-Madre mía... -susurro para mis adentros.
-Los señores le han pedido a Poppy que le diga a la señorita que la cena es a las nueve. Si necesita algo solo llame -dice la elfina, y acto seguido sale dejándome sola. Me tiro en la mullida cama llena de cojines con estampados exóticos y poco a poco el sueño me va venciendo.
Despierto enredad en las sábanas y con el pelo revuelto. No se por cuanto he dormido...¡Mierda!¡La cena! Me apresuro a mirar el reloj y darme cuenta de que ya son las nueve menos cuarto. Con la velocidad de un rayo me peino haciéndome más daño que nunca y me hago una coleta. Me enfundo mis vaqueros, me pongo el jersey y tras calzarme los zapatos salgo de mi habitación. Aún son menos cinco. Camino por los pasillos de la gran mansión y a pesar de que voy bastante abrigada sigo teniendo frío. Aunque ese no es mi mayor problema ahora ¡¿Cómo llego al comedor?! Se me ocurre llamar a Poppy pero nadie acude. Bajo por unas escaleras y al doblar una esquina evito chocarme por los pelos con alguien.
-Ten cuidado señorita, no es momento de andar correteando. -dice un hombre alto y de rasgos finos. Tiene el pelo por los hombros y de un inconfundible color platino y me mira como si le sorprendiese ver a alguien de mi calaña en este sitio -Soy Lucius Malfoy, el padre de Draco, es un honor poder conocer por fin a la joven que ha logrado traer de vuelta una magia muy antigua... -continúa besando mi mano.
-El placer es todo mío señor... -no voy a mentir. Este hombre me da miedo, da la sensación de estar tramando algo continuamente.
-Y dime ¿Qué hacías merodeando por el pasillo de tesorería a la hora de la cena?
-¿Tesorería..? Yo..¡Lo siento mucho señor! Salí de mi habitación en busca del comedor y parece que me he perdido...
-¿Perdido? Creo recordar haber enviado a un elfo doméstico en tu ayuda.
-¿Poppy? La llamé al salir pero parece que no me escuchó.
El señor Malfoy hace un gesto de desprecio mientras murmuraba cosas como <<castigar>> o <<inútil>>. Luego echa a andar indicándome que le siga y en un abrir y cerrar de ojos llegamos al comedor. Es una sala rectangular con una gran cristalera a un lado. En el centro hay una mesa grande y larga en la que hay dipuestos cuatro sitios. En uno de ellos está Draco, y enfrente hay una mujer esbelta, de cabello liso y largo, y del color característico de la familia.
-Narcissa querida, aquí traigo a nuestra invitada. -dice el señor Malfoy. Cuando la mujer se levanta observo su larga túnica azul oscuro. Sus ágiles y elegantes movimientos, y sobre todo su penetrante mirada me hacen sentirme inferior.
-Encantada de conocerla señora -digo con una leve reverencia. Parece que ella lee el miedo en mis ojos, sonríe satisfecha y relaja su expresión.
-Igualmente joven, me llamo Narcissa Malfoy. Por favor, siéntate junto a mi, la cena está a punto de llegar.
Hago lo que me dice y el señor Malfoy se sienta liderando la mesa. Estoy tan nerviosa que miro a Draco en busca de ayuda, pero el me ignora durante toda la velada. Cuando están trayendo el postre, Poppy se tropieza y derrama parte de la crema de limón sobre la túnica del señor Malfoy- Esté la maldice y ante todos la azota y la deja sin comida para la próxima semana. Yo lo veo todo aterrada. ¡¿Cómo puedes tratar asía aun ser vivo?! Es vil y cruel. Tengo ganas de intervenir pero veo más conveniente guardar parte del estofado que me ha sobrado en mis bolsillos. Los lleno hasta arriba de comida envuelta en papel para no mancharme demasiado. Cuando la cena termina, como yo esperaba el señor Malfoy envía a Poppy a guiarme hasta mi cuarto, y le ordena servirme durante mi completa estancia. Ha sido una noche horrible así que me alegro de llegar al cuarto por fin. Me tumbo en la cama y cuando Poppy se va a marchar la detengo.
-¡Espera! -digo.
-Desea algo más. ¿Azotar a Poppy por su mal comportamiento?
-¿Qué? Desde luego que no. -saco la carne de mis bolsillos y se la tiendo -Toma, he conseguido esto para ti.
Poppy empieza a llorar.
-Poppy le agradece. Poppy es feliz de que la señorita sea tan buena con ella, pero no puede desobedecer a los señores. Poppy vive para cumplir sus órdenes.
-Poppy... -digo tentándola -No vas a comer en una semana, y por desgracia, no hay mucho que yo pueda hacer, así que harías bien en comértela. Además, el señor te ha mandado servirme y mi deseo es que lo comas. Ven, siéntate conmigo en la cama.
Con lágrimas en los ojos Poppy obedece y mientra ella come yo le pregunto sobre su vida. Le hacen dormir el los establos, junto con siete elfos y elfinas más. Estay cada vez más indignada sobre cómo les tratan. Le pregunto por qué no se han escapado aún y me dice que solo pueden ser libres si su amo les regala una prenda, cosa que los Malfoy evitan con gran cuidado. Quizá tenga que intervenir...
Ya es muy tarde y Poppy se tiene que marchar a los establos. Me hubiera encantado ofrecerle estancia conmigo, pero sería muy sospechoso, y si quiero trazar un plan para liberarla será mejor no llamar la atención. No pasa mucho hasta que me duermo
Me despierto muy temprano, como siempre, y lo primero que hago es llamar a la elfina.
-Oye Poppy, ¿sería posible pasear por los jardines?
-Por supuesto señorita. Poppy los conoce como la palma de su mano.
-¡Estupendo! -digo mientras abro la puerta y cojo el Huevo de oro del Torneo, del que últimamente no me separo-Y por favor, llámame sólo ________, sin formalidades -añado con una sonrisa. Poppy me la devuelve.
-Lo intentaré.
Me conduce hasta los inmensos jardines. Están muy bien cuidados y los setos no tienen ni una sola rama sobresaliente, pero de alguna forma es todo muy frío y esquemático. Tan.... perfecto. Se echan de menos los grandes campos abiertos con la hierba larga y verde. Los árboles enroscados entre sí y los pequeños matojos de arbustos con flores que crecen aquí y allá. No puedo relajarme en un sitio como este, así que me tumbo de cara al sol y cierro los ojos, dejando que la suave brisa me calme.
Me imagino cómo será la siguiente prueba del Torneo...Probablemente mucho más dura que la primera. Acaricio el huevo, palpando cada milímetro de su superficie, en busca de alguna pista escrita... Ya probé a abrirlo una vez y a muchos de los que estaban presentes les sangraron los oídos gracias al chillido que emitió. Aaagh, ya me estoy poniendo nerviosa otra vez, me giro para contemplan a la elfina, que se ha quedado completamente dormida a mi lado. Pero no es solo eso lo que veo.
Las enormes patas de uno de los grandes lobos grises se para frente a mi.