martes, 29 de octubre de 2013

Capítulo 23

La habitación a la que me ha conducido Poppy es como mínimo dos veces más grande que la que comparto con Ailén. La cama con dosel se encuentra al lado de unas puertas de cristal que dan a lo que parece ser un pequeño balcón. A la izquierda hay un baño que también es sorprendentemente grande y un gran armario de madera barnizada y de aspecto antiguo justo en su entrada.

-Madre mía... -susurro para mis adentros.

-Los señores le han pedido a Poppy que le diga a la señorita que la cena es a las nueve. Si necesita algo solo llame -dice la elfina, y acto seguido sale dejándome sola. Me tiro en la mullida cama llena de cojines con estampados exóticos y poco a poco el sueño me va venciendo.


Despierto enredad en las sábanas y con el pelo revuelto. No se por cuanto he dormido...¡Mierda!¡La cena! Me apresuro a mirar el reloj y darme cuenta de que ya son las nueve menos cuarto. Con la velocidad de un rayo me peino haciéndome más daño que nunca y me hago una coleta. Me enfundo mis vaqueros, me pongo el jersey y tras calzarme los zapatos salgo de mi habitación. Aún son menos cinco. Camino por los pasillos de la gran mansión y a pesar de que voy bastante abrigada sigo teniendo frío. Aunque ese no es mi mayor problema ahora ¡¿Cómo llego al comedor?! Se me ocurre llamar a Poppy pero nadie acude. Bajo por unas escaleras y al doblar una esquina evito chocarme por los pelos con alguien.

-Ten cuidado señorita, no es momento de andar correteando. -dice un hombre alto y de rasgos finos. Tiene el pelo por los hombros y de un inconfundible color platino y me mira como si le sorprendiese ver a alguien de mi calaña en este sitio -Soy Lucius Malfoy, el padre de Draco, es un honor poder conocer por fin a la joven que ha logrado traer de vuelta una magia muy antigua... -continúa besando mi mano.

-El placer es todo mío señor... -no voy a mentir. Este hombre me da miedo, da la sensación de estar tramando algo continuamente.

-Y dime ¿Qué hacías merodeando por el pasillo de tesorería a la hora de la cena?

-¿Tesorería..? Yo..¡Lo siento mucho señor! Salí de mi habitación en busca del comedor y parece que me he perdido...

-¿Perdido? Creo recordar haber enviado a un elfo doméstico en tu ayuda.

-¿Poppy? La llamé al salir pero parece que no me escuchó.

El señor Malfoy hace un gesto de desprecio mientras murmuraba cosas como <<castigar>> o <<inútil>>. Luego echa a andar indicándome que le siga y en un abrir y cerrar de ojos llegamos al comedor. Es una sala rectangular con una gran cristalera a un lado. En el centro hay una mesa grande y larga en la que hay dipuestos cuatro sitios. En uno de ellos está Draco, y enfrente hay una mujer esbelta, de cabello liso y largo, y del color característico de la familia.

-Narcissa querida, aquí traigo a nuestra invitada. -dice el señor Malfoy. Cuando la mujer se levanta observo su larga túnica azul oscuro. Sus ágiles y elegantes movimientos, y sobre todo su penetrante mirada me hacen sentirme inferior.

-Encantada de conocerla señora -digo con una leve reverencia. Parece que ella lee el miedo en mis ojos, sonríe satisfecha y relaja su expresión.

-Igualmente joven, me llamo Narcissa Malfoy. Por favor, siéntate junto a mi, la cena está a punto de llegar.

Hago lo que me dice y el señor Malfoy se sienta liderando la mesa. Estoy tan nerviosa que miro a Draco en busca de ayuda, pero el me ignora durante toda la velada. Cuando están trayendo el postre, Poppy se tropieza y derrama parte de la crema de limón sobre la túnica del señor Malfoy- Esté la maldice y ante todos la azota y la deja sin comida para la próxima semana. Yo lo veo todo aterrada. ¡¿Cómo puedes tratar asía aun ser vivo?! Es vil y cruel. Tengo ganas de intervenir pero veo más conveniente guardar parte del estofado que me ha sobrado en mis bolsillos. Los lleno hasta arriba de comida envuelta en papel para no mancharme demasiado. Cuando la cena termina, como yo esperaba el señor Malfoy envía a Poppy a guiarme hasta mi cuarto, y le ordena servirme durante mi completa estancia. Ha sido una noche horrible así que me alegro de llegar al cuarto por fin. Me tumbo en la cama y cuando Poppy se va a marchar la detengo.

-¡Espera! -digo.

-Desea algo más. ¿Azotar a Poppy por su mal comportamiento?

-¿Qué? Desde luego que no. -saco la carne de mis bolsillos y se la tiendo -Toma, he conseguido esto para ti.

Poppy empieza a llorar.

-Poppy le agradece. Poppy es feliz de que la señorita sea tan buena con ella, pero no puede desobedecer a los señores. Poppy vive para cumplir sus órdenes.

-Poppy... -digo tentándola -No vas a comer en una semana, y por desgracia, no hay mucho que yo pueda hacer, así que harías bien en comértela. Además, el señor te ha mandado servirme y mi deseo es que lo comas. Ven, siéntate conmigo en la cama.

Con lágrimas en los ojos Poppy obedece y mientra ella come yo le pregunto sobre su vida. Le hacen dormir el los establos, junto con siete elfos y elfinas más. Estay cada vez más indignada sobre cómo les tratan. Le pregunto por qué no se han escapado aún y me dice que solo pueden ser libres si su amo les regala una prenda, cosa que los Malfoy evitan con gran cuidado. Quizá tenga que intervenir...

Ya es muy tarde y Poppy se tiene que marchar a los establos. Me hubiera encantado ofrecerle estancia conmigo, pero sería muy sospechoso, y si quiero trazar un plan para liberarla será mejor no llamar la atención. No pasa mucho hasta que me duermo



Me despierto muy temprano, como siempre, y lo primero que hago es llamar a la elfina.

-Oye Poppy, ¿sería posible pasear por los jardines?

-Por supuesto señorita. Poppy los conoce como la palma de su mano.

-¡Estupendo! -digo mientras abro la puerta y cojo el Huevo de oro del Torneo, del que últimamente no me separo-Y por favor, llámame sólo ________, sin formalidades -añado con una sonrisa. Poppy me la devuelve.

-Lo intentaré.

Me conduce hasta los inmensos jardines. Están muy bien cuidados y los setos no tienen ni una sola rama sobresaliente, pero de alguna forma es todo muy frío y esquemático. Tan.... perfecto. Se echan de menos los grandes campos abiertos con la hierba larga y verde. Los árboles enroscados entre sí y los pequeños matojos de arbustos con flores que crecen aquí y allá. No puedo relajarme en un sitio como este, así que me tumbo de cara al sol y cierro los ojos, dejando que la suave brisa me calme.

Me imagino cómo será la siguiente prueba del Torneo...Probablemente mucho más dura que la primera. Acaricio el huevo, palpando cada milímetro de su superficie, en busca de alguna pista escrita... Ya probé a abrirlo una vez y a muchos de los que estaban presentes les sangraron los oídos gracias al chillido que emitió. Aaagh, ya me estoy poniendo nerviosa otra vez, me giro para contemplan a la elfina, que se ha quedado completamente dormida a mi lado. Pero no es solo eso lo que veo.

Las enormes patas de uno de los grandes lobos grises se para frente a mi.




            "Un cielo que logre aclarar mis pensamientos. Una brisa que revele las respuestas"

lunes, 28 de octubre de 2013

Capítulo 22

El fin de semana pasa con calma. Hemos cubierto el cupón de fiestas así que nos dedicamos a estudiar y en mi caso, también a ayudar a Hagrid. He hablado con Dumbledore, al que ya no le cabe ninguna duda de que sea un Jinete del Fuego. Me ha dicho que si no recupero mis recuerdos este curso se planteará enviarme a Rumanía, en el departamento donde trabaja el hermano de Ron. Yo no le pongo pegas, aunque no quiero separarme de mis amigos no está decidido. De todas formas antes de marcharme de su despacho decidí preguntar por la criatura de mayor tamaño que habita en el bosque, y para mi suerte o desgracia, el gran tamaño de las garras que había en el suelo el otro día no concuerdan con su respuesta. He decidido no darle más vueltas que bastantes preocupaciones tengo ya. Y la primera y recientemente creada es la del grupo de chicos babeantes que ha intentado ligar conmigo tras ver mi actuación, realmente no entiendo eso que llaman amor. Al contrario que todas mis emociones, claras y comprensibles parece que no recuerdo qué se siente al estar enamorado, o incluso qué se hace. Cuando se lo conté a Rachel se rió de mí, llamándome inocentona, y a pesar de ello no quiso decírmelo.

<<Ya lo descubrirás tú misma>> Fueron sus palabras exactas. Me irrita considerablemente que algunos chicos me den ofrendas de amor como rosas o bombones y yo no sepa por qué lo hacen, me cuesta caer en la conclusión.

Total, que el lunes llega demasiado rápido y a mi ya me da hasta vergüenza salir por los pasillos atestados de gente. Me paso el día entero escondiéndome y para mi gran alivio por fin terminan las clases. Vuelvo a prisa a la sala común de Slytherin y me siento en los sofás con Ailén y una chica a la que conocí la otra noche en la celebración. Al parecer Ailén ha roto con su novio y María parece más peocupada que ella misma. No veo por qué le dan tanta importancia, quiero decir, ni que se fueran a casar, pero teniendo en cuenta mi estado de desorientación sentimental actual opto por no decir nada. Al cabo de un rato suben a sus respectivas habitaciones, yo por mi parte me acomodo en un sofá junto al fuego y leo el libro de Igneis Bellatore. Ahora conozco dos runas, y he de decir que la primera ya la domino con gran soltura. He aprendido a hacer que el fuego obedezca cada uno de mis deseos, al menos el de la chimenea de Slytherin. Estaba haciendo dibujos con las llamas del fuego, bastante entretenido la verdad, cuando alguien se planta delante mio.

-¿Y ahora qué desea gran monarca lechoso? -pregunto con burla a Draco.

-Que te prepares, nos vamos ya.-dice serio.

-¿Irnos?¿A dónde?

-Dumbledore a autorizado nuestra ausencia mañana con motivo del baile de mis padres. Coge lo que necesites, en una hora y medio vendrán a buscarnos. Pasarás la noche de hoy y la de mañana allí, y estarás de vuelta para la primera hora del miércoles.

-¡Ya te he dicho que no pienso ir! ¡Y no lo haré! -estoy realmente enfadada, el niñato toma las decisiones que le da la gana ¡Pues no pienso consentirlo! Me levanto y paso a su lado empujándole. En cuestión de minutos llego al despacho de Dumbledore.

-¡Director! No puedo creer que haya consentido nuestra ausencia, no pienso ir a ese estúpido baile.

-Ah, _______, sabría que dirías eso, sin embargo espero convencerte con mis descubrimientos. Consulté con unos viejos, viejos amigos, sobre Igneis Bellatore. Parece ser que la mansión de los Malfoy fue una posible base para los Glacies Dominans. El baile te dará la oportunidad de investigar, y quizá descubras más de una cosa...

Me quedo callada, no se qué hacer: me trago mi orgullo o paso de mis recuerdos. La elección, aunque dura, es fácil. Vuelvo a la sala común. Draco está en un sofá con los gordiamigos.

-El primer asalto es tuyo -digo, y subo a mi habitación a empaquetar mis cosas.
Meto un pijama y el neceser con las cosas de aseo, y por último unos vaqueros y un par de camisetas más la ropa interior. Advertido estaba el lechoso de que no tenía vestidos de gala, pues bien, si hace falta plantarse ahí con ropa de día a día que no le quepan dudas de que soy capaz de hacerlo. Me visto con lo primero que veo y bajo.

-¿Lo tienes todo? -dice Draco.

-Si -digo cortante.

No ponemos en camino a la entrada del castillo, escoltados por los gordiamigos y en completo silencio. Estoy tan enfadada que no creo que pueda perdonarle. Nos esperan en un carruaje negro del que tiran dos grandes lobos grises. Es impresionante. El cochero se baja para abrirnos la puerta y Draco entra. Yo en cambio me quedo mirando a los lobos, en cierta forma me recuerdan a Cantalaise.

-Señorita no debería... -comienza el cochero.

-Muerden -dice Malfoy asomándose. Su mirada y su voz son tan frías que no puedo evitar tomármelo como un desafío. Con la mirada en el lechoso me acerco a uno de los lobos, do ojos amarillos, y extiendo la mano. Me da igual que sea verdad, simplemente lo hago, al cabo de unos segundos me encuentro acariciando a la bestia que agacha las orejas complacida. Le dedico una sonrisa de triunfo a Malfoy, que vuelve a meterse en el carruaje, y me monto yo también.

Llevamos media hora de camino, media maldita e incómoda hora. Me dedico a mirar por la ventana. Los lobos, capaces de volar, no arrastran por los cielos atravesando esponjosas nubes blancas. Empiezo a tener sueño y para mi gran sorpresa Draco empieza a hablar.

-Oye, _______, lo siento...-alzo la cabeza cual ciervo que se siente amenazado ¿He oído bien?
Draco se da cuenta de mi expresión, que interpreta a la perfección y añade sonrojado.

-Si, bueno...¡Oye! A mi también se me hace raro... Pero mis padres te consideran la invitada de honor y cuando les envié una lechuza negando tu asistencia a su baile se enfadaron y hablaron con Dumbledore. Realmente sienten curiosidad por saber de dónde procedes. Lo siento, no quería obligarte a venir.

Me siento mejor ahora que se no he sido un capricho de Draco, sin embargo estoy aterrorizada. No puedo decirles mi secreto a los Malfoy. Ya revelé una vez a Draco que no recuerdo a mi familia, si algún día la tuve, y no me siento lo suficientemente segura como para contarle el resto. Claro está, menos a su familia. Terminamos el trayecto en silencio, pero esta vez la tensión no estaba presente. Llegamos a la mansión ya de noche. Es una casa enorme y oscura, rodeada de un sinfín de jardines. Nada más bajar Draco me dice que habrá alguien encargado de llevarme a mi cuarto y se marcha a anunciar su llegada.
Entro al enorme vestíbulo del que cuelga una lámpara de araña de cristal. Miro a mi alrededor en busca de esa persona encargada y me encuentro con un ser de pequeña estatura y grandes ojos y orejas. Va vestida con trapos sucios.

-Buenas noches señorita, mi nombre es Poppy. Los señores han ordenado a Poppy que la lleven a su habitación. -dice que una voz femenina y aguda. Poppy hace ademán de coger mi bolsa pero es demasiado pesada para ella.

-No te preocupes, ya la llevo yo -digo- Oye...si me permites la pregunta...¿Qué eres?

-Poppy es una elfina doméstica señorita. Poppy ha servido a la noble casa de los Malfoy desde que su madre la trajo al mundo. -dice. Y me guía hasta mi habitación.


No puedo creer lo que veo al llegar.




           "Un lúgubre y misterioso hogar. Muy apropiado para una serpiente"


Capítulo 21

Dumbledore y Crouch me han sacado del estadio y me han permitido darme una ducha y cambiarme la ropa antes de bajar al banquete. Cuando bajo a la sala común de Slytherin una estampida de estudiantes me traga entre gritos de alegría y vítores. Pronto veo que que son Ailén y casi todos los chicos y chicas de primer segundo y tercer año. Jamás lo hubiera dicho, pero al final la casa de Slytherin puede que no sea tan fría como parece.

-Bueno _______, ya tienes el huevo, ahora sólo te queda descifrarlo -dice Ailén.

-Creo que el hecho de tener que emplear tu inteligencia va a suponer un problema aún mayor que un dragón. - dice una fría voz alzándose por encima de las demás. Entre el corro de gente que me rodea se abre un camino hasta el que ha pronunciado esas palabras.
Malfoy. ¿Cabían dudas?

- Como sea, los celos hacen envejecer más rápido. A lo mejor por eso tienes el pelo tan canoso...

Hay un momento de tensión y silencio en toda la sala, un momento que se rompe cuando la sonrisa egocéntrica de Malfoy aparece en su cara. Yo se la devuelvo y el ambiente se relaja.

-Bien jugado,________ - dice adhiriendo un doble sentido a la frase - Aunque se que te estoy pidiendo mucho, no nos decepciones ¿vale?


Vuelve a sonreír y se marcha.


-Venga _______, el banquete está a punto de empezar y van a anunciar la clasificación -me advierte Ailén. Ambas corremos al Gran Comedor y nada más entrar Harry, Ron, Hermione y Rachel se tiran encima mio haciendo que pierda el equilibrio y todos caigamos.

-¡________, has estado genial! -grita Ron, en mi oído, por cierto.

-¡Si! Creíamos que ese dragón te había alcanzado con las púas ¡Menudo susto! -se preocupa Hermione.

-No hay mucho más que decir. Simplemente sorprendente -termina Rachel.

Me voy con Ailén a la mesa de Slytherin, donde todo el mundo calla cuando Dumbledore alza la voz.

-¡Hoy hemos sido testigos de la primera prueba de un torneo legendario! Todos los campeones lo han hecho muy bien, y alguno ha destacado con gandeza.- estoy segura de que le he visto guiñarme un ojo- Pero ahora daremos paso a la clasificación que los jueces del torneo han tenido la amabilidad de acordar. El primer lugar es para... ¡Víktor Krum!, por su gran destreza entre las rocas y su inmejorable conjuro confundus, tan potente para derribar a semejante bestia.

Los búlgaros estallan en vítores y aplausos que cesan cuando Dumbledore lo indica. Por lo menos el asqueroso de Cedric no ha conseguido el primer puesto.

-En segundo lugar, con una actuación de lo más sorprendente y emocionante está...¡________! Que a pesar de su juventud y sus fallos en la arena no se ha dado por vencido. Y por su gran demostración de magia antigua que ha hecho temblar al dragón.

¡¿El segundo puesto?! No me lo creo. Todos empiezan a aplaudir y alguien lanza unos pequeños cohetes que al estallar forman mi nombre con chispas. No me hace falta mirar para saber que han sido los gemelos.
El tercer lugar es para Cedric, que ha ganada a Fleur únicamente porque ella ha salido malparada. 

Pasamos la noche entera celebrando los triunfo me doy cuenta de los simpáticas que son algunas de las chicas de Slytherin, desde luego más de lo que esperaba. Cuando el banquete concluye me siento como si fuera a reventar en cualquier momento, a pesar de ello Hermione ha preparado una pequeña sorpresa así que me venda los ojos y me lleva a tientas hasta ala casa de Hagrid. Allí están todos esperando. Hagrid me abraza y me felicita y nos quedamos durante largo rato celebrando y bebiendo cerveza de mantequilla.

-¡Sigo alucinando! Ha sido una gran sorpresa, incluso Fred y George habían apostado por Ce..¡AU! -dice Ron.

-Por ti -continúa Fred.

-Por ti y sólo por ti -sigue George.

-Sabíamos que serías capaz -terminan al unisono. Me río y ellos me imitan. Hagrid me halaga diciendo que lo mio si que es una buena forma de domar a un dragón, y más tarde empieza a llorar por la pérdida de uno que tuvo hace no mucho y al que llamó Norberto.

-Ya no podía quedarse, era demasiado grande -me aclara Harry -así que se lo dimos al hermano de Ron que trabaja con ellos en Rumanía.

Como Hagrid no para de llorar la fiesta se da por terminada. Yo me quedo con él consolándole durante un rato y como es muy tarde me dice que me quede en el cobertizo y accedo. Al poco rato de tumbarme me quedo dormida. 


Me despierto de madrugada y aunque ayer me acosté muy tarde no tengo sueño, así que decido dar una vuelta por los alrededores. Me pongo la ropa de trabajo del cobertizo y salgo hacia el bosque oscuro. Ya se que está prohibido, pero no me adentraré mucho.
Ando entre la maleza cuando empiezo a oír extraños ruidos. Ramas que se parten. Una respiración profunda. Un gruñido grave y silencioso.
Me giro en todas las direcciones para buscar eso que oigo, pero nada, estoy completamente sola. Sin embargo los ruidos no cesan. Repentinamente se oye un ruido nuevo, como el que provoca un trapo al ser cogido en el aire con brusquedad, y más tarde de entre unos árboles cercanos empieza a salir una humareda espesa. Me acerco a paso ligero, pero mi sombra sigue siendo mi única compañera. Sin embargo hay una extraña marca en el suelo, como si la hubiesen quemado. Y entre cenizas y barro hay una marca de garras considerablemente grande. Sin pensarlo dos veces echo a correr hasta casa de Hagrid, quien ya está despierto y listo para trabajar.


Durante casi tres horas nos dedicamos a plantar y regar judías mágicas. Y no, no son como en el cuento, ya lo he consultado con Hagrid, que se ha reído en mi cara. Más tarde, cuando terminamos, comenzamos la recolecta de calabazas. Ese si que es un arduo labor, estoy exhausta y sudada, y me dispongo a ducharme cuando veo una rubia cabellera dirigirse hacia mi.

-¡Draco! Jamás creí que serías capaz de venir hasta aquí por tu propio pie, ya sabes, podrías resbalar y romperte una uña. -saludo.

-Tienes razón, me desagrada en gran manera este lugar sin embargo vengo a entregarte algo. -dice tendiéndome un sobre. Lo abro y lo leo.

                     Invitación al baile de la mansión de los Malfoy.

                    Día 13 de diciembre a las 20:00 horas.

                    Se requiere vestimenta de gala.

-¿Un baile?¿En tu casa? Un momento, es este martes, pero ¿Por qué me has invitado?

-Mis padres quieren conocer a la joven que está dando tanto de que hablar en el Ministerio y le dije que te conocía.

-Ah, pues lo siento pero no creo que pueda ir.

-Desde luego que irás, no tienes nada mejor que hacer, salvo que prefieras recolectar calabazas.

-No, verás...No tengo ningún traje de gala, lo siento. Ah, y que sepas que me encanta recolectar calabazas. -le guiño un ojo y le devuelvo la invitación.

-Está bien, como quieras. De todas formas alguien de campo como tu no encajaría en esa fiesta.

-Tu lo has dicho -digo satisfecha, por otro lado Draco parece molesto por no haber podido ofenderme y sobre todo, convencerme. Se marcha sin decir nada y entonces entro a la ducha.

Me pregunto cómo serán los padres de Draco...




                   "La carta que no deberían haber molestado en escribir"



miércoles, 23 de octubre de 2013

Capítulo 20

Narra ________:

Cuando mi visión se aclara me hallo al pie de una alta y rocosa montaña. Veo grandes siluetas volar alrededor de su cima. Cuando una de las siluetas pasa cerca de mi posición logro ver el gran reptil alado que es en realidad. En su lomo hay una persona que me dice algo que no oigo y sin embargo mi cuerpo se mueve solo y agarra la mano que la persona me tiende. Ambas nos alzamos sobre el dragón y volamos hasta arriba. Una vez me bajo de la criatura observo mi alrededor. Los dragones y sus respectivos jinetes vuelan alrededor de un dragón enorme pero esbelto que no para de escupirles fuego. La diferencia de fuerzas es abismal y el solitario dragón apenas tiene ya fuerzas para mantenerse en pie. Una vez más mi cuerpo se mueve solo y grita un alto el fuego. Me acerco a la bestia salvaje que me mira desafiante y me ruge. Aferro con fuerza el cetro que llevo en la mano y dejo que las palabras fluyan en mí, sin embargo no entiendo bien el hechizo. Lo que si se es que empiezo a gritar enormemente fuerte, imponiendo mi presencia al dragón, creo que acaba de comprender que no voy a hacerle daño. O iba. Antes de que me de tiempo deja caer su cabeza sin vida. Su cuerpo inerte se precipita por la falda de la montaña. todos se avalanzan a por el dragón, o la dragona. Una vez ya no está puedo ver lo que tan afanosamente protegía. Tras una gran roca hay un nido de grandes huevos, todos rotos, a excepción de uno. Lo cojo y salto al vacío por la montaña... Antes de llegar al suelo la misma persona que me ha subido con su dragón vuelve a recogerme en el aire. Pero todo se vuelve borroso...


Despierto entre piedras. Me duele todo el cuerpo y me he hecho un buen corte en la sien, que sangra considerablemente. Me levanto y veo como mi bestial enemigo sigue respaldando el huevo. Pero por fin puedo ver algo que no había notado antes. Esa mirada desafiante... Es igual que la de la dragona de mi recuerdo. ¡Ella es un hembra también! Seguro que cree que el huevo es de verdad... Ahora sólo he de recordar el conjuro de mi recuerdo. Pero no tengo tiempo.
Al estar tan cerca la dragona se ha avalanzado sobre mi y apenas soy capaz de evitar que sus garras me maten. Lo he evitado pero ahora ya no estoy escondida, y tan cerca como estoy de la bestia me siento minúscula. Estoy aterrorizada. Ella mueve su cabeza en mi dirección. No tengo tiempo de correr ni escapar. Si se le ocurre escupir estoy acabada. Sus pupilas verticales me observan con profundidad, y por un instante me pierdo en ellas. Un instante. Ese instante.
Nuevamente noto que mi sangre hierve y que el cetro estalla en llamas de nuevo. Las palabras acuden a mi como ráfagas de vientos que ya me han acariciado antes. Agarro el cetro con dos manos y las estiro ante mí.

Rugit Bramanteon! - con gran fuerza estampo el cetro contra la fría piedra. Mi boca se abre para proferir un rugido que sacude las mismísimas entrañas de la montaña. Es tal su fortaleza que las gradas del público se tambalean a punto de caer. La dragona agacha su cabeza intimidada, y se acurruca contra el límite del estadio. Relajo mis músculos y más segura que nunca comienzo el paso hacia el huevo. Me agacho a cogerlo y la dragona gruñe entre dientes pero no se mueve del sitio. Cuando la miro gime asustada. Vuelvo a posar mi atención en el óvalo de oro y esta vez lo cojo y lo alzo sobre mi cabeza. El público hasta ahora más callado que un muerto enloquece. Ahora todos gritan y me vitorean. Veo a mis amigos aplaudiendo como locos. Estoy contenta a más no poder y sin embargo hay una espina en mi alma. Entre los bramidos de la multitud oigo los gemidos de la dragona y se me parte el alma al girarme y ver cómo una gran lágrima corre por sus duras escamas.
Me acerco con ambos, huevo y cetro y ella intenta escapar al verme, pero las cadenas se lo impiden. Ante su atenta mirada dejo en cetro en el suelo y sigo caminando en su dirección. Esta vez es sorpresa lo que hay en sus ojos.

Grandes y amarillos.

De pronto una voz ultratumba se alza por encima de cualquier sonido. Pronto me doy cuenta de que retumba en mi mente. Susurra cosas que se van haciendo más audibles cada vez.

-¿Quién eres?- dice la voz de mujer.

-M-me llamo ________- giro sobre mi misma para encontrar a la persona que me habla.

- Estoy delante tuyo -me aclara. Pero delante mio solo está la dragona...

-¿¡Eres tu!? Quiero decir... eres una dragona ¿Verdad? -pregunto cuando me doy cuenta.

-Así es... Me han traído desde muy lejos. Sabía que tendría que enfrentarme a alguien, pero jamás creí que sería alguien como tu...

-¿Que quieres decir? No te entiendo. ¿Que tengo yo de especial?

-¿Acaso no te has escuchado? acabas de hablar en la lengua de los dragones. Desde hace siglos que nadie excepto nosotros la habla. No desde la caída de...

-Los Jinetes del Fuego.

-Exacto.

-¿Y qué sabes de ellos?

- Los jinetes se ganaban nuestra confianza y nos entrenaban. Convivíamos en paz con la raza humana y les mostrábamos nuestras lenguas y tradiciones, les cedíamos un gran poder. Pero desgraciadamente todos cayeron en aquella batalla.

-¿Batalla? ¿Estabas allí? ¿Sabes algo?

-Por supuesto que estaba allí, yo solía tener un jinete... Era una muchacha despreocupada y alegre, tras la pérdida de mis huevos ella me devolvió la alegría de vivir, la quería como a una hija... Y cayó por su culpa...

-¿La culpa de quién?

-De aquel sucio traidor. No recuerdo su nombre... Verás, los dragones confiáramos nuestro poder a los hombres. Y no nos equevocábamos, nunca lo hicimos, menos aquella vez. Un jinete nos vendió a un grupo de miembros del Ministerio que nos odiaba, se llamaban los Glacies Dominans. Era una secta que se formó para acabar con nuestra unión. La creían demasiado poderosa...Ellos atacaron la escuela y acabaron con todo Jinete con vivo, todos perecieron, y yo perdía a mi jinete, perdí un hijo...otra vez...

-Lo siento... Pero, si todos murieron...¿De dónde vengo yo? El cetro, las runas, los que me está ocurriendo ahora mismo...¡Todo son habilidades de jinete! ¿Cómo puede ser posible? Yo no recuerdo nada de mi pasado...

-No lo se... Debes recordar, aunque no puedas cambiar el pasado todavía tienes un futuro por delante. Sería bonito volver a aquellos días de paz entre hombres y dragones. No me cabe duda de que tu lograrás traerlos de vuelta. Hasta entonces, espero volver a verte. Ahora debes irte. Has de celebrar tu victoria brava guerrera, además, estás hablando con un dragón y la gente te está mirando raro.

De repente salgo de el trance y los gritos del gentío se hacen audibles de nuevo. Miro a la dragona que agacha su cabeza respetuosamente.

Ya estoy preparada para celebrar mi victoria.



               "Una batalla pasada. Un Jinete presente. Una unión futura"

Capítulo 19

Uno a uno van saliendo de la lona todos los campeones hasta que me quedo sola. Creo que puedo morir de nervios antes de salir al campo. Todos logran superar la prueba y conseguir el huevo, y eso me reconforta de cierta manera. Puede que no sea tan difícil. Sin embargo esas esperanzas mueren cuando oigo a Dumbledore pedir calma al público, parece ser que Fleur ha sufrido una grave lesión y ha caído inconsciente.

-¡Y ahora pasemos al siguiente campeón! -dice el director. Se escucha un fuerte rugido y el batir de unas enormes alas. El señor Crouch se acerca a mí para indicarme que es mi turno. Me enfundo los guantes de piel de dragón. ¿Irónico verdad?. Y abrigada con las ropas y túnicas que se me han concedido para la ocasión atravieso la cortina.

La luz del sol de mediodía me ciega momentáneamente. Cuando logro recuperar la visión me sorprendo enormemente. Estoy en medio de un gran estadio. La gente vitorea desde las altas gradas, más altas de lo que me gustaría. La arena está formada por grandes piedras con apenas nada más, nada más excepto el gigante Dragón Pinto que hay en medio. Aunque está encadenado no deja de ser asombroso. Su oscura piel azabache con manchas rojas deslumbra bajo la claridad del día. A penas me da tiempo en fijarme en más detalles cuando el dragón se abalanza sobre mí. Salto del enorme pedrusco sobre el que estoy y caigo en el pequeño pedregal de abajo. Me raspo la cara entera haciéndome pequeños cortes escarlata. Corro a esconderme e intentar pensar un poco antes de que la adrenalina me invada.

El huevo. He de conseguir el huevo.

Asomo la cabeza para localizarlo y para mi poca suerte lo veo tras el dragón, que no se ha alejado de él y desde donde me mira amenazadoramente. Ruge emitiendo un sonido ensordecedor. Cuando cesa oímos la voz de Lee Jordan, el amigo de los gemelos que está comentando el torneo.

-¡Increíble! Mientras los demás dragones no se lo han pensado dos veces antes de atacar a nuestros campeones, parece que este inusual dragón se rehusa a dejar el huevo al descubierto.

Me asomo un poco más pero la enorme llamarada que el dragón expulsa me hace acurrucarme detrás de la piedra. Oigo los abucheos de muchas personas. Probablemente creen que es injusto que participe en el torneo y me ven mejor muerta. Aún así no tengo tiempo para deprimirme.
Nada más cesa el fuego saldo de mi escondite y ataco al dragón con el cetro.

-¡Desmaius! - gritó y observo como el dragón se tambalea ligeramente aturdido. Sin embargo no surte el efecto que esperaba y me ruge furioso cuando se recupera. Mucha gente en las gradas ríe.

 -¡Parece que ese es un hechizo demasiado débil para semejante criatura! -sigue comentando Lee.

 Está bien, ese no ha sido mi mejor plan. Necesito algo que le afecte verdaderamente...

-¡Cuidado ______! -oigo gritar a los gemelos y me aparto de un salto evitando que una gran bola de fuego me alcance. El dragón se acurruca más sobre el dorado huevo. Fuego...¡Eso es! Necesito combatir el fuego...¡Con agua!. Una vez más salgo de entre las rocas, pero está vez voy a hacerlo bien, me acerco cautelosamente escondiéndome entre pedruscos y piedras. Llego tan cerca que si el dragón quisiese podría darme con la cola. Una, dos y...

-¡Aquaeructo! -grito. Un potente chorro de agua sale de mi cetro a la vez que el dragón vuelve a lanzar sus ardientes llamas, que esta vez si logran hacerme llegar su calor, sin embargo se evaporan al entran en contacto con el agua creando una enorme columna de creciente humo. ¡Si! Está funcionando, la bestia se está quedando sin aire y parece que va a dejar de escupir fuego, pero en vez de fuego de su marcada columna sales unas espinas envenenadas que se acercan a gran velocidad. Vuelvo a esconderme con el tiempo justo para que no me den.

-¡Eso ha estado cerca! Sin embargo esto ya son palabras mayores -dice Lee Jordan.

¡Otra vez he fallado!

Nada puedo hacer contra esas espinas. Tras meditarlo durante bastante esa es la conclusión a la que he llegado. No se que más hacer, todos los hechizos que Hermione y Rachel me enseñaron parecen desvanecerse en mi mente, pero no sólo eso, todo empieza a dar vueltas en mi cabeza. Caigo al pedregal golpeándome con fuerza.

Todo se tiñe de negro.

Narra Draco:

La cuarta ronda del torneo está apunto de comenzar. Las últimas tres han sido igualmente terroríficas e impresionantes. Los dragones son criaturas tremendamente peligrosas. Entra en la arena el cuarto dragón. Una bestia negra y roja llena de púas envenenadas. Nada más ver el huevo se acerca a olerlo y se acurruca a su alrededor hasta que sale _______. Se nota lo nerviosa que está. Se queda quieta observando su alrededor hasta que el dragón ataca y tiene que esconderse, y el dragón vuelve a su posición inicial. Parece más tranquilo ahora que ________ está lejos. El primer encantamiento que procura es de todo menos efectivo. No creo que lo haya pensado excesivamente. El segundo encantamiento parece más lógico pero igualmente ineficaz. Y casi logra que le claven esas afiladas espinas. El público grita con fuerza. Miro a ________ justo cuando cae inconsciente en el pedregal ¡¿Le habrá llegado a dar?!.


-¡Calma! -profiere Dumbledore - ¡Que nadie haga nada! -dice dirigiéndose al grupo del Ministerio que tenía la intención de dar por finalizada la prueba.

Estoy muy molesto...Realmente no pensaba que me iba a preocupar tanto...



                "Un único estadio dónde todo será decidido"

lunes, 21 de octubre de 2013

Capítulo 18

He llegado a la puerta del despacho del director. Llamo y entro cuando la ronca voz de Dumbledore me lo indica.

-¡Oh, ______! Bienvenida, ¿Qué te trae por aquí? ¿Es sobre el Torneo? -pregunta.

-¡Si! Es decir...¡No!, Bueno, un poco tal vez... -no consigo explicarme bien de la emoción.

-Está bien, cálmate y cuéntamelo todo. -me tranquiliza.

- De acuerdo, a ver... no se por dónde empezar...¡Ah, si! Tenemos que planear una estrategia de combate de cara al torneo así que decidí investigar sobre el cetro. El señor Ollivander me contó que pertenecía a los Jinetes del Fuego, los alumnos de la cuarta escuela de magia, Igneis Bellatore, que fue destruida y erradicada por causas desconocidas. De ahí que decidiera juntarme con Hermione para saber más sobre la escuela. Encontramos un antiguo volumen sobre las enseñanzas tradicionales y costumbres de aquel sitio. Decía que el verdadero poder del cetro se desata con unos hechizos en la Lengua de los Dragones, y que sólo te la pueden enseñar ellos, una vez domados. Como era muy tarde me llevé ambos, cetro y libro a la sala común. Allí me fijé en los extraños símbolos de la lengua y de pronto, al ver uno de ellos, una palabra acudió a mi mente. Y cuando la dije el cetro estalló en llamas y logré encender la chimenea. ¡Creo que soy, o era, una alumna de esa escuela!

-Increíble...Aunque hay un fallo en tu teoría. Hace quinientos años que la escuela no existe. Aún así todo indica a ello... Así que encendiste la chimenea de Slytherin...No creo que al Barón Sanguinario le haga mucha gracia. -se ríe. -Está bien ______, creo que deberías releer esos símbolos de nuevo. Podrían serte útiles en el Torneo.

Asiento y me despido del director, me siento más preparada que nunca.


Las semanas pasan rápidas y mi entusiasmo se va difuminando. Mañana a las doce es la primera prueba del Torneo y a pesar que he repasado una y otra vez las runas sólo reconozco la primera. Hermione y Rachel se han esforzado por enseñarme unos cuantos hechizos avanzados pero me temo que no soy excesivamente buena. Por otra parte Cedric no para de meterse conmigo, que si no voy a durar ni un minuto... que si a mi funeral no irá nadie porque estarán celebrando su victoria... Y ya no cuento con el apoyo de Harald, desde aquel día en Hogsmeade siempre evita mi mirada. Por otro lado Draco si que ha mostrado algo de compasión y ha dejado de ser excesivamente frío conmigo. Pero es Draco, es todo lo que puedo esperar de él, y no es todo lo que me gustaría. No entiendo a mi corazón, pero hace que quiera verle más a menudo, aunque con toda la preparación de por medio es complicado.
Entro al Gran Comedor para la cena, estoy temblando tanto que creo que mis piernas no me van a poder sujetar mucho más, así que es un alivio poder sentarme en la mesa. ¡Cómo me gustaría estar en Gryffindor ahora! No tengo amigos en Slytherin a parte de Ailén, que está con su novio, y Draco, del que no espero que me hable esta noche. Me encantaría distraerme con las bromas de Fred y George, incluso estoy dispuesta a aguantar un sermón de Hermione con tal de distraerme y dejar de pensar en el torneo. La comida es suculenta y tiene una pinta estupenda pero mi estómago está hecho un nudo.

-Deerías comer algo. -sorprendentemente Draco se ha sentado a mi lado. He debido de mirarle con demasiado asombro porque se ha dado cuenta -¡¿Qué?! Hoy tienes permitido disfrutar de mi compañía, pero sólo porque quiero que ganes y demuestres que Slytherin es y será siempre el mejor.

-Aunque tengas fines egoistas y ruines, y si muero estoy segura de que no lo lamentarás más que Cedric, te lo agradezco, necesito distraerme.

-Con esta cara y este cuerpo no te será difícil hallarme como una distracción. -dice arrogantemente, pero de alguna forma ha cambiado su humor en segundos. Al final no me da tanta conversación, ni siquiera habla con los suyos. Sólo come, despacio y callado. Pero si es una distracción.
Cuando termino subo a mi habitación y trato en vano de vencer al insomnio nervioso.

Narra Draco:

He intentado hablar con _______ y distraerla, pero me ha dado a entender que piensa que desprecio su vida. Me molesta, a ver, salté a un río helado para salvarla. Si no me importase no lo habría hecho. Y sí, soy Draco, y lo acabo de admitir. Al final me he acabado acostumbrando a tenerla cerca y se me haría raro si dejase de estar a mi lado. Pero es sólo eso. Aunque el Torneo me tiene algo preocupado. Decido no darle más vueltas y trás acabar la cena me voy a dormir, no me cuesta mucho encontrar en sueño.

Narra ______:

Me levanto agotada. No he dormido casi nada y mi cuerpo pasa factura. No quiero salir de la habitación. No quiero participar. Pero he de hacerlo, más que nada por las amenazas de Ailén, que me está lanzando zapatillas. Cuando bajo a desayunar todo el mundo en Slytherin me mira. Y desde la mesa de Gryffindor veo a mis amigos saludarme y darme ánimos. Aunque sigo teniendo el nudo en el estómago lo poco que comí ayer no es suficiente y me obligo a zamparme un buen desayuno.
Pronto nos convocan a los cuatro campeones. Casi no puedo andar así que Harry y Ron me acompañan hasta donde se les permite. No hablamos, sólo me sostienes para que no me derrumbe. Cuando me quedo sola me limito a seguir a Dumbledore, el señor Crouch, que trabaja para el Ministerio y Ojoloco, tras los que van Cedric, Viktor y Fleur. Utilizamos un traslador y en breves nos encontramos en una gran carpa.

-Por favor campeones, ¡Atended! -se hace notar Dumbledore. -En breves os enfrentareis a grandes peligros, más terribles de lo que podáis imaginar. Saldréis uno por uno al campo. Sólo se admiten varitas...Y deribados -añade eso último mirándome. -Bien, por favor Crouch, procede a explicarles la prueba.

-De acuerdo, cada uno se enfrentará a un dragón -sin dejar tiempo a que nos sorprendamos continúa. - Estos cuatro dragones protegen un huevo. Vuestra misión es conseguir el huevo, sin él os es imposible ganar la segunda prueba. ¿Comprendido? Bien, tenéis media hora antes de comenzar. Saldréis en orden, de más mayor a más pequeño. Ahora meted la mano aquí, sacaréis vuestro próximo desafiante -dice sacando una pequeña bolsita de tela de la que sale humo.-Las damas primero.

Fleur y yo metemos la mano al tiempo. Noto como asciende la temperatura y pequeños quemazones en los dedos. Cuando saco la mano hallo un pequeño reptil alado en mi palma. Es de color carmesí manchado de negro, y tiene afiladas púas a lo largo de su columna. Me recuerda a un salmón. Fleur saca otro, uno azul y esbelto.

- Ventisca Noruega, es un dragón escandinavo de hielo. Sus propiedades varían entre el aliento helado, que congela lo que toca, y el mazazo polar. Utiliza su cola acabada en un mazo para golpear. No es gran volador y el combate a larga distancia le dificulta el ataque, sin embargo eso no os ayudará a lograr el huevo. -Dice Crouch emocionado mirando a Fleur.

-El tuyo jovencita, es un Pinto Tailandés, parece que lo han pintado unos niños pero es de los más peligrosos. El veneno de sus dientes es letal y el humo de su llamarada es tóxico, aún luchando de cerca sus garras son completamente eficaces y es capaz de lanzar las púas de su espalda a gusto propio. Es veloz y ágil, y su tamaño le favorece bastante a la hora de hacer maniobras en el aire -ya no me parece un pequeño salmoncito.

Me siento en un sillón a esperar mientras los dos chicos sacan sus respectivos dragones. No me encuentro bien, mi estómago se ha enredado completamente y estoy sudando. Pasan los minutos y cuando queda apenas un cuarto de hora aparecen Harry, Ron y Hermione.

-¿Va todo bien? -preguntan al ver mi cara. No se que contestar.

-No te preocupes, lo vas a hacer genial, si has dado clases con Hermione nada puede salir mal -intenta animarme Ron, pero en vano.

-¿Y Rachel? -pregunto.

-Dijo que venía ahora -contesta Harry encogiéndose de hombros. Nos quedamos en silencio unos minutos hasta que Dumbledore le pide que salgan. ¿Dónde estará Rachel? Quiero verla antes de salir al campo, aunque soy la última las visitas no estan permitidas una vez da comienzo el torneo. Miro la entrada ansiosa cuando veo una figura recortada en la tela de la carpa. ¡Por fin! Ha tardado lo suyo en venir... Corro hacia Rachel y rápidamente descorro la carpa y me echo a sus brazos, no recordaba que fuera tan fornida.

-¡¿Pero qué haces?! -dice la voz de un hombre.

-¡¿Draco?! -digo sorprendida al separarme - Pensé que eras...Otra persona.

-Ya, alguno de tus amiguitos leones ¿Me equivoco? -se hace un silencio incómodo. Estoy demasiado nerviosa para replicar y Draco ya no sabe qué hacer.

-Y...¿A qué has venido? -pregunto. Me mira sorprendido y veo como sus ojos van de un lado a otro.

-Yo..., bueno, venía...v-venía a darte suerte. -me ha dejado de piedra. Entre la sorpresa y los nervios y sobre todo el enorme desayuno que me he forzado a tomar, mi estómago explota y corro hacia un baño a vomitar. Cuando salgo encuentro a Draco esperando a la salida.

-¿Estás bien? -pregunta extrañado.

-Si... son sólo los nervios...

-________ en realidad, quería decirte algo. No se si esta es la última vez que podré hablar contigo así que...

-Vaya, te luces dando ánimos ¿eh? -digo irónica. A el se le escapa una de sus típicas sonrisas arrogantes, pero continúa sin replicar.

-Anoche mencionaste que probablemente no me importaría si murieses.

-Si, ¿y?

-Bueno, quería decirte...Que no eres tan insignificante, así que no mueras -dice mirándome intensamente a los ojos. Nos quedamos quietos y en silencio. Sin darme cuenta me he acercado un poco y a él parece no importarle. Casi puedo notar su cálida respiración... - Quiero decir que si mueres, no tendré a nadie con quién meterme cuando me aburra. -añade cortando el momento con su enorme ego.

-No se por qué he vuelto a pensar que lo decías en serio. Además, hay un monton de chicas como yo a las que puedes molestar. -me enfurruño.

-Ya bueno, pero sigo pensando que nuestras discusiones son más divertidas. -vuelve a sonreírme con superioridad y sale de la carpa. Me quedo mirando la salida aún cuando ya no hay rastro del chico.
El fuerte ruido del cañonazo y los vitores del público me sobresaltan.

El Torneo ha comenzado.



  Dragón dorado del magma.
 Dragón Bola de fuego Montés.
 Dragón Pinto Tailandés.

Dragón Ventisca Noruega.

lunes, 14 de octubre de 2013

Capítulo 17

Narra ______:

Corro lejos de todos los que me han rodeado hace segundos. Noto cómo me late la cabeza y voy dando traspiés continuamente. Aún así no paro, no después de lo que ha pasado. Harald ha intentado besarme. Besarme... parece como si hubiese olvidado el significado de la palabra... Dejando eso de lado, ha sido Draco quién me ha sacado... Dios... ¿Por qué se tiene que complicar tanto todo?
Estoy helada y se supone que después de todo esto debería hasta llorar...Sin embargo me alegro, he recuperado un nuevo fragmento, y el escudo de armas de ese lugar se ha grabado en mi mente. Eso me da más pistas que investigar. Por otra parte estoy calada hasta los huesos así que más me vale llagar al castillo cuanto antes.

-¡AAAAAAH! -grito cuando me hundo en un lodazal. Genial...¿Podrías ser peor?

-¡__________!- oigo que me llaman. Al parecer si podía ser peor. Draco se planta delante mio y me ayuda a sacar los pies del barro. -¿Te encuentras bien?¿Ese nórdico idiota te ha hecho algo? -pregunta agarrándome las muñecas con una fuerza considerable.

-No, no le ha dado tiempo -respondo y me suelto de su agarre para cerrar el abrigo sobre mi torso descubierto. Draco me descubre y realiza una sonrisa malvada.

-Mejor, así yo seré el primero. Devuélveme mi abrigo -dice el muy...

-No, ni en broma

-Creo que no puedes decidir, ya que es MIO -dice enfatizando la última palabra.

-Si te acercas más grito. Y si grito es muy probable que Harald me oiga y venga -le amenazo, lo que parece molestarle bastante. Me mira durante un rato y concluye.

-Está bien. Vamos, te acompaño a la enfermería

-¡Ah, no! Creo que he estado en la enfermería mas veces que todos los alumnos juntos, estoy bien, sólo me quiero dar una ducha y cambiarme de ropa.

-Pero... -le corto con una mirada amenazadora. El se ríe y volvemos juntos al castillo.

Lo que no sabíamos era que un joven nórdico nos miraba escondido tras la espesura del bosque.


Llegamos a la entrada de la sala común de Slytherin. Por suerte no hay casi nadie en el colegio y eso me ha evitado la vergüenza de que me vean con este aspecto. Entramos en el salón y me dirijo a las escaleras que dan a las habitaciones de la chicas.

-Ejem... -se hace notar Draco. Y extiende la mano para que le dé el abrigo. Antes de que le de tiempo a reaccionar subo rápidamente. Es terreno prohibido para él así que estoy a salvo. No pienso dejar que me deje en sujetador en mitad de la sala. Es un asqueroso rubiales... Sin darme cuenta he empezado a sonreír.

No se cuantas veces van ya ¿Cuatro, cinco? En fin, por última vez hoy, me meto en la ducha para quitarme el lodo. Salgo y me pongo algo de ropa para ir rápidamente a la biblioteca.
Por supuesto Hermione no se ha movido de allí y me la encuentro sumergida entre numerosos pergaminos y libros.

-¡Oh,_______! Me alegra que ya estés aquí. He descubierto un montón de cosas y algunas te pueden ser de gran utilidad. Pero primero dime que te ha dicho el señor Ollivander. -dice al verme.
Le cuento todo lo de la cuarta escuela de magia y de la procedencia del cetro.

-Bien, sobre la desaparición de la escuela no puedo decir mucho más. Lo que le pasó es un gran misterio. Por otra parte, sobre ella si he descubierto un montón de cosas que te van a encantar. - Saca un gran libro con la cubierta polvorienta y lo abre. - Ignei Bellatore, una de las cuatro antiguas escuelas de Magia y Hechicería. Entrena a sus aprendices en el arte de la doma de los draconems, término del latín que hoy en día se emplea para referirse a los dragones.

-¡Dragones! -Me fijo en las magníficas criaturas dibujadas en detalle sobre el libro. En una esquina reconozco el dibujo que hay grabado. Es el escudo de armas del castillo de mi sueño... Y la criatura que yo montaba...¿Podría ser un dragón? Hermione seguro que me ayuda a averiguarlo, pero no sabe lo de mi pasado olvidado ¿Debería contárselo? Si... puedo confiar en ella. Le cuento todo, incluso los fragmentos recuperados. Y después formulo mi pregunta.

-¡Por supuesto! -responde a mi duda. - Hay una alta probabilidad de que esos recuerdos muestren tu pasado como Jinete del Fuego.

Tras este enorme descubrimiento Hermione procede a explicarme las propiedades del cetro. Era antiguamente usado para dominar a los dragones, sin embargo, a pesar de ser capaces de realizar los hechizos comunes decentemente, su verdadera magia requiere ser liberada por una lengua diferente; La Lengua de los Dragones. Algo que sólo se aprende una vez los Jinetes unían lazos con su dragón ya domado. Es increíble. Aunque no se cómo me va a servir eso de algo.

Nos pasamos toda la tarde investigando, y una vez agotada, Hermione se marcha a ducharse. Yo me quedo con el antiguo libro de la escuela de Jinetes. Ya lo he leído dos veces pero me sigue pareciendo fascinante. Cuando la biblioteca cierra me llevo el libro conmigo. Voy a la sala común de Slytherin, que está vacía, y me siento en una butaca con el cetro a mi costado. Repaso una y otra vez los símbolos que hay representados en la vieja página, concentrándome para hallar el mínimo reconocimiento. No parece que eso vaya a ocurrir. Estoy por darme por vencida cuando, en una de las últimas páginas hay un extraño símbolo que me llama la atención. Es como si me llamara... Paso los dedos por encima de la tinta ahora seca y unas palabras desconocidas vienen a mi mente como ráfagas de conocimiento. Y sin pararme a pensarlo, las digo.

Riddah! -el cetro comienza a brillar en mi mano y justo como la primera vez que lo cogí, arde en llamas que no me queman, pero esta vez, se quedan. Apunto con él hacia la chimenea apagada y del cetro sale una pequeña bola de fuego que la enciende. Sonrío, esto demuestra que realmente sí soy una Jinete, o lo fui. Tengo que contárselo a Dumbledore. Tan solo con pensar en que el cetro se apague, este lo hace.

Salgo corriendo para dar las mejores noticias que he tenido hasta ahora.





                  "Un pequeño dubujo tintado que revelará tu fuerza interior"

domingo, 13 de octubre de 2013

Capítulo 16

Acabo de volver a Hogsmeade. Ya tengo algo con lo que empezar a prepararme para el torneo pero voy a necesitar mucha de la ayuda de Hermione. Me pongo en marcha hacia el castillo y cuando estoy por salir del pequeño pueblo alguien grita mi nombre. Me doy la vuelta para encontrarme con Harald.

-¡Harald! Así que también has decidido venir aquí hoy -le digo sonriente.

-Si, aunque la verdad no esperaba encontrarte aquí.

-Bueno, he venido con mis amigos de Gryffindor, pero ya me iba.

-¿Qué te parece si damos una vuelta primero? Aún es pronto. -sugiere.

-No se... Le he dicho a Hermione que iría a verla cuando acabase...

-Venga... -insiste -No será mucho tiempo...

-Está bien, pero sólo un rato. -concluyo.

-¡Genial!

Damos varias vueltas por el pueblo, incluso pasamos al lado de La Casa de los Gritos, dónde Harald aprovecha para darme un susto sin resultado. La verdad es que está muy raro. No me siento igual que otras veces que hemos estado juntos. Es...no se, ¿Incómodo? Su comportamiento me recuerda a alguien... Aunque con todo lo que tengo en la cabeza ahora mismo probablemente sean alucinaciones mías.
Al final acabamos llegando a un pequeño puente sobre el río que está a medio congelar. Me siento en el borde para ver el agua correr.

-_______.... -empieza Harald.

-Dime

-Supongo que estarás un poco agobiada por el Torneo, el cambio de casa y todo eso pero... -me mira intensamente, acercándose despacio. Tiene una expresión que no logro identificar, es como una laguna en mi memoria. Por un momento parece que los oscuros ojos de Harald se vuelves de un gris pálido casi enfermizo. Está cerca, demasiado cerca. - Yo siento que...ya sabes.

-No... no te entiendo -le digo. Estoy cada vez más confusa. Parece que todos se han puesto de acuerdo para estar raros hoy. Me siento bastante incómoda así que desvío la mirada. Un grupo de chicos con abrigos oscuros se acerca por el camino pasan detrás de Harald susurrando. Se me cae el alma a los pies al ver la rubia cabellera de Draco asomarse por el gorro. Él me mira con desprecio. ¡Mierda!¿Y por qué me estoy amargando así de repente? El grupo se aleja dejando el sitio nuevamente desierto. Harald no para de acercarse con esa mirada insegura y yo siento que me ahogo.

-________-dice - Te quiero...- ¿Cómo? Me quedo quieta sin decir nada. El nórdico junta su cara a tan sólo unos centímetros. Igual que Draco esta mañana, y sin embargo la sensación está muy lejos de ser la misma. Me quiere. Ahora ya se a quién me recordaba su comportamiento. Eran las mismas "ñoñerías" que George estaba haciendo con Rachel. Esto es demasiado. Gotas de sudor corren por mi cara. Me cuesta respirar y mi visión se enturbia. Justo antes de que a Harald le diese tiempo a juntar nuestros labios me caigo de espaldas al río. La fría agua me envuelve. Va enfríando mi cuerpo que estaba a punto de explotar. Es muy tranquilizante, me quedaría así para siempre...

Justo antes de cerrar los ojos oigo a través de la cristalina agua a Harald gritar mi nombre, y unas oscuras siluetas que se acercan corriendo al borde del puente.


Cuando abro los ojos estoy en una cama grande y caliente. Me levanto y examino la habitación. Es redonda y pequeña, con nada más que un armario. Me asomo por la ventana para descubrir que estoy en un torreón. No es Hogwarts. Hay enormes criaturas volando por los cielos. Me alzo en la repisa y canto una melodía antes de saltar. El frío viento me azota la cara cuando una gran sombra me recoge y sobre su espalda. Tiene un cuello largo y fino, y la cara puntiaguda. Juntos, la misteriosa criatura y yo sobre volamos los cielos del lugar. También es un castillo al igual que Hogwarts, pero es tres veces más grande y está amurallado. Sobre el más alto torreón hay una bandera hondeante. Es de color carmesí y con la cabeza de lo que creo que es un reptil bordada en oro.
Empiezo a oír voces lejanas que gritan mi nombre. Son cada vez más fuertes y firmes. Una vez más pierdo la visión y todo mi mundo parece dar vueltas...


Narra Draco:

Tras el intenso entrenamiento de la mañana he decidido ir a Hogsmeade a despejar mi mente. Se me ha unido más gente de la que querría pero por algo soy el príncipe de Slytherin. La verdad es que al principio del partido estaba bastante molesto con _______. No me gusta que esté con ese tal Harald, pero durante el partido me ha sido imposible no acercarme a picarla, se ha puesto tan competitivamente agresiva que tenía que molestarla un poco también, sin embargo... Lo que ha pasado al final ha sido una locura, ¿He intentado besarla? Siempre he notado que esta chica alteraba mis principios, pero de ahí a que me guste... no, no, definitivamente no me gusta, sólo es un capricho pasajero. Aún así he ido al pueblo. La verdad es que ha sido bastante aburrido y he decidido irme cuanto antes, aunque como era de suponer me han seguido todos. Volvemos por el camino del río y para mi suerte o desgracia veo a _______ sentada en el borde.....junto a Harald, que está a tan sólo unos míseros centímetros de ella. Parece que le gusta besar a todos sus amigos, en especial al nórdico, seguro que no es la primera vez.
Seguimos avanzando cuando _______ desvía la mirada hacia mi. Yo la miro con desprecio y sigo mi camino. Está será la última vez que tenga algo de contacto con ella... Dejamos a la pareja de idiotas atrás cuando oigo al chico gritar.

-¡________!!!! -todos nos damos la vuelta a tiempo para ver como _______ cae al agua helada, inconsciente. Corro hacia el puente. Una vez más esta chica ha hecho que aparte mis promesas e ideales por ella. Sin pensarlo me quito el abrigo y estoy dispuesto a saltar cuando la firme mano del nórdico me detiene.

-Espera, yo lo haré. -dice. Le aparto de un empujón.

-¡Imbécil se está ahogando! ¡No hay tiempo de discutir quién la va a sacar! -y sin darle tiempo a responder me lanzo al agua. Consigo alcanzarla en en fondo del frío río. La corriente es muy fuerte y nos arrastra hacia abajo pero consigo agarrarme a una roca y salir a tiempo. Tumbo a _______ boca arriba sobre la escarchada hierba, mi cuerpo se mueve solo y para cuando me doy cuenta le estoy haciendo el boca a boca a la chica. Cuando presiono su pecho por tercera vez despierta tosiendo agua sobre el césped. Todo el mundo corre hacia nosotros y aunque _______ está consciente tiene tanta agua en los pulmones que no puede respirar aún. Ya no se que más hacer, estoy contemplando cómo se ahoga sin hacer nada más que gritar su nombre y eso me aterroriza aún más. Y entonces, aunque lo odie por ello, aparece Harald y de un tirón le quita el jersey y la ceñida camiseta que lleva debajo y que le presiona las vías respiratorias.  ________, semi desnuda, vomita todo el agua por fin. Le pido mi abrigo a Pansy Parkinson, de Slytherin, que lo ha recogido por mi y se lo echo a ________ encima. Ella me mira con ojos llorosos y hace que se me remueva el estómago. Luego mira a Harald con....¿Miedo? Y en un abrir y cerrar de ojos sale corriendo hacia el castillo. Estoy a punto de llamarla pero el nórdico se me adelanta. Este chico me jode bastante...
Sin pararme a pensar le doy un puñetazo en la cara.

-¡¿Pero qué....?! - me mira con desprecio pero le agarro del cuello de la camisa.

-¡¿Qué coño le has hecho?! -grito furioso y me percato de que las serpientes me miran asombrados. Yo también me asombro, estoy fuera de mí, demasiado alterado, pero....  ¿Por qué? ¿Por una chica? Suelto a Harald con brusquedad y dejando atrás a todo el mundo corro tras _______.


"Bajo el agua que calmará tus males, que apagará tu llama interior..."


viernes, 11 de octubre de 2013

Capítulo 15

Hemos salido de la torre de espectadores, Ailén me lleva con cuidado a los vestuarios de chicas. Una vez refrescadas y limpias nos dirigimos a la enfermería.

-Quienquiera que te haya curado el brazo ha hecho un buen trabajo -dice la señora Pomfrey. Me masagea el hombro con una crema y nos deja marcharnos. ¿Y qué hago yo un sábado a las diez de la mañana? Mis amigos leones no estarán todavía despiertos y Harry habrá vuelto a la habitación. Decido acercarme dónde Hagrid y de paso hacer una visita a Cantalaise.

-¿¡Qué se lo llevan!? -grito cuando Hagrid me dice que Cantalaise debe volver a su habitat en Finlandia. No me lo puedo creer, encima apenas me quedan dos horas. Hagrid y yo vamos al claro donde suele estar Cantalaise. Nada más llegar divisamos la nube ventosa que lo envuelve cuando vuela. Me acerco a él y le hago innumerables caricias.

-Oh, amigo. Te voy a echar de menos. No sabes cuanto... -se me escapan un par de lágrimas. Cantalaise me mira extraño, no sabe por qué estoy triste y no creo que lo comprenda nunca. Durante varias semanas este bosque ha sido su hogar... y yo su amiga. Hagrid también está deprimido. Aunque a Cantalaise nunca le ha gustado demasiado, Hagrid si le consideraba un amigo y se ha encargado de él. Y Cantalaise ha acabado por aceptarlo. Me paso la última media hora sobre volando los cielos de Hogwarts sobre el enorme zorro de Ventalia hasta que llegan los encargados de detención de criaturas mágicas que ha enviado el Ministerio. Lo meten en un gran contenedor, que es más espacioso todavía en su interior... la magia nunca dejará de sorprenderme, y finalmente se lo llevan volando. Me quedo mirando el cielo hasta que se pierden de vista, cuando ya sólo puedo ver espesas nubes abrazo a Hagrid y me permito llorar en su barriga. Pasa un rato hasta que ambos nos tranquilizamos.

-Ven, te prepararé un té en casa -dice Hagrid. Y así se hace, nos tomamos un té en silencio hasta que para romperlo, Hagrid me pide que le ayude a sembrar el huerto. Me pongo la ropa de trabajo, que decidí dejar en el armario del cobertizo para no tener que llevarla y traerla cada vez. Una vez lista salgo y me pongo a la faena. Primero cavamos los surcos con gran esfuerzo y cuando estamos echando las semillas aparecen Harry, Ron y Hermione.

-¡Buenos días! -dicen alegres. Acto seguido Hermione se me echa encima dándome un fuerte abrazo.

-¡Oh, _______ ! Harry nos ha contado lo de tu traslado, ¡Es increíble que pensases que te íbamos a abandonar! -me suelta y Ron se acerca para darme una palmada en el hombro. Ahora me siento estúpida por dudar de ellos. Les dedico una sonrisa.

-Habíamos pensado ir a Hogsmeade a comer y pasar la tarde, ¿Te apuntas? -pregunta Harry.

-¡Claro! No tenía pensado hacer nada.

-Estupendo, nos vemos en una hora en la entrada. Así te da tiempo a ducharte. -dice Hermione y se van. Vuelvo a cambiarme por la sudada ropa del entrenamiento y me dirijo a mi habitación. En la sala común de Slytherin hay bastante gente. Me fijo en un corro que rodea a varios jugadores del equipo de quidditch entre los que está Draco. Por un momento pienso en ir, pero luego recuerdo lo de hace pocas horas. Mi cara arde repentinamente y decido subir rápido a las habitaciones para que nadie vea mi enrojecimiento. ¿Pero qué me pasa? No entiendo nada, soy una persona emocionalmente desestabilizada y no me gusta. Entre eso y los cambios de humor del rubiales estoy echa un lío, cosa que parece ya una costumbre.
Por tercera vez en una mañana dejo que la fría agua de la ducha despeje mi mente. Hoy me espera un entretenido día con mis amigos que no pienso desperdiciar preocupándome por tonterías. Caundo termino de secarme el pelo lo recojo en un moño y me visto con algo cómodo, tampoco hay mucho donde elegir. Ya casi es invierno y el viento empieza a helar así que me abrigo con una bufanda. En media hora estoy lista y me dirijo a la entrada del castillo. Aún es demasiado pronto, pero no me disgusta pasar sola un rato. Necesito tiempo para pensar. Dentro de poco comenzará el Torneo y tengo que crear mi estrategia. Por otro lado necesito recuperar mis recuerdos. Y tras haber solucionado el malentendido con los leones sólo me queda desenmascarar la fuente de la bipolaridad que Draco ha estado teniendo estos días conmigo, y por qué me sentí de esa extraña forma cuando estábamos cerca. Aunque tengo claras mis prioridades. La estrategia ante todo por el momento. Y así la voy desarrollando hasta que llegan Harry, Ron y Hermione, seguidos por Rachel y los gemelos Weasley. Rachel y George vienen riéndose y dando pequeños empujones. En fin...

-Bueno ¿Nos vamos? -dice Harry. Por toda respuesta nos ponemos en marcha hacia Hogsmeade.

El trayecto se hace corto a pesar de que es una buena distancia. Fred, Hermione y yo cominamos juntos escuchándo cómo Fred se queja de que George está muy ñoño con Rachel, y se han reido cuando he preguntado qué es eso de estar ñoño. Al parecer cuando dos personas se gustan coquetean y hacen el tonto como esos dos.
Por fin llegamos a Hogsmeade, Harry y Ron corren a una gran tienda de dulces y los gemelos desaparecen tras las puertas de Zonko´s, muy al pesar de George. En un abrir y cerrar de ojos nos quedamos las tres chicas solas.

- Y se supone que habíamos venido juntos... -comenta Hermione indignada. Nos limitamos a dar una vuelta por las calles mirando los escaparates de las tiendas. Yo me paro frente una donde venden animales de lo más extraños, y nos quedamos viéndolos un rato. Cuando nos cansamos vamos a una taberna y pedimos algo que llaman cerveza de mantequilla, otra cosa nueva que he aprendido hoy. Más tarde se nos unen Harry y Ron, cargando un montón de dulces cada uno, y por último los gemelos, con los bolsillos atestados de bombas fétidas y cohetes mágicos.

-Bueno________, dinos, ¿Qué has pensado hacer respecto al torneo? -pregunta Ron cuando sale el tema.

-Pues... no sabemos cual será la primera prueba, únicamente que podemos usar varita y que tenemos que pensar en algún hechizo o alguna habilidad y la fomentemos para utilizarla en el campo. Yo... He estado practicándo con el cetro pero no se me da nada especialmente bien. Estoy acabada...

-No digas eso, piensa que si mueres -dice Fred.

-Te librarás de los deberes -acaba George.

-¡No digáis eso! -les grita Rachel. - Tu cetro...-dice dirigiéndose a mi - su elemento es el fuego ¿no? Podrías fomentar esa habilidad. Aprender conjuros ígneos... Ya sabes.

-No es mala idea -dice Harry.

-En ese caso te ayudaré. En la biblioteca hay cientos de manuscritos sobre los cetros, ya lo investigaré. Mientras tanto, puedes llevar el cetro al señor Ollivander para que te diga un poco más sobre su procedencia. -concluye Hermione. Dicho y hecho. A mediodía Hermione vuelve al Castillo junto a Harry y Ron. Rachel y George se van al lago juntos, y finalmente Fred decide ir a probar sus nuevos trucos con la gente de Hogsmeade. Yo por mi parte me dirijo a la tienda donde está la chimenea que se conecta a la red de polvos flu y llego hasta el callejón Diagón. Una vez allí entro en Ollivander´s.

-Buenos días -saludo al anciano hombre del mostrador.

-Oh, pero si es la joven ______ -responde Olivander - dime ¿Qué te trae por aquí? no me digas que tienes problemas con el cetro...

-No señor, he venido porque me gustaría saber más sobre su procedencia y usted es la única persona que conozco que puede decírmelo.

-No te equivocas niña. Entonces te diré que la estirpe de este cetro fue una vez propiedad de los Jinetes del Fuego, como ya mencioné una vez. Pues bien, así solíamos llamar a los alumnos que acudían a la escuela de magia llamada Igneis Bellatore. Era una de las cuatro grandes escuelas, aunque fue destruida hace casi quinientos años. Muchas leyendas cuentan que sus alumnos eran fuertes guerreros que estaban enlazados con ciertas criaturas de gran tamaño a las que llamaban draconems. Por supuesto estas criaturas de misteriosos poderes desaparecieron junto con los ginetes que las montaban y cuidaban.

-¿Cómo fue destruida? Quiero decir, si eran tan fuertes tuvo que ser una gran batalla.

-Realmente nadie lo sabe con exactitud. La leyendas dicen que fueron traicionados por su propia gente, que se vendió y provocó la extinción de su raza. Si mal no recuerdo, había unsa especie de secta que creía que eran demasiado poderosos, más incluso que el Ministerio, y que por ello eran una gran amenaza. Se hacían llamar los Glacies Dominans. Siempre quisieron acabar con la escuela pero nunca se hallaron pruebas de que fuese obra suya... Realmente lo que le ocurrió a Igneis Bellatore está oculto por una niebla de preguntas sin respuesta. -se queda un momento mirando al vacío hasta que vuelve en si y me mira -Lo siento, es todo cuanto sé.

-No se preocupe, me ha sido de gran ayuda. Muchas gracias, señor. -digo despidiéndome, y salgo de la tienda.

Una vez más los nombres vuelven a mezclarse en mi cabeza. No es la primera vez que los escucho.



                           "Una excursión que revelará más de una cosa"




miércoles, 2 de octubre de 2013

Capítulo 14

Frenando un poco para que la fuerza del empujón no me haga caer consigo girarme para ver a mi agresor. El hecho de que sea Malfoy ya ni me sorprende. En nuestros últimos encuentros ha sido muy frío, bueno, más de lo habitual. Le dirijo una gélida mirada. ¡Lo que faltaba! Tenía que ser precisamente él el buscador del equipo contrario, si es que... menuda suerte la mía. Aunque he de admitir que mi parecer respecto a Draco ha cambiado considerablemente desde la primera vez. Ahora hasta me parece ridículo que llegase a pensar que tenía un lado bueno, porque está claro que, si lo tiene, lo esconde a la perfección.
¡Bien! Pues ahora que el partido se ha convertido en algo más personal pienso darlo todo por ganar. A pesar de haber perdido de vista la snitch me elevo con rapidez para obtener una visión más amplia. Draco me observa divertido desde abajo. No me está tomando en serio el muy...
Segundos después diviso la pequeña pelota cerca del campo enemigo. Sin pensarlo corro tras ella. Los miembros oficiales no están dispuestos a dejarnos acceder tan fácilmente al equipo así que intentan bloquearme el paso cuanto pueden. Sin embargo Malfoy ni se ha movido. Estoy por bajar a tirarle de la escoba pero decido no hacerlo, no sin esfuerzo. ¡Encima por su culpa he vuelto a perder la snitch!. De repente oigo a alguien gritar.

-¡_______  apártate! -me giro a tiempo para ver como una bludger se dirige directamente a mi cara, me aparto rápidamente pero no lo suficiente como para evitar que me golpee con fuerza mi hombro derecho. Aúllo de dolor. Lo tengo dislocado y mi brazo cuelga inerte. Es una visión asquerosa, pero muerdo mi labio y decido continuar. Ailén me grita que baje de la escoba pero no le hago caso y busco la snitch con ansiedad. Por tercera ver la veo cerca de una de las torres de gradas. Como un rayo me abalanzo sobre ella pasando a través de los jugadores que me gritan que pare. Pero me da igual. Pronto todas sus voces se convierten en meros susurros. Tengo claro mi objetivo y no voy a dejar que interfieran. Al  cabo de unos segundos me encuentro a treinta centímetros de la snitch, siguiéndola hacia dónde va sin mirar siquiera mi alrededor. Al parecer a Draco ya le parezco una amenaza así que corre detrás mio sin pensarlo. No voy a dejar que me distraiga, no voy a apartar los ojos de la snitch. Al ver que no le presto atención, Malfoy empieza a gritarme cosas, pero como las demás voces, la suya solo es un susurro callado por el viento. ¡Ya está! Casi puedo rozar la snitch. Suelto el palo de la escoba e intento aguantar el equilibrio sin brazos. Mientras el derecho cuelga a un costado, mi brazo izquierdo se esfuerza por agarrar la snitch. ¡La tengo!
Freno mi escoba para mostrársela a todos provocando que la adrenalina cese y sea consciente del profundo dolor que la lesión me provoca. Chillo al ver que el desgarre muscular ha hecho que mi brazo se ponga a tonos morados y rojizos. Es grotesco. Pierdo el equilibro y me precipito contra el suelo pero no suelto la snitch, sólo me preparo para sentir la dura tierra en mi espalda. Espero... Espero... Pero el golpe no llega.
Sin embargo un relámpago verde me derriba y me sujeta con fuerza. Caemos a gran velocidad. Oigo cómo tablas de madera se rompen y el rasgar de una tela. Todo se vuelve más oscuro, aunque sin dificultar la vista. Algo blando a parado nuestra caída y por suerte no he recibido más golpes en el brazo.

-¡¿Estás loca o qué?! -me grita Draco. Está fuera de sí. - ¡Si no llego a estar cerca te hubieras matado estúpida! - Hemos caído dentro de una torre de gradas, destrozando algunos pilares menores. Aunque sé de sobra que la situación es grave y que el dolor de mi lesión crece por momentos, necesito decirlo.

-Pero...-digo en un susurro a penas audible -yo he cogido la snitch. -se la pongo en la cara para restregarle mi éxito a la vez que le dedico mi sonrisa más soberbia. Él agacha la cabeza abatido, pero me ha dado tiempo a ver cómo sonreía

Férula! -dice. Noto cómo una tira de vendas comienza a envolver mi hombro debajo de la sudadera. - ¡Fibrae reparum! -dice poco después. Siento que las fibras del músculo desgarrado se juntan nuevamente. Es terriblemente doloroso, pero me esfuerzo por no llorar. - Ahora apártate, voy a colocarte el hombro en su sitio.- ¡Y lo dice con tranquilidad el tío! Vale que me duela pero prefiero dejarlo en manos de la señora Pomfrey.

-Te lo agradezco, pero podré aguantar hasta la enfermería. Además ya has hecho suficiente por mi.

-Ya lo sé. He hecho más por ti de lo que realmente mereces pero esto es como una pequeña venganza por no contarme lo del Torneo -antes de que me dé tiempo a preguntarle qué pasa con el Torneo agarra mi hombro y lo retuerce hasta que suena ¡Clonc!.

-¡AAAAAAAAAAH! -grito. Me encojo hacia delante llevándome a Draco conmigo. Ambos caemos al suelo y a él le toca parar mi caída. Parece que va a quejarse y sin embargo se dedica a incorporarme y a hacer que me levante. Doy un paso en falso y Draco se ve obligado a sujetarme de nuevo para no volver a caer. Estamos tan cerca que noto su fuerte repiración.

-Cuidado -susurra. Veo cómo una gota de sudor recorre su frente. Desliza su mano a mi cintura suavemente y yo, sin ser consciente de ello elevo las mías, ahora recuperadas, hacia su pecho. Me atrae más hacia él e inclina su cabeza. Suelto la snitch sin darme cuenta y acaricio su rostro limpiándole el sudor. ¿Qué estamos haciendo? Mi cuerpo se mueve prácticamente solo. Nuestras narices se tocan y nuestros labios se juntan en un breve roce que a penas se nota, y, sin embargo, ambos lo sentimos.






-¡_______! -oigo a Ailén llamarme. Draco me suelta bruscamente y yo caigo hacia atrás golpeándome el culo.

-Vamos, nos están buscando -se limita a decir Draco.

-Un momento...¡He soltado la snitch!¡Mierda! -digo acordándome.

-Mala suerte. Ahora no dispones de pruebas para afirmar que me has ganado -contesta dedicándome una maliciosa sonrisa.

Será hijo de boggart...