y cierro los ojos con fuerza. Estoy lista para afrontar la muerte. Lo siento Evenaar. Lo siento Draco, no he sabido protegerte. Lo siento, amigos. Lo siento. Lo siento... Tanto.


El frío peso de la muerte no llega, así que me aventuro a abrir los ojos. Me encuentro en un lugar completamente diferente. Un lugar celestial. El cielo, del azul más puro, cubre mi cabeza como si de un manto de tela se tratase. La hierba, suave como el terciopelo, crece verde y alta hacia todas las direcciones. De vez en cuando se oye el alegre piar de los pájaros. Todo es tan relajante... ¿Será esto a lo que llaman cielo? Entonces he perecido de verdad...

-__________ -me llaman.

Un hombre que ronda los veinte se encuentra a mis espaldas. Su piel esta casi tan oscura como su pelo y sin embargo sus facciones permaneces en una armonía simétrica. Su perfección no es humana, y me resulta tan familiar... Le miro a los ojos y entiendo por qué. Son unos ojos amarillos como el sol, y sus pupilas son meras rajas en el centro del iris.

-¿Evenaar? - me aventuro. El joven asiente. -¿Cómo? ¿Qué es esto? ¿Por qué eres humano? Has muerto también...

-No, y tu tampoco.

-Entonces ¿qué es este lugar?

-Esto, _________, es el lazo que nos une como dragón y jinete. Está es nuestra unión en su cumbre más gloriosa. Esta es la forma que representa mi alma, un alma humanizada.

-Pero, ¿He muerto? ¿Y Draco?.

-El tiempo está parado para vosotros. Para todos. Mientras hablamos el exterior está sumido en una melancólica quietud.

-¿Es parte de tu magia?

-Si, en parte. _________, yo... lo siento. Prefiero que ocurra esto antes que dejarte morir.

-¿Esto? ¿A qué te refieres Evenaar? -digo con sospecha. No me gusta nada el camino que está tomando todo esto.

-Hemos de unirnos por completo. Sólo así seras capaz de salvarte y proteger a tus amigos, sólo así podrás derrotar a Saphir.

-De acuerdo -digo más relajada- ¿Qué debemos hacer?

-Debes cerrar los ojos. Concéntrate. Imagináos como una sola criatura... -hago lo que me dice mientras dejo que su ronca voz me llene. Me concentro pero de repente noto el sabor del fuego en mis labios. Un beso cálido, tierno, que se asemeja a los abrazos que comparto con mi dragón. Quisiera hundirme en esta felicidad tan leal, por desgracia cuando mis ojos se abren he de reaccionar.

Como un rayo agarro a Draco y lo aparto del hechizo de Saphir. He vuelto al mundo real. Me siento más poderosa y llena, y Saphir me mira enfadado.

-Sucia niñata... -escupe. Pero se tiene que tirar al suelo para esquivar la llamarada que le lanzo con la mano. Un momento.... Me miro la mano sorprendida. Está cubierta por una coraza de escamas negras, y lo mismo con el resto de mi cuerpo. Ya no llevo uniforme, sólo una armadura de piel negra. Sonrío satisfecha y vuelvo a lanzar el fuego con la otra mano. Mi poder se desborda, y Saphir se ve arrinconado de un momento para otro.
Observo cómo los profesores y alumnos que quedan en pie me miran fascinados. Se dan cuenta de mi fuerza y yo les asiento para que se ayuden mutuamente. Ahora soy suficiente para acabar con Saphir. Sin conjuros ni cetros voy lanzando más llamas. Es cómo si fuese algo natural para mí. Decido probar otra cosa; inspiro con fuerza y emito un rugido espectral. Saphir se tapa los oídos que pronto comienzan a sangrar y me mira con terror, con locura, no aguantará mucho más. Vuelvo a inspirar pero Saphir me interrumpe.

-¡NO!¡PARA! Por favor... -dice entre sollozos. -Te lo ruego, perdóname...

Me acerco hacie él, cautelosa. Está recostado en el suelo así que me agacho.

- ¡Entrégame la esfera! -le espeto. Él no tarda en obedecer pero cuando la esfera incompleta está a punto de reposar en mi palma, el antiguo jinete saca su daga y corta mi brazo, dejando un profundo surco en mi piel. Yo me muerdo el labio y me agarro el brazo dolorida, mientras, Saphir se ríe con histeria. Harta de sufrir y de ver sangre, le propino una patada lo suficientemente fuerte como para romper su cráneo, y por miedo y seguridad, vuelvo a pisar su cabeza hasta que es apenas reconocible.

Por fin todo ha acabado.


Corro junto a Draco, cuya respiración es aún más leve. Le abrazo con delicadeza y miro sus ojos, que me sonríen con sinceridad. Pronto noto humedad en mi vientre y observo horrorizada que el pecho de Draco está completamente desgarrado. Está maldito, la hería se abre con demasiada velocidad y ha perdido mucha sangre. No puede ser...

-Te pondrás bien -le digo -Madame Pomfrey te curará -aseguro, pero mis traicioneros ojos dejan escapar lágrimas desesperadas. -¡Evenaar! -grito desesperada pidiendo ayuda. Tal vez si él vuelve el tiempo atrás en Draco... Pero nadie acude a mis llamadas. Absolutamente nadie.

"Él ya no pertenece a este mundo" oigo una voz dulce en mi cabeza.

-Engla...¿qué quieres decir? -digo a la dragona mientras su esbelta figura se acerca.

"Vuestra unión ha alcanzado su cumbre. Evenaar ha dejado su cuerpo para vivir en tu interior, para darte su poder...y su vida."

-N-no... No, eso no es posible -le contesto esperando que diga que es broma. Mi cuerpo tiembla. No.. él no... Por toda respuesta noto que mi armadura de escamas desaparece con una luz cegadora, una luz que me traviesa en pecho y se deposita en mi corazón.- ¡EVENAAR! ¡SAL DE AHÍ! ¡VUELVE A MI LADO! -grito agarrándome el pecho con fuerza hasta hacerme daño. -No me hagas esto por favor...

Grito una y otra vez. Dejo escapar un llanto que sólo un recién nacido es capaz de crear. Las lágrimas ruedan abrasando mis mejillas a su paso. He perdido  Evenaar, y sin él, pronto perderé a Draco.

"Yo te ayudaré" dice Engla.

-¡Tu nos has traicionado! -la acusó injustamente. Necesito descargar la rabia y frustración. Saphir ha sido derrotado, pero el precio es demasiado grande.

"Lo siento. Yo también fui convencida de que Saphir había cambiado. Él lo prometió... Y yo me lo creí, dejé que me dominara... He hecho mucho daño, y voy a pagarlo con mi vida. Sólo déjame ayudarte" los ojos de la dragona lloran, suplican, se arrepienten. Asiento convencida.

-¿Qué harás?

"Este joven es descendiente de Saphir, su sangre por tanto, es la misma. Yo uniré nuestras almas, seré su dragón y él mi jinete. Sólo así puedo liberar el poder curativo que caracteriza a mi raza"

Draco un jinete...Sería estupendo. Volar juntos... Pienso en Evenaar. No está. No habrá más paseos aéreos, no más viento acariciándonos el rostro... Mis lágrima vuelven a derramarse.Puede que Evenaar esté en mi interior, pero nunca he estado tan vacía como ahora.
Pero no pienso perder a nadie más. Asiento a la dragona y ella procede. Deposito a Draco de nuevo en el suelo y veo como Engla derrama una lágrima sobre sus heridas, que poronto comienzan a cerrarse. Veo que Draco se incorpora con dificultad, acaricia a Engla en el hocico, consciente de lo que se ha convertido. Me mira con felicidad. Corre y me abraza.

-¡_________! Ya se ha acabado... Y ahora soy como tu. Nada nos separará nunca.- Me sujeta el mentón con sus dedos y alza mi rostro para unir nuestros labios. Pega su cuerpo al mío y nos deleitamos con un beso dulce, cuyo sabor se va salando poco a poco. -¿_________?- pregunta. No puedo dejar de derramar lágrimas. Estoy vacía. Temo no volver a sentir nada. Le pido ayuda a Draco con la mirada antes de desplomarme sobre le suelo.

Ésto no ha podido pasar.

Éste no es mi final feliz.




         "Mi corazón es como un castillo abandonado que recuerda sus días de gloria ya pasada"

martes, 4 de marzo de 2014

Capítulo 43

Un dragón. Un enorme dragón plateado de luminosos ojos tan azules que parecen casi blancos. Saphir nos mira con superioridad. Parece el mismo jinete de antaño, aunque aún porte una varita y no el cetro. La Esfera pende de su cuello, tan perlada como las escamas del dragón. Noto las fuertes pisadas y el cálido aliento de Evenaar a mis espaldas.

"_________..."

-Lo sé. Es imposible. -digo a modo de respuesta. Recuerdo perfectamente a Engla, la dragona de Saphir, aquella cuyo nombre significa "ángel", tan puro como el color de su piel. Sin embargo la que flota en el cielo no es la misma con la que tantas veces hablé, aquella a la que tantas veces cuidé. No, definitivamente Engla no es la misma. Esa mirada...

No puedo seguir pensando, pues una potente llamarada sale de su boca. Los alumnos que pelean crean un escudo mágico y nos salvan de arder hasta la muerte.

-Vamos Evenaar. -le digo subiéndome a su lomo.

"Algo no está bien" dice "Engla no responde, no reacciona, temo que esté bajo una maldición... Ese desgraciado..."

Los ojos de mi dragón, inyectados en cólera, se dirigen hacia Saphir. Pronto nos elevamos en su dirección, saco mi cetro de su funda y lo porto con seguridad.

- ¡Rajzak! -gritamos ambos, Evenaar y yo, a pesar de que el primero lo hace en modo de rugido. El cetro se ilumina y un rayo de electricidad chispeante se dispara contra Saphir. Engla lo esquiva con facilidad y ruge a continuación, amenazante.
No lo entiendo. ¿Es que acaso Engla no ve lo que ha hecho Saphir? ¿Por qué le sigue ayudando? Debo sacarla de su error.
Me doy cuenta de que varios alumnos con escobas se han alzado hasta mi altura. Cedric se encuentra entre ellos.

- Debemos atacar todos jutnos desde diferentes puntos, así no podrá esquivarnos a todos. -dice.

-¡No! - le corto.- Saphir usará a la dragona como escudo. No debemos herirla...

-¡Es una pelea! ¡Es el enemigo, hay que atacar! -replica.

-He dicho que no, es peligroso, debemos analizar la situación. Le mejor es hacer que caiga de su montura y...- no me da tiempo a acabar pues Cedric ya se dirige hacia nuestros adversarios.

-¡Petrificus Totalus!- grita decidido. Lo siguiente que todos vemos es una llamarada de fuego. Un cuerpo que cae inerte hacia el suelo. Una escoba hecha cenizas.
Me apresuro a recoger a Cedric antes de que se aplaste contra el patio, aunque para mi horror, no sirve de mucho. Lo que antes era una tersa piel ahora se ha convertido en una serie de pustulas y quemaduras sangrientas. El rostro del muchacho a penas es reconocible. La mitad de su ropa está calcinada y su corazón late pesadamente. Lo llevo junto a los profesores, que se encuentran en el patio junto a los alumnos seleccionados, entre los que están Harry, Ron y los gemelos. Madame Pomfrey no tarda en llevarse a Cedric. Observo el pequeño ejército que hemos formado y entreveo la oxigenada cabeza de Draco. Le dedico una mirada firme a la que me responde con una igual. Observo también que tanto los lesionados como los que son demasiado pequeños para luchar se esconden en el castillo, en las salas comunes, esperando que todo acabe...

Y todo debe acabar.

Evenaar deja que me suba otra vez y con la furia de cien toros volamos hasta Saphir. Es choque entre los dos dragones es atronador. Ambos gruñen y se pelean. Siento el dolor del dragón azabache, que hiere a un amigo para salvar a otros... pero he de soportarlo. He de ser fuerte.

-Por fin se pone emocionante... -dice Saphir. Apunta con su varita y grita - ¡Cruccio!

Un ardor recorre mi espalda, mi cabeza, mis brazos. Siento que cada nervio, cada fibra de mi ser está siento atravezada por un centenar de agujas. Es tan insoportable que ni siquiera tengo fuerzas para gritar. Dolor. Dolor. Dolor. Es lo único que soy capaz de pensar. Un ardor tan potente que siento que foy a derretirme... Un momento, ¡eso es! Me concentro en el calor que el dolor genera en mi cuerpo. Lo siento en cada célula, como algo sólido, algo palpable. Trato de hacer que el ardor se concentre un un punto, todo ello junto, en mi garganta.

-AAAAAARRRGGHH! -escupo una potente llamarada de fuego azul que le da de lleno en la cara a Saphir. A penas le da tiempo a formular el hechizo protector así que su defensa ha sido débil esta vez. En cambio en mi ya no hay dolor, sólo un alivio placentero.
Engla se separa de Evenaar con brusquedad. Puedo ver las cicatrices que ambos se han dibujado. La dragona, por raza más pequeña, tiene la marca de las mandíbulas de Evenaar en el cuello, una herida que sangra considerablemente.

-¡Pagarás por esto! -grita Saphir. Vuelvo a concentrar mi atención en él y veo la mitad de su cara quemada y deforme, al igual que la de Cedric.

-¡Ahora!-grito cuando Saphir sólo se concentra en mi. De cada varita de cada alumno o profesor sale un rayo carmesí que rasga el cielo y acierta en el antiguo jinete. Es demasiada fuerza para un solo hombre así que sale despedido de su montura. Perfecto.
Engla, sobre la que también han impactado varios Expelliarmus, se tambalea en el aire y cae sobre el pavimento, con Evenaar tras ella. El dragón la contiene bajo su peso y yo lo desponto.

-Averigua qué le ocurre -le pido a mi dragón.

"Cuenta con ello"

Asiento y me situo al frente del ejército de alumnos que miran espectantes cómo Saphir se levanta tal cual.

-Ja, ja, ja, ja,... JA, JA, JA, JA, JA - se ríe sin cordura. -Admito que eso no lo he visto venir...

Una mano firme se posa en mi hombro. Siento la agradable glacided del tacto de Draco.

-Cuidado, ahora es más peligroso que nunca -me doy cuenta de por qué lo dice. En la grotesca expresión de Saphir ya no hay un objetivo, ya no hay una meta. Sólo desea venganza, sólo desea matar. De repente deja de reírse y su semblante se pone en serio. Una seriedad escalofriante sobre la que se asoma una sonrisa.
El cielo comienza a oscurecerse sobre el jinete. En los lejanos montes se escuchan truenos y el viento comienza a soplar con brusquedad. Un rayo tan grande como la torre de astronomía impacta sobre Saphir, y cuando la cegadora luz desaparece, sólo hallamos un patio vacío. Una mera marca en el suelo. Pero todos sabemos que no se ha ido, su risa resuena en el viento ¿O es en mi cabeza? No importa, debemos permanecer alerta.

Dumbledore indica a los alumnos que hagan un círculo y se cubran las espaldas, atentos a lo que pueda ocurrir a continuación. Sin embargo esta posición tiene un punto débil, un punto débil que es inmune a cualquier mago, pero no ha Saphir. El centro de nuestro gran círculo está sin vigilar y nadie es capaz de prevenir el grito de una alumna de Beauxbatons cuando Saphir, que aparece en ese mismo centro, la atraviesa con una daga. Varias de sus compañeras sollozan con fuerza, pero nadie abandona su posición. Nadie ataca tampoco, por temor a dar a los que están en frente.

-Uno..- canturrea el rubio. Veo que todos se tensan. Esto se ha convertido en un juego que acabará en masacre si el gana. Me doy cuenta de que mis pensamientos se enturbian y he de hacer algo. Nuestro enemigo ha utilizado una runa de invisibilidad. Un conjuro en la lengua de los dragones que le permite hacer que sus células sean completamente transparentes. Doy con el contrahechizo en cuesttión de segundos.

-¡Evenaar ayúdame!- le grito al dragón. Aunque esté fuera de combate físico aún es un gran mago. Noto un escozor en los ojos y mi visión se enturbia para después cambiar. Lo que antes eran personas ahora son meras figuras de colores. Puedo ver el calor de sus cuerpos concentrado en las manos con la que empuñan sus varitas. Observo a mi alrededor y logro distinguir una figura diferente. Veo los colores rojizos de la calidez del cuerpo de mis compañeros, y sin embargo, esta figura es completamente blanca. Parece estar hecha de frío. No lo dudo y ataco con el fuego de mi bastón. Le doy de lleno justo cuando la runa que utilizo para que Evenaar me preste sus ojos se desvanece. Puedo ver a Saphir encogido en el patio, sujetándose con la mano la sangrante herida que le he hecho en un costado. Los alumnos de Durmstrang no tardan en rodearle y encadenarle. Él gruñe pero no opone demasiada resistencia. Justo cuando la formación en bloque de los alumnos de Durmstrang se dispone a llevarlo hacia las mazmorras del castillo entiendo el engaño. Demasiado tarde.

Una luz oscura. Una luz hasta el cielo que sólo cubre el paisaje de sombras.

Cuerpos inertes. Cuerpos ensangrentados.


Un grito ahogado en la lejanía. Una mirada llena de despiadada locura.

No puedo moverme. Contemplo impotente cómo Saphir acaba con todos los que osan cruzarse en su camino. Un camino cuyo final soy yo. Mi cuerpo no reacciona. Sólo puedo mirarle a los ojos y temerle, temer a la bestia en la que se ha convertido. Ya no se oye nada. Ya no siento nada. Veo que Saphir levanta su varita contra mi. Veo a un hombre que se interpone y acto seguido, veo su cuerpo desplomarse en el suelo. Entre tanta oscuridad, lo único que puedo distinguir con precisión es la rubia cabellera de aquel que me ha salvado.




      "Una cabeza platina que se hunde en un mar de sombras"

lunes, 3 de marzo de 2014

Capítulo 42

  El estar rodeada de paredes en tonos cálidos y rojizos. El poder sentir el olor de las gominolas en toda la habitación. El pasar junto a gente que te sonríe con alegría... Todo eso me hace añorar enormemente el tiempo que pasé siendo una leona. Slytherin no está mal... Pero nada tiene que ver con la calidez dorada de los Gryffindors.
No hay muchas personas en la sala, y sin embargo ninguna de ellas se extraña al verme junto a los gemelos allí. Éstos me guían hacia su dormitorio sin ningún reparo y una vez allí contemplo asombrada lo atestado que está. Los artículos de broma, tanto propios como de Zonko´s, se amontonan a ambos lados de las dos camas de Fred y George.

-Vosotros...¿Sabéis lo que es el orden?

-No. -contestan a la vez con una satisfecha sonrisa en la cara.

-Esta bien... -digo sentándome en una de las camas - ¿Qué es eso que me va a animar tanto?

-Oh, una cosita sin importancia. -dice George sacando un gigantesco cohete de debajo de su cama.

-Pequeños juguetes -sigue Fred con una caja de cartón repleta de petardos y explosivos.

- Está bien. De acuerdo. Estáis completamente locos.

- Tal vez -dice George.

-Eso depende del punto de vista, señorita rajada -sigue Fred picándome.

-¡Oye! Deberías cuidar tus formas. Recuerda que tengo un dragón gigante en el mismo patio de este castillo.

-Contábamos precisamente con ello...

Ambos gemelos me miran sonrientes. Juraría que la locura se asoma en sus comisuras.



Cargados con todos los explosivos hemos bajado al patio. Cuando Evenaar nos ve llegar sus ojos se abren en una expresión de confusión y perplejidad.

"¿Qué está pasando?" pregunta en mi cabeza.

-Hemos decidido ser malos por un corto periodo de tiempo. Ya sabes, para darle algo de diversión a esta situación. -digo ante la sorprendida mirada de los gemelos, que pronto entienden que me dirijo al dragón.

"Está situación es de todo menos divertida _______..."

- Lo sé, pero para animarla estamos nosotros.

Evenaar se resigna mediante un largo resoplido.

-Ya tenemos un dragón -confirmo a los gemelos, que no caben en sí de gozo.

El plan consiste en explotar los cohetes y fuegos mágicos alrededor de todo el castillo. Evenaar los irá prendiendo y esparciendo. Al explotar se adentrarán en el castillo recorriendo en forma de animales ígneos cada rincón del mismo para acabar saliendo al exterior y explotar formando la W de los Weasley. Seguro que es un espectáculo digno.
Fred y George cogen sus escobas y un par de cohetes pequeños mientras que yo monto a Evenaar con el arsenal completo. Nos elevamos hasta lo alto del escudo protector y vamos prendiendo los fuegos uno a uno. Éstos descienden unos metros antes de estallar. De las explosión y las chispas se forman figuras animales echas de fuegos luminiscentes. Un león, un ciervo, un águila... Todos ellos entran en el castillo por cualquier ventana o rincón, por pequeño que sea.
Cuando estamos a punto de completar el círculo alrededor de la escuela me fijo en que ya hay una muchedumbre de alumnos que nos contemplan atentos desde el patio, torres y ventanas. Los tres nos miramos para realizar el número final. Cojo el cohete gigante y lo lanzo hacia la cola de Evenaar. Éste lo golpea elevándolo hacia los aires. El dragón asciende tras el cohete y lanza una potente llamarada que lo prende. Descendemos a tiempo para ver cómo el cohete explota y una gigantesca W estalla iluminando el cielo. Todos los que lo contemplan aplauden y vitorean a los gemelos. Sinceramente, me siento bastante satisfecha conmigo misma. Desciendo junto a los gemelos y la multitud nos rodea. Bueno, más a ellos que a mi. Aún no se atreven a acercarse a Evenaar y eso parece enorgullecer bastante al dragón.

-Presumido... -le susurro.

"Soy una bestia grande y feroz, ¿Que esperabas? ¿Que me dejase peinar con lacitos como un vulgar chucho?" me dice arrogante. Sonrío y le desmonto para acercarme a Fred y George.

-Bueno, ha quedado más que claro que no soy una rajada ¿no?

-¿Por esto? -dice Fred.

- Aún hay mucho que hacer antes de que merezcas ese título por nuestra parte -concluye George. Acto seguido ambos desaparecen absorbidos por la muchedumbre.

-Bonito truco, realmente necesitábamos un poco de diversión -oigo la voz de Dumbledore a mis espaldas.

-Profesor, el mérito es todo de los Weasley.

-Lo sé, y también sé que si se lo digo a ellos cogerán la confianza suficiente como para atreverse a algo más peligroso la próxima vez, y yo aprecio mi puesto como director así que... -ambos nos reímos y Dumbledore me deja sola de nuevo.



He acompañado a Evenaar hacia su "establo", dejando a los Weasley disfrutando de su triunfo.

-Ha sido un buen espectáculo -dice una voz femenina a mis espaldas.

-¡Hermione!¡Rachel! -corro a abrazarlas tan rápido como un rayo.

-¡Hey! Que estamos lesionadas...

-Ups, lo siento. Es que me alegro tanto de veros bien...

-Relájate ________ a penas han pasado tres días -dice Rachel.

-Ya lo sé, pero has sido tres días muy intensos. -nos reímos.- Oye, ¿Estáis seguras de que podéis caminar?

-Estamos lesionadas, no parapléjicas ¡mujer! -suelta Rachel. De pronte se oyen unos extraños gruñidos.

-Un par de lesionadas hambrientas ¿eh? -sonrío -¿Qué tal si vamos a comer algo?

Ambas asienten y caminamos hasta el gran comedor. Ellas comen mientras yo escucho sus quejas acerca de lo aburridas que han estado. Nos pasamos una hora entera hablando en el Gran Comedor cuando de repente se escucha un estruendo aterrador. Los cimientos del castillo pareces tambalearse como un pudin. Una oscura sensación se apodera de mi corazón, estrujándolo y haciendo que duela. ¿Qué ha pasado?
Sin dar tiempo a Rachel ni Hermione de preguntar, salgo corriendo hacia el patio. En los pasillos me junto con más alumnos, tanto de Hogwarts como de las otras escuelas, que corren preocupados.
Al salir mis grandes temores se hacen realidad.

En el patio delantero hay una defensa de magos de Durmstrang y Beauxbatons. En los cielos y sobre escobas, los alumnos más mayores de Hogwarts apuntan firmes hacia el cielo.

Sobre nuestras cabezas, un dragón de plata.

Sobre su lomo, un hombre cuya locura se hace visible en cada facción de su sonriente rostro.


Ha llegado la hora. La luz de esos lúgubres ojos grises ha de ser apagada.




         "Grises como las nubes que preceden la tempestad"

Capítulo 41

*Y sólo cuando nuestros labios se separan entiendo lo que ha querido decir.

Abro la boca para preguntarle sobre su comentario, avergonzada, pero para mi desgracia él es más rápido que yo.

-Estás toda roja muchacha. ¡A saber qué clase de pensamientos rondan por tu mente! -dice con burla y noto como la sangre sube hasta mis mejillas.

-¡¿Qué!? No digas bobadas. Yo jamá... - demasiado lenta de nuevo. Me interrumpe uniendo nuestros labios una vez más en un corto pero gran beso. -Te agradecería que dejaras de hacer eso.

-¿El qué? - me besa de nuevo -¿Esto?

-Si, justo eso -le separo de mi bruscamente pero soy incapaz de reprimir la sonrisa que se escapa.

-¡Venga, si en el fondo te encanta!

-En tus sueños principito.


Me sonríe con superioridad, como es tan característico en él, pero poco a poco esa sonrisa se transforma en la de alguien completamente diferente. No sabría expresarlo con palabras. Transmite una sensación acogedora. Me hace sentir protegida y a la vez extraña. Nunca me había sentido de esta forma.
Aparto la mirada incómoda.

-Deberíamos ir a la enfermería. La señora Pomfrey necesitará ayuda. -digo cambiando de tema.

-Ve tu. Yo tengo un par de cosas que hacer. Te veo luego. -dice alejándose por el pasillo.

Y cuando se va me llevo las yemas a los labios y dejo escapar la sonrisa más pura que he pronunciado nunca.



Llego a la enfermería al cabo de unos minutos. Hay mucha gente allí, demasiada. Algunos alumnos reposan en las camas, cansados y magullados. Otros están tumbados y hay que fijarse muy bien en sus pechos para notar su respiración. El olor a medicina es agobiante y la señora Pomfrey no para de dar vueltas de un lado para otro atendiendo a los pacientes. Bajo sus ojos se entreveen dos arcos morados casi enfermizos, la pobre ha trabajado día y noche sin parar.

-Buenos días señora Pomfrey. ¿Necesita que la ayude en algo?

-_________ cariño, llegas en el mejor momento...

Tras agradecerme la ayuda me da una lista de tareas que voy cumpliendo poco a poco. Entre tarea y tarea me paso por la camilla de Ailén. Aún no se ha despertado, tuvieron que sedarla para curar la gran herida que atravesaba su pecho, muy cerca del corazón. Odio verla así, ni siquiera estuve atenta cuando la
hirieron.
Pasado el mediodía la enfermería ya está algo más tranquila. La mayoría de los alumnos ya están en condiciones estables, aunque no sea el caso de mi amiga. Tendría que ir a comer pero decido quedarme a su lado un rato más. Me empiezo a perder en mis pensamientos, ¿qué debería hacer con la piedra?. La saco del bolsillo de mi capa. Es de una transparencia muy pura, por algo es el Diamante de la pureza. El reflejo de la luz impacta en su cristalina superficie emitiendo ligeros destellos. Poco a poco el sueño que me ha faltado esta noche se va a apoderando de mi. Los destellos alejan mi mente de la realidad con más fuerza cada vez. "Sólo un ratito" logro pensar antes de caer dormida sobre la cama de Ailén.


<Veo un bosque. Un bosque profundo, lleno de árboles tan grandes y espesos que dificultan la entrada de la luz. Aún así mi visión es clara. Estoy es en Bosque Oscuro.
Unos gemidos desconsolados me alertan y al darme la vuelta para conocer su procedencia me encuentro con un malherido Saphir. Está apoyado en un roble en la distancia pero incluso desde aquí puedo ver que la mano con la que me arrebató la Esfera aún en llamas, arde con fuerza. La magia que desaté es más fuerte de lo que pensaba. Me acerco a él sigilosamente, ansiosa por atacar. Por desgracia parece notar mi presencia así que escondo tras unos matorrales. Desconfiado por la sensación de estar siendo observado, Saphir se levanta con gesto de dolor y camina hacia un saliente en un precipicio. El castillo se divisa en la lejanía, Saphir se ha alejado bastante a pesar de su estado. Me acerco por la espalda con la intención de empujas al bastardo causante de todo esto por el precipicio pero comienza a hablar y me detengo.

-Pronto __________.... Pronto me darás lo que quiero... -le oigo decir antes de que se de la vuelta y me mire directamente a los ojos. Me quedo quieta, no me puedo mover y el mundo empieza a dar vueltas.>

-AAAAHHHHH!! -grito alzando la cabeza de las sábanas. Las blanquecinas paredes de la enfermería me deslumbran. ¿Cómo? ¿Un sueño? Pero parecía tan real...
Miro a Ailén que no se ha despertado por mi grito, mejor así. Miro la hora y descubro que he dormido por dos horas. ¿Tanto? Mi sueño no era especialmente largo que digamos. En fin, ya lo pensaré más tarde, ahora voy a ir al Gran Comedor a comerme un búfalo entero. ¡Qué hambre!


Son casi las cuatro cuando empiezo a comer. Tengo que volver a la rutina cuanto antes, me estoy dejando bastante últimamente.

-¡Hey _______! -oigo que me llaman. Pronto Harry y Ron se sientan en mi mesa. Últimamente ya no hay miramientos entre las casas. Lo bueno de la llegada de Saphir es que ahora todos se han unido por un mal mayor.

-Hola chicos. ¿Qué hacéis aquí tan tarde? -pregunto curiosa. Ambos se miran con disgusto recordando el motivo de su retraso.

-Es Hermione, ya está mejor y nos ha obligado a estudiar con ella todo el temario que nos hemos perdido estos días.

-¡Es incorregible!¡Una tortura! -suelta Ron tirándose de los pelos.

-¿Entonces ya está bien? -digo entre risas.

-Si, podrá salir de la cama en un día o dos.-aclara Harry.

-Estupendo, tengo ganas de verla.

-Por cierto, hemos oído que te han dado la piedra esa mágica que se le cayó al Saphir ese. ¿Has descubierto cómo usarla?

-No, aún no. Pero antes me ha pasado algo muy raro. Ha empezado a emitir destellos muy extraños y me he dormido con la piedra en la mano. Y luego he soñado algo muy raro. He visto a Saphir en el bosque, herido, murmurando palabras de venganza. -me entra un escalofrío y no puedo evitar moverme.- No quiero ni recordarlo.

-Quizá haya una conexión -suelta Ron como si fuese la cosa más evidente del mundo. Harry y yo le miramos extrañados.- ¿Qué? El tiene el resto de las piedras ¿no? Puede haber una conexión entre ambos portadores.

-Eso es... ¡Muy bien Ron! -digo asombrada por su descubrimiento. Estupendo, ahora ya sé cómo utilizar la piedra en mi favor. Sólo rezo por que Saphir no lo sepa también, puede estar observándome ahora... Lo mejor será que avise al director y deje la piedra a su recaudo.


Tras despedirme de los chicos voy con Dumbledore, por segunda vez esta tarde. Le explico la ocurrencia de Ron y le devuelvo la piedra bajo la seguridad de que Snape irá a comprobar si nuestra teoría es cierta.
Tan pronto salgo de su despacho me encuentro sin nada más que hacer. Podría volver a la enfermería... No, será mejor dejar que los pacientes descansen más. Paseo por el castillo en busca de algo que hacer. Las reparaciones están casi terminadas y no se requiere más ayuda, los alumnos van recuperándose y la enfermería se vacía poco a poco. Salgo al patio para ver cómo algunos de los estudiantes de Durmstrang entran al castillo. Son todos mayores así que imagino que son los seleccionados para luchar a mi lado. Pasan junto a mí en una fila perfectamente ordenada y entre todos ellos mi mirada se cruza con la de un nórdico conocido.

Hararld.

Apenas me he acordado de él desde... Bueno, desde que intentó besarme. Ahora que reconozco mis sentimientos es aún más vergonzoso así que aparto la mirada rápidamente. Sin embargo siento que sus ojos me atraviesan durante todo el tiempo que tardan en entrar. Esta vez no es una mirada compasiva ni enamorada, no es una mirada como las de antes. Esta vez, lo único que soy capaz de percibir es un frío aterrador.

-Eso no ha sido nada agradable -oigo una voz a mis espaldas.

-Completamente de acuerdo -se oye una segunda.

Dos cabezas pelirrojas e idénticas aparecen de la nada detrás de mi.

-Fred, George. -saludo.

-¿Qué hay? Parece que no has entablado muy buenas amistades con cierto nórdico -dice Fred señalando la puerta por la que Harald se acaba de marchar.

-¿Cómo sab..

-Uno de ellos parecía matarte con la mirada, a alguno no se nos escapan esos detalles -me aclara George.

-Por si te interesa George y yo hemos trabajado en una bomba fétida nueva que quizá le hacía desfruncir su ceño un poco -comenta Fred con ganas.

-Ja, ja, ja, ja quizá más adelante -contesto divertida.

-Tonterías, estás demasiado estresada últimamente. Que si el ex novio... que si el novio... que si el nórdico odioso... ¡Chica no das ni una!

-Por suerte para ti nosotros sabemos cómo levantarte el ánimo...



Sin darme tiempo a responder me agarran y me arrastran corriendo por los pasillos. Acabamos frente al retrato de la señora gorda, la entrada secreta a la sala común de Gryffindor.

-Ya sabéis que yo no puedo entrar. Os espero aquí.

-¡Oh, venga! ¡Atrévete!

-Déjala Fred, es una rajada...-¿Disculpa? ¿Me ha llamado rajada? Una chispa se enciende en mi interior. Me acerco al retrato y digo la contraseña secreta, rezando por que no la hayan cambiado desde que me marché de Gryffindor. Por suerte para mi es la misma, y aunque la señora gorda me mira extrañada, abre su puerta para mi. En cuanto estoy dentro me giro hacia los gemelos.

-¿Aún soy una rajada? -digo levantando una ceja. Me satisface enormemente haber aprendido a hacerlo.

-Eso aún está por ver.... -dicen al unisono.

Creo que nuestra próxima actividad será muuuy interesante...







             "Juro solemnemente que esto es una travesura..."






viernes, 14 de febrero de 2014

Capítulo 40

Narra _______:


Simplemente me quedo quieta. No soy capaz de moverme. Un sudor frío recorre mis extremidades incapacitándolas. Sigo en el comedor, esperando. Esperando...esperando ¿a qué? No lo sé. ¿A que Draco vuelva? ¿A que todo pase? Esperando que esto no sea más que una triste pesadilla. Pero si Draco está en ella, ¿No sería un sueño? Todo es muy confuso. No debo agobiarme más, no debo ser débil. No ahora.

Con gran fuerza de voluntad me levanto de la mesa y me dirijo al lugar donde se encuentra Evenaar, una parte del patio de atrás del castillo, donde Hagrid lo ha puesto todo a la disposición del dragón.

-Buenos días Evenaar -le saludo un poco más animada. Siempre es reconfortante verle.

"_________, siento algo oscuro dentro de ti ¿te encuentras bien?" habla el dragón en mi mente.

-No es nada, solo estoy preocupada

"Una preocupación muy grande entonces. ________, sabes que puedo ver a través de ti, literalmente. Estamos unidos. De nada sirve que lo ocultes."

Pronuncio una leve carcajada. Aún me cuesta recordar ese pequeño detalle.

-Aveces no es nada conveniente esto de la unión ¿sabes? -los ojos de Evenaar me sonríen.

"Entonces deja de ocultarlo y cuéntamelo"

-Esta bien...-suspiro-. Es por Draco, últimamente parece que estoy dando palos de ciego con él. Sólo se hacerle enfadar.

"Puede que no sepa mucho sobre las relaciones entre humanos, quiero decir, entre dragones es todo mucho más simple y natural..."

-Ahórrate los detalles por favor -digo bromeando. Evenaar deja escapar un gruñido pero yo sé que se está riendo y eso me reconforta.

"Quería decir que hacéis montañas de un grano de arena. Le estás dando demasiadas vueltas y eso nunca es bueno. Ahora sólo limítate a esperar, entrena, distráete y con el tiempo él lo entenderá también"

- ¿Tendré que esperar mucho? Esto va a ser muy duro...

"No sé lo que pasa por la cabeza de ese muchacho pero puedo sentir que su alma es noble, lo entenderá, estoy seguro."

Vuelvo a sonreír a mi escamoso amigo.

-Entonces creo que es hora de despejarnos un poco. ¿Te hace un paseo aéreo?

"Eso siempre"


Narra Draco:

Cuando llegué al comedor _______ ya se había marchado y tras buscarla durante diez minutos por fin di con alguien que la había visto con su dragón. Corro hacia el patio a tiempo para ver como ambos, jinete y dragón, alzan el vuelo con gran velocidad. ¡Mierda! No deberían hacer eso, el escudo que protege la escuela no es lo suficientemente alto como para proveer de un espacio aéreo en el que puedan entrenar. Probablemente traspasarán el escudo y quedarán sin protección. No puedo dejarla a merced del psicópata que deambula por los bosques. He de ir tras ella.

Me apresuro a ir hacia el campo de quidditch y cojo mi escoba, una nimbus 2001 que, aunque es más bien improbable, espero que sea lo suficientemente rápida como para alcanzar a esos dos.
Alzo el vuelo y les persigo por el aire. Por suerte aún no han cogido velocidad así que me resulta más fácil acercarme, pero sigue sin ser suficiente.
Cuando veo que las alas del dragón comienzan a batirse más raído grito el nombre de _________ con la esperanza de que me oiga. Si aumentan el ritmo no seré capaz de llegar hasta ellos. Para mi desgracia mi voz no se oye a esta distancia y Evenaar y ________ continúan.
Empiezo a desesperarme pues no sé que más puedo hacer. Sólo tengo clara una cosa; no han de salir del escudo. 
Pronto una loca idea aparece en mi mente y, sin tener tiempo para meditarla, la realizo. Con mi varita apunto hacia el sitio por el que he venido y mientras fijo mi mirada en el gigantesco dragón grito.

-¡Expelliarmus!- un rayo escarlata sale disparado desde mi varita. Su potencia me propulsa hacia delante a una velocidad en la que me cuesta mantener el equilibrio sobre la escoba. Demasiada velocidad, debería decir. Pierdo el control de mi escoba y me tambaleo hacia los lados. Hago un último esfuerzo por sostenerme y alcanzar a _________ pero no sale bien y me precipito al vacío.

-Aaaaaaahhhhhhh!! -grito. Entonces ________ me oye, y menos mal porque si no estaría hecho tortilla. Hace que Evenaar cambie de dirección y ambos acuden en mi ayuda. No pasa mucho cuando noto el impacto de mi cuerpo contra el escamoso cuerpo de la bestia.

-En los cuentos que me leían de niña solía ser el apuesto caballero quién acudía al rescate de la bella princesa -me dice _______ con su sonrisa de medio lado. Parece que se acuerda de la pelea que tuvimos antes porque de repente su mirada se apaga y su sonrisa se desdibuja. Gira la cabeza y sin que me de tiempo a añadir nada aterrizamos de nuevo en el patio.

-_________... - empiezo. Nada más comenzar a hablar veo que los ojos de la muchacha se cristalizan. Estoy acostumbrado a verla segura y fuerte, y odio no saber como actuar cuando es tan frágil.
Antes de continuar no puedo reprimir el impulso y la abrazo, cosa que ella al parecer agradece, pues rodea mi cuerpo con sus brazos también. - Sabes que no deberíais salir del escudo del castillo. -digo aún entre sus brazos.

-Lo sé es sólo que... en fin, necesitábamos despejarnos un poco. -se separa de mi despacio pero aún trata de evitar mi mirada. No puedo seguir enfadado con ella, no ahora. Ya no.

-_________ mírame -digo sujetando su cara con ambas manos. - La realidad es como es, y vas a tener que afrontarla. Yo ya lo he hecho y entiendo por qué dudaste en aquel momento. Pero lo pasado pasado está, no voy a darle más vueltas así que deja de torturarte por esa minucia, no estoy enfadado. -al oír esas últimas palabras noto que sus facciones se relajan por un segundo.

-Pero fue cruel...

-Has pasado por mucho, entiendo que quieras liberarte de tus cadenas como sea. Sólo te pido que la próxima vez me dejes estar a tu lado para ayudarte.

__________ no dice nada. Se limita a observar mi rostro y yo vuelvo a perderme en sus profundos ojos, ahora repletos de lágrimas que amenazan con salir.

-Además, creo que tengo cuentas pendientes con el mal nacido ese. Quizá si le pides a Evenaar que se lo coma... -suelto en broma para intentar destensar la situación. Me relajo cuando _________ se ríe. Evenaar parece opinar al respecto en su cabeza y ella se gira hacia el dragón con brusquedad.

-Dice que alguien tan podrido le daría dolor de estómago-me aclara

-Y no le falta razón... - una vez más ambos nos quedamos callados - Entonces ya está todo arreglado... -diga casi preguntando. _________ me sonríe.

-Aún nos queda el tema del ex novio psicópata pero si, está todo arreglado.

La alegría que siento cuando dice eso último es algo que me va a acompañar hasta la tumba. Estoy tan feliz que lo único que puedo hacer es alzar su rostro y juntar sus labios con los míos. _________ me corresponde pasando sus manos por mi cuello y acariciando mi cabeza. Desearía parar este momento pero desgraciadamente la falta de aire nos hace separarnos.

-No sabes cuánto he echado de menos esto - se me escapa. Noto como mi cara se sonroja y a ________ no le pasa inadvertido.

- Definitivamente eso es algo que no se oye todos los días... Pero estoy tan feliz que sólo por hoy voy ha hacer una tregua contigo.

-¿Una tregua? Lo siento pero yo nunca he dicho que vaya a dejar de picarte, sinceramente lo disfruto enormemente. -_________ me golpea en el hombro ofendida y yo suelto una carcajada.

-Eres un...

-Encantador príncipe con un pelo envidiable. -parece que va a replicarme pero de repente se para y me mira directamente a los ojos.

-Si, justamente eso.

Quiero besarla de nuevo cuando alguien nos interrumpe.

-Señorita _________, o bueno... si ha descubierto ya su apellido le agradecería que me informase. El director desea verla en su despacho. -dice la profesora McGonagall con su habitual tono.

De pronto recuerdo por qué fui a buscar a _________; tenía que informarle sobre la conversación del director con el ministro de magia Fudge. Tenía que decirle que el Torneo continuaba y que estábamos sólos.
Quizá sea eso lo que Dumbledore desea decirle...


Narra _________:

-¡¿Qué!? - exclamo cuando Draco me informa de que el Torneo continuará. No me puedo creer que el ministerio vaya a ocultar esta batalla a todo el mundo...

Caminamos por los pasillos del castillo rumbo al despacho de Dumbledore, el cual me ha solicitado, y por el camino Draco me ha relatado su pequeño encuentro con el director en la orilla del lago. No tardamos en llegar a nuestro destino y cuando lo hacemos Draco decide esperar en la entrada.


-¿Quería hablar conmigo director? -pregunto una vez adentro. Dumbledore se encuentra sentado en su escritorio, que está cubierto por un montón de pergaminos dispersos que le ocultan.

-¡Ah! Señorita ________, supongo que el señor Malfoy ya le ha informado de la situación en la que nos encontramos. No te preocupes, recibirás toda la ayuda por mi parte. Por eso he estado ideando un plan que tal vez nos ayude a acabar con esto lo antes posible.

-Le escucho

-De acuerdo, el director Karkarov nos ha ofecido una terintena de sus alumnos más fuertes, que actualmente se encuentran entrenando para la batalla. Entre las Beauxbatons también hay algun voluntario y justo ahora el profesor Snape y McGonagall están haciendo una prueba a los alumnos de últimos cuersos de Hogwarts para seleccionar a los más aptos. Todos ellos lucharán a tu lado cuando la batalla llegue. Entre tanto has de hallar un modo de utilizar aquel diamante en nuestro beneficio. Tal vez puedas usarlo como fuente alternativa para tu cetro... quién sabe, dejo eso a tu cargo.

-Y.. ¿ya está? Pensaba que el Torneo...

-El Torneo es completamente relevante en estos momentos, a pesar de lo que diga Fudge no voy a poner en riesgo la vida de más alumnos por un mero temor. No te preocupes y concéntrate en tu poder. Tal vez úsando la piedra puedas hallar dónde se encuentran las otras seis, y por consiguiente, dónde se encuentra Saphir.

-De acuerdo profesor, y... gracias por todo.

-No me las des, __________, como te dije ya una vez; Hogwarts prestará su ayuda a todo aquel que la pida, o más bien, a todo aquel que la merezca.

Dumbledore me sonríe una vez más antes de que abandone el despacho. Estoy decidida, ya no hay nada que me pare... excepto la espalda de Draco cuando abro la puerta. Me choco contra él sin poder evitarlo.

-¡Hey! ¡Cuidado!

-Lo siento, no deberías ponerte en mitad del camino.- le digo acusadora.

- Y tu no deberías pasarte, estás hablando con un príncipe.

-Si, lo que tu digas... -me río. Ambos comenzamos a caminar sin rumbo.

-Escucha he estado pensando en lo que dijo McGonagall -empieza Draco.

-¿Qué dijo?

-Lo de tu apellido ¿Recuerdas cómo es? -me detengo a pensarlo un momento pero nada acude a mi cabeza. Me separaron de mi familia cuando era muy pequeña, es normal que no lo recuerde.

-No, en realidad creo que nunca he tenido uno.

-Me lo temía ¿entonces por qué no te buscas uno?

-Es una buena idea.

-¡Genial! Entonces... ¿Qué te parece... Malfoy?

-¿Qué? ¿Y apellidarme como el príncipe de los lechosos? Creo que paso, gracias. -digo picándole.

-Disculpa pero es un apellido con mucha clase, aunque una plebeya como tu es incapaz de apreciar su belleza.

Me giro bruscamente y me planto delante del rubiales obligándole a detenerse.Me acerco despacio a Draco y me paro a escasos centímetros de su rostro.

-Plebeya ¿eh? Es una pena, nustras clases sociales son tan diferentes que creo que esto no podría funcionar principito - le empujo hacia atrás suavemente con una media sonrisa en la cara pero antes de que logre separarle del todo Draco agarra mi muñeca y tira de mi hasta que nuestros cuerpos quedan pegados. Es increíble lo bien que encajan, como dos piezas de un mismo puzle.

-Lo siento, pero este príncipe no va a renunciar a uno de sus mejores pasatiempos por una simple diferencia social - me contesta con suficiencia. Pronto su cara se vuelve tremendamente seria. -Y cuando digo que deberías llevar el apellido de un príncipe es porque no voy a rendirme hasta que eso sea verdad.

Sus labios se juntan con los míos en un beso cargado se sentimientos. Nuestras lenguas bailan al compás de nuestras bocas y sólo cuando nos separamos entiendo que ha querido decir.



"En mi cielo ya no quedan confusas nubes negras"


viernes, 7 de febrero de 2014

Capítulo 39

Todo está patas arriba en el castillo. Ha pasado un día desde la batalla ganada pero aún contando con la magia del director no hemos conseguido acabar con las reparaciones del salón. Los alumnos se van recuperando pero algunos de los más pequeños todavía guardan cama bajo los atentos cuidados de la señora Pomfrey. También se ofreció a cuidarme a mi pero rechacé su propuesta, quería dormir en mi cama. La verdad es que ha sido una noche muy dura, Ailén estuvo en la enfermería así que la habitación se ha quedado muy sola, como yo. Hermione también está guardando cama, aunque en su cuarto con los Gryffindors. Y Draco...
Bueno, Draco no me ha dirigido la palabra, se dedica a ayudar cuanto puede a la señora Pomfrey. También le vi con Dumbledore reparando los daños colaterales de la batalla e incluso levantando la barrera mágica que ahora cubre toda la escuela para que el incidente no se repita. Apenas quedan en él restos del antiguo y malcriado Draco Malfoy, príncipe de Slytherin. Trato de no pensar mucho en ello para no derrumbarme. Necesito tener la mente despejada y organizar un plan de ataque. Tengo poderes nuevos y el diamante de la pureza, esta vez Saphir no se escapará.

Por otro lado tanto profesores como alumnos aún se sorprenden de tener a un gigantesco dragón negro en los jardines del castillo, aunque Hagrid está encantado. Se ha ofrecido a proporcionarle refugio y alimento, nunca lo había visto tan contento. El profesor Dumbledore me explicó que siempre quiso tener un dragón, así como varias criaturas mágicas tan extrañas como peligrosas y luego mantuvimos la inevitable charla en la que yo le conté todo lo que había pasado, de principio a fin.

Son más de las doce. Hace casi seis horas que llevo despierta y el sueño no se abre paso. No puedo descansar, no con todo esto en la cabeza. He decidido que ya es hora de desayunar y me dirijo al comedor a picar algo. Está casi vacío. No hay ningún profesor y la mayoría de los alumnos o están en la enfermería o hace rato que han desayunado. En la mesa de Slytherin a penas quedan un par de personas. Dos chicas de tercer año que no tocan su comida y comparten miradas de temor, y un joven de pelo platino que contempla su comida en silencio, sin hacer el más mínimo movimiento. Me acerco a este último con un nudo en el pecho.

-Buenos días... -digo. El miedo que siento hace que mis palabras a penas sean audibles. Nada más que un leve susurro, pero él me ha oído y alza la cabeza. Tiene un aspecto horrible, lleva ayudando a la gente desde que terminó la batalla y las marcas de cansancio se manifiestan como profundas sombras bajo sus claros ojos. Draco me observa y su mirada se cristaliza.

-No son buenos, _______- dice. Esas gélidas palabras me atraviesan como cuchillas. Me siento a su lado y comienzo a picar algo, pero pronto pierdo el apetito. El silencio se adueña de la mesa, no sé que decir, quiero solucionarlo pero apenas encuentro las palabras. Le he hecho daño y eso es algo que no me perdonaré nunca. Decido que tengo que asumir las consecuencias. Debo intentar recuperarlo y esperar que él me perdone. Así que allá voy...Hago ademán de empezar la conversación pero Draco me interrumpe

- Antes de que digas nada quiero saber algo. Sabías de la traición de Saphir, sabías el daño que te había hecho, sabías que te estaba engañando... Y aún sabiendo todo eso decidiste creerle. ¿Por qué?

-...-me quedo en blanco. No tengo respuesta, ni yo misma fui consciente de mis actos.

-Responde.

-No sé qué decir. Tienes razón, sabía todo eso, es sólo que... No sé ¿un impulso? Pienso que tal vez quería creerle, quería creer que sus promesas eran ciertas. Tu tienes suerte, has vivido con una familia, rodeado de amigos, rodeado de amor, aunque no quieras verlo. Cuando yo estudiaba estaba sola, mis compañeros me habían dejado atrás y la única familia que tuve me fue arrebatada a una edad temprana. Cuando descubrí mi don y Saphir me apoyó mi cuerpo se lleno de una felicidad envenenada, pero era felicidad al fin y al cabo. Y me sentí llena, me sentí querida. Quizá aún no quiero creer que aquellos días felices fueron una mentira, que quedaron en el pasado.

-¿Es que acaso eres infeliz ahora? ________, tu me has hecho ver lo que está bien, me has hecho cambiar. Yo también te he apoyado y nos hemos reído juntos, ¿Es que aún así no se puede comparar con tu época pasada?- me dice molesto.

-Yo...-suspiro-. Yo no soy infeliz... pero no puedo evitar pensar que no pertenezco a esta realidad. He viajado a través del tiempo quinientos años, he tenido que rehacer mi vida de cero... Y de repente descubro que tengo poderes inimaginables, que mi mejor amigo es un dragón del Tiempo y que tengo un ex novio malvadamente loco que intenta conquistar el mundo. Ahora mismo en mi cabeza no hay sitio para diversión o felicidad, sólo un objetivo. Algo que debí haber hecho hace mucho tiempo... -alzo la cabeza para contemplar el techo hechizado del comedor, se ve un bonito cielo azul y alegres nubes blancas como algodón. Se parece al cielo que solía contemplar con mi padre en nuestra granja. Cierro los ojos y por un momento trato de imaginar los grandes campos verde y la brisa suave y fresca que azotaba mi cara cada mañana. Poco a poco los abro y veo como Draco aún me contempla.

- ¿Y después qué? -dice despacio.- No puedes volver al pasado, ahora este es tu tiempo.

-No, no soy parte de esto. Os he involucrado en una lucha que debió haber terminado hace quinientos años. Hay docenas de alumnos malheridos, mis mejores amigas están guardando cama por mi culpa y aún así yo he dudado a la hora de elegir un bando, te he hecho daño y me arrepiento horriblemente. Quiero que me perdones, quiero solucionar todo para después desaparecer para siempre...

-¿Desaparecer? ¿Vas a volver a tu tiempo o qué? -dice en burla.

-Bueno... quizá Evenaar pueda llevarme de vuelta...

-¡¿Pero es que no lo entiendes?! ¡Deja de aferrarte a tu pasado! Ahora Hogwarts es tu hogar, y sus alumnos tus amigos. Cuando Saphir sea derrotado no tiene por qué cambiar nada. Nadie te guarda rencor. ¡Te lo estamos ofreciendo todo, _______! Eres tu la que no lo quiere ver... -acto seguido se levanta y se va, demasiado rápido como para que encuentre palabras con las que impedírselo.



Narra Draco:

Me levanto furioso de la mesa. Sé que es lo último que debería hacer pero voy a reventar. Entiendo el infierno por el que _______ ha pasado y por el que está pasando ahora mismo. Quiero decirle que ya no estoy enfadado, que la apoyo, que todos lo hacemos, ¡Pero es que se niega a aceptarlo! Cree que es una carga para todos y que debe lidiar con sus problemas ella sola. Me da mucha lastima pensar que su actidud ha sido causada por los tristes años de soledad que ha pasado, pero ha de pasar página de una vez y aceptar que los amigos están para ayudar.
Decido salir a que me de un poco el aire. Necesito calmarle y tal vez después vaya a hablar con ________ y se lo explique todo mejor. Me duele haberla dejado sola en el comedor porque sé que eso solo la hará resguardarse más de todo el mundo, y precisamente eso es lo que pretendo evitar. Me dirijo hacia el lago, vaya vaya, hace tan solo un par de meses no me hubiera acercado a este lugar ni por asomo, y menos para pensar en alguien más. Las cosas han cambiado bastante...

Llevo ya un rato sentado a las orillas del lago, con la mente en blanco, y de pronto oigo el ruido de unos pies que se acercan pisando las ramas caídas que se desperdigan por el suelo. Cuando me giro veo al ministro de magia paseando junto al director. No me han visto así que decido acurrucarme junto a la maleza para escuchar su conversación.

-...es lo mejor.¡Imagínate si todo el mundo se entera! Sería un escándalo público. "Joven domadora de dragones regresa tras quinientos años gracias al poder de su fiel bestia" Un titular bastante largo y tentador. No Albus, hemos de continuar, nadie debe saber lo que está pasando en Hogwarts, tenéis que resolverlo solos, lo siento amigo, es una orden.

-Esta bien ministro Fudge, entiendo su preocupación, no obstante me veo obligado a pedirle que nos otorge cierta ayuda. Mis alumnos se encuentran en su mayoría indispuestos y me temo que nos enfrentamos a una amenaza mundial, sería conveniente tener a un par de magos especializados para la ocasión.

-Veré lo que puedo hacer, pero le aconsejo que no espere mucho. -dice el ministro como despedida y se marcha dando grandes zancadas.

-A veces me sorprende lo poco capaces que son las personas con más recursos del planeta, ¿no cree señor Malfoy?

Doy un respingo y me levanto con caultela.

-Lo siento profesor, estaba aquí y no pude evitar...

-No se preocupe, no era algo sobre lo que no debieses saber.

-Entonces.. ¿De qué hablaban?

-Verás, el ministro ha tenido la amabilidad de visitarnos en persona debido a los recientes acontecimientos. El curso en Hogwarts debe continuar y eso incluye seguir con el Torneo.

-¿Que? ¡Pero si la escuela esta medio destruida!

-Esa misma ha sido la reacción de la profesora McGonagall al enterarse. Por supuesto nuestros alumnos no están en condiciones pero, piénsalo de esta forma: Una joven ha llegado desde el pasado, dueña de un poder inmenso que hace tiempo que se creía extinto. La acompaña un Dragón con sus mismos poderes y un enemigo más fuerte que nadie que quiere dominar el mundo. Si la gente se entera el pánico entrará en escena y todo será un caos. Por no hablar de las muchas personas que cegadas por la avaricia intentarán hacerse con ese poder.

-¿Quiere decir que tenemos que luchar contra Saphir y a la vez hacer como que no pasa nada?

-Eso me temo joven Malfoy. Si la escuela no continúa con el Torneo la gente empezará a sospechar. Ha de ser como es.

-¿Y las otras escuelas?

-Sus directores ya han sido informados de la situación y han accedido a ofrecer a sus mejores alumnos en batalla.

-Me parece de lo más rastrero... -siseo por lo bajo. El director me oye y pronuncia una leve sonrisa.

-En cualquier caso la llegada de la joven ________ nos ha proporcionado grandes satisfacciones ¿no cree?- le miro sorprendido, ¿qué habrá averiguado el abuelete este?. Vuelve a sonreír ante mi cara de asombro sabiendo que ha dado en el clavo - Es tarde, debería volver ya al castillo. La charla con Fudge me ha dejado hecho polvo. Que pase una buena mañana señor Malfoy.


Parece que la cosa se pone cada vez más dura. _________ no sólo va a tener que combatir a un enemigo jurado, sino también pasar las pruebas del Torneo. Está claro, no puedo dejarla sola más tiempo.
No tardo ni dos segundo en echar a correr hacia el castillo de nuevo.




       "Está atrapada en una red de engaños, no dejes que la historia se repita"



martes, 28 de enero de 2014

Capítulo 38

Me preparo para atacar. Pies firmes, postura fuerte. Estoy lista. Sin embargo Saphir no hace ademán de levantarse de la silla. Me mira de forma siniestra y entonces sé lo que va a hacer...

-¡¡No te atrevas bastardo!! -pero ya es demasiado tarde. Dos chicos de Slytherin se abalanzan sobre mi lanzando una maldición. Con un movimiento rápido evito su impacto a tiempo para ver a la chica de Hufflepuff que intenta atraparme por la espalda. Salto fuera de su alcance y giro sobre mis talones para estar atenta a cualquier movimiento de los alumnos. El muy sucio de Saphir los utiliza en mi contra, sabe que no les haría daño jamás. De momento sólo puedo esquivarlos. Mis pensamientos se ven interrumpidos por un grupo grande de alumnos que me ataca.

Cruccio! - gritan todos al unísono. Me sorprendo de la potencia de su hechizo. La mayoría de los que me lo han lanzado a penas son capaces de conjurar un buen expelliarmus. Saphir no sólo les controla, está exigiendo a sus cuerpos niveles de magia superiores a su capacidad, y yo sé cómo aprovecharme de eso.
Me muevo entre los alumnos, atacando con hechizos menores y esquivando algún que otro ataque físico. Cada vez más alumnos comienzan a atacar con maldiciones, y cada vez son más fuertes. Pero poco a poco mis compañeros se van quedando sin energía y caen rendidos al suelo.

Saphir, que hasta hace unos momentos contemplaba el espectáculo divertido, comienza a darse cuenta de mi estrategia y logro ver cómo aprieta los puños con fuerza. Pronto ya sólo quedo yo en pie, y apenas he gastado fuerzas. Me planto delante de Saphir y le miro desafiante, esta vez tendrá que venir él.

De nuevo vuelvo a equivocarme. Hace un gesto con la mano y una de las puertas laterales de la habitación se abre con un fuerte ruido. Y por ella entra ni más ni menos que Hermione.

-Como sabrás, esta chica tiene potencial -me dice Saphir con su típica media sonrisa arrogante, en eso si se parece a Draco. Draco... olvido el dolor que me causa haber sido traicionada por él y me centro en Hermione - Ella no es como el resto, estoy seguro de que va a ser una pelea muy reñida -concluye el maldito.

Miro a Hermione y le ruego con la mirada que se detenga, pero para mi desgracia está tan poco consciente de sí misma como los demás. Me preparo para su ataque con gotas de sudor sobre la frente.

-¡Reducto! - exclama con potencia. El potente hechizo pasa rozando mi oreja y estalla en la pared de detrás. Me extraña que Hermione no haya acertado pero lo olvido cuando veo que la pared de la sala está derrumbándose y a punto de aplastar a unos cuantos alumnos. Me apresuro a protegerles con un hechizo, pero mientras lo lanzo me doy cuenta de la trampa. Hermione intenta ocuparme para atacar por la espalda. Con gran esfuerzo evito su maldición y logro salvar a los alumnos. Esto se me está complicando mucho.

-¡Hermione! Escúchame, puedes deshacerte del hechizo de ese bastardo. Yo sé que puedes. -esquivo un puñetazo directo y sigo persuadiéndola mientras retrocedo. -. No dejes que te controle, eres más fuerte que eso.

Hermione no dice nada, no reacciona, pero da igual. Mi nuevo plan se ha puesto en marcha y está llendo como la seda. Veo cómo Saphir se ríe de mi supuesta inocencia al intentar deshacer un hechizo tan poderoso con meras palabras. Lo que él aún no sabe es que estoy haciendo trampa, no intento deshacer su hechizo. A medida que las palabras salen de mi boca retrocedo más y más. Desde fuera parece que me siento amenazada, que recurro a la palabra como último recurso, pero bien sé yo que eso no es verdad. Intento acercarme a Saphir sin levantar sospechas, y cuando esté lo suficientemente cerca... Me haré con la esfera de poder que lleva en el cuello. Con todas las piedras juntas la esfera de tamaño mediano ha adquirido un tono perlado, casi espectral. Saphir la lleva sobre una sujeción de plata en forma de serpiente, que se ata a una cadena y cuelga del cuello.

-Hermione... por favor... sé que puedes... -sigo con mi teatrillo. Ya he empezado a subir los escalones que llegan a la tarima donde se encuentra Saphir.

Bombarda Máxima! - grita Hermione, y entonces sé que esta es mi oportunidad. Me tiro al suelo y el hechizo vuela sobre mi cabeza, va directo hacia Saphir. Sin más remedio éste se abalanza sobre la fría piedra para evitar que la gran silla del director estalle con él encima. Sin perder más tiempo y aprovechando la nube de escombros me acerco a Saphir y agarro el colgante con la esfera. Tiro de ella con fuerza para soltarla pero noto como la sujeción en forma de serpiente se mueve y se enrosca entorno a mi muñeca con fuerza. Es imposible soltarse. Saphir se levanta y sin más opción sigo su movimiento.

-Qué tramposa y astuta eres cuando quieres... Por eso sigo pensando que seríamos unos grandes aliados, pero me ha dolido que rechazases mi oferta y era única, así que será una lastima tener que acabar contigo. -dice Saphir a escasos centímetros de mí. Saca su varita y la clava en mi pecho.- Adiós ________.

No se lo cree ni él, ni en broma voy a rendirme ahora que estoy tan condenadamente cerca.

"Evenaar, espero que tengas algún truco bajo la manga porque necesito tu ayuda más que nunca"

No pasan ni dos segundo cuando lo noto. Un extraño calor se empieza a crear en mi interior, algo que arde corre a través de mi sangre. Me inunda, me llena, un calor que se adueña de mi cuerpo.
Miro la mano que tengo libre y veo que las yemas de mis dedos se han vuelto de un color incandescente. Y de pronto pasa. De pronto mi cuerpo estalla en llamas. Mis brazos, mis piernas, mi cabeza. Todo. Pero las llamas no queman ni mi piel, ni mi pelo, ni siquiera mi ropa o lo que queda de ella.

Me siento poderosa.

De un tirón arranco la serpiente de hierro de mi mano, y con ella, la esfera. Saphir no deja de mirarme con horror y desprecio, pero retira su varita y se echa para atrás. Alzo la esfera en mi palma y cierro los dedos a su alrededor. Aprieto con fuerza y la esfera se resquebraja.

-¡NO!- grita Saphir.- No puedes hacer eso.

-¿A, no? - digo apretando un poco más y agrandando las grietas -. Yo creo que si.

-No lo hagas ______, por favor. -su cara ahora alberga un temor tan profundo que jamás creí que pudiera llegar a sentir. Me suplica con la mirada -. Si rompes la esfera desapareceré. Fue el objeto al que ligué mi alma para poder vivir hasta el día en que te encontrase.

-¿Y por qué debería dejarte vivir? Tus excusas sólo aumentan mis ganas de acabar contigo.

- No eres sincera contigo. Sé lo que sientes, sé que en el fondo he sido la única persona que te ha llenado, aunque te duela mi traición... Pero puedo cambiar. Lo haré por ti.

Saphir se aproxima poco a poco. Tiene razón, es el único que me ha comprendido del todo, o lo ha fingido. Tal vez sea verdad, tal vez pueda cambiar... Dejo que se acerque hasta casi sentir su respiración y las llamas abandonan mi cuerpo, aunque mantengo la esfera prudentemente envuelta con el fuego.

Las puertas grandes se abren de nuevo.

-¡No _______! -grita un Draco malherido y agotado.- ¡No dejes que te engañe!

No entiendo nada. Draco había vuelto al baile, yo misma le vi.

-¿Qué haces aquí? Tu habías regresado al castillo, me dejaste sola. -le digo confusa.

-¿Como? ¡No! No quise dejarte sola. Jamás. ¡Fuiste tu, maldito bastardo, el que me atacaste y retuviste! -dice eso último dirigiéndose a Saphir.

-¡Pero yo te vi huir por el bosque! Saphir me mostró como...

-¿Cómo huía? ¿De veras crees que es lo que yo haría? ¿No has pensado que al asqueroso de tu noviete le venía muy bien que tu creyeras eso? Pero claro, ahora que sé cuanto te importo lo veo todo más lógico -me dice hecho una furia. Soy horrible, tiene razón. Me he creído todo lo que Saphir decía a pesar del daño que me ha hecho. Y por su culpa he apartado de mi lado a la persona que verdaderamente se preocupaba por mi. Que asco me doy...
Miro a Saphir con tristeza y este me profiere una sonrisa cargada de locura. En un abrir y cerrar de ojos se abalanza sobre mi y aún quemándose la mano logra hacerse con la esfera. Vuelvo a envolver mi cuerpo en llamas ante la sorprendida mirada de Draco y las lanzo tras Saphir, que cae sobre la piedra. No tarda en levantarse y salir corriendo de la sala. Draco corre en su busca pero le hago un gesto para que se detenga.
Sobre el suelo lleno de escombros hay un objeto que brilla. Algo transparente que transmite un aura pacífica.
De la esfera de poder se ha caído una piedra. Un diamante. En diamante de la pureza.

Giro mi cabeza para comprobar cómo los profesores y algunos alumnos, entre ellos Hermione, se levantan y quedan libres del hechizo. Hemos ganado esta batalla. Mis piernas tiemblan de agotamiento y empiezo a sentir los músculos contraídos. No me creo todo lo que ha ocurrido en medio día. Todos los secretos desvelados, todas las penas lloradas... Pero aún hay una gran piedra en mi corazón...
Miro a Draco con remordimiento mientras este ayuda a los alumnos más heridos. Nuestras miradas se cruzan por un instante pero él la aparta enseguida.
Después de sufrir tanto en mi vida, después de pasar las últimas horas en un horrible baño de sangre, después de ver mi pecho literalmente atravesado... Aún después de todo eso ese pequeño gesto de Draco es lo que más me duele. El me lo ha dado todo, él sí que ha cambiado por mi y no el idiota de Saphir...

Y aún así he estado tan ciega...




          "Deja que el dolor fluya al exterior, como una nube que desprende frías gotas de lluvia"