lunes, 28 de octubre de 2013

Capítulo 22

El fin de semana pasa con calma. Hemos cubierto el cupón de fiestas así que nos dedicamos a estudiar y en mi caso, también a ayudar a Hagrid. He hablado con Dumbledore, al que ya no le cabe ninguna duda de que sea un Jinete del Fuego. Me ha dicho que si no recupero mis recuerdos este curso se planteará enviarme a Rumanía, en el departamento donde trabaja el hermano de Ron. Yo no le pongo pegas, aunque no quiero separarme de mis amigos no está decidido. De todas formas antes de marcharme de su despacho decidí preguntar por la criatura de mayor tamaño que habita en el bosque, y para mi suerte o desgracia, el gran tamaño de las garras que había en el suelo el otro día no concuerdan con su respuesta. He decidido no darle más vueltas que bastantes preocupaciones tengo ya. Y la primera y recientemente creada es la del grupo de chicos babeantes que ha intentado ligar conmigo tras ver mi actuación, realmente no entiendo eso que llaman amor. Al contrario que todas mis emociones, claras y comprensibles parece que no recuerdo qué se siente al estar enamorado, o incluso qué se hace. Cuando se lo conté a Rachel se rió de mí, llamándome inocentona, y a pesar de ello no quiso decírmelo.

<<Ya lo descubrirás tú misma>> Fueron sus palabras exactas. Me irrita considerablemente que algunos chicos me den ofrendas de amor como rosas o bombones y yo no sepa por qué lo hacen, me cuesta caer en la conclusión.

Total, que el lunes llega demasiado rápido y a mi ya me da hasta vergüenza salir por los pasillos atestados de gente. Me paso el día entero escondiéndome y para mi gran alivio por fin terminan las clases. Vuelvo a prisa a la sala común de Slytherin y me siento en los sofás con Ailén y una chica a la que conocí la otra noche en la celebración. Al parecer Ailén ha roto con su novio y María parece más peocupada que ella misma. No veo por qué le dan tanta importancia, quiero decir, ni que se fueran a casar, pero teniendo en cuenta mi estado de desorientación sentimental actual opto por no decir nada. Al cabo de un rato suben a sus respectivas habitaciones, yo por mi parte me acomodo en un sofá junto al fuego y leo el libro de Igneis Bellatore. Ahora conozco dos runas, y he de decir que la primera ya la domino con gran soltura. He aprendido a hacer que el fuego obedezca cada uno de mis deseos, al menos el de la chimenea de Slytherin. Estaba haciendo dibujos con las llamas del fuego, bastante entretenido la verdad, cuando alguien se planta delante mio.

-¿Y ahora qué desea gran monarca lechoso? -pregunto con burla a Draco.

-Que te prepares, nos vamos ya.-dice serio.

-¿Irnos?¿A dónde?

-Dumbledore a autorizado nuestra ausencia mañana con motivo del baile de mis padres. Coge lo que necesites, en una hora y medio vendrán a buscarnos. Pasarás la noche de hoy y la de mañana allí, y estarás de vuelta para la primera hora del miércoles.

-¡Ya te he dicho que no pienso ir! ¡Y no lo haré! -estoy realmente enfadada, el niñato toma las decisiones que le da la gana ¡Pues no pienso consentirlo! Me levanto y paso a su lado empujándole. En cuestión de minutos llego al despacho de Dumbledore.

-¡Director! No puedo creer que haya consentido nuestra ausencia, no pienso ir a ese estúpido baile.

-Ah, _______, sabría que dirías eso, sin embargo espero convencerte con mis descubrimientos. Consulté con unos viejos, viejos amigos, sobre Igneis Bellatore. Parece ser que la mansión de los Malfoy fue una posible base para los Glacies Dominans. El baile te dará la oportunidad de investigar, y quizá descubras más de una cosa...

Me quedo callada, no se qué hacer: me trago mi orgullo o paso de mis recuerdos. La elección, aunque dura, es fácil. Vuelvo a la sala común. Draco está en un sofá con los gordiamigos.

-El primer asalto es tuyo -digo, y subo a mi habitación a empaquetar mis cosas.
Meto un pijama y el neceser con las cosas de aseo, y por último unos vaqueros y un par de camisetas más la ropa interior. Advertido estaba el lechoso de que no tenía vestidos de gala, pues bien, si hace falta plantarse ahí con ropa de día a día que no le quepan dudas de que soy capaz de hacerlo. Me visto con lo primero que veo y bajo.

-¿Lo tienes todo? -dice Draco.

-Si -digo cortante.

No ponemos en camino a la entrada del castillo, escoltados por los gordiamigos y en completo silencio. Estoy tan enfadada que no creo que pueda perdonarle. Nos esperan en un carruaje negro del que tiran dos grandes lobos grises. Es impresionante. El cochero se baja para abrirnos la puerta y Draco entra. Yo en cambio me quedo mirando a los lobos, en cierta forma me recuerdan a Cantalaise.

-Señorita no debería... -comienza el cochero.

-Muerden -dice Malfoy asomándose. Su mirada y su voz son tan frías que no puedo evitar tomármelo como un desafío. Con la mirada en el lechoso me acerco a uno de los lobos, do ojos amarillos, y extiendo la mano. Me da igual que sea verdad, simplemente lo hago, al cabo de unos segundos me encuentro acariciando a la bestia que agacha las orejas complacida. Le dedico una sonrisa de triunfo a Malfoy, que vuelve a meterse en el carruaje, y me monto yo también.

Llevamos media hora de camino, media maldita e incómoda hora. Me dedico a mirar por la ventana. Los lobos, capaces de volar, no arrastran por los cielos atravesando esponjosas nubes blancas. Empiezo a tener sueño y para mi gran sorpresa Draco empieza a hablar.

-Oye, _______, lo siento...-alzo la cabeza cual ciervo que se siente amenazado ¿He oído bien?
Draco se da cuenta de mi expresión, que interpreta a la perfección y añade sonrojado.

-Si, bueno...¡Oye! A mi también se me hace raro... Pero mis padres te consideran la invitada de honor y cuando les envié una lechuza negando tu asistencia a su baile se enfadaron y hablaron con Dumbledore. Realmente sienten curiosidad por saber de dónde procedes. Lo siento, no quería obligarte a venir.

Me siento mejor ahora que se no he sido un capricho de Draco, sin embargo estoy aterrorizada. No puedo decirles mi secreto a los Malfoy. Ya revelé una vez a Draco que no recuerdo a mi familia, si algún día la tuve, y no me siento lo suficientemente segura como para contarle el resto. Claro está, menos a su familia. Terminamos el trayecto en silencio, pero esta vez la tensión no estaba presente. Llegamos a la mansión ya de noche. Es una casa enorme y oscura, rodeada de un sinfín de jardines. Nada más bajar Draco me dice que habrá alguien encargado de llevarme a mi cuarto y se marcha a anunciar su llegada.
Entro al enorme vestíbulo del que cuelga una lámpara de araña de cristal. Miro a mi alrededor en busca de esa persona encargada y me encuentro con un ser de pequeña estatura y grandes ojos y orejas. Va vestida con trapos sucios.

-Buenas noches señorita, mi nombre es Poppy. Los señores han ordenado a Poppy que la lleven a su habitación. -dice que una voz femenina y aguda. Poppy hace ademán de coger mi bolsa pero es demasiado pesada para ella.

-No te preocupes, ya la llevo yo -digo- Oye...si me permites la pregunta...¿Qué eres?

-Poppy es una elfina doméstica señorita. Poppy ha servido a la noble casa de los Malfoy desde que su madre la trajo al mundo. -dice. Y me guía hasta mi habitación.


No puedo creer lo que veo al llegar.




           "Un lúgubre y misterioso hogar. Muy apropiado para una serpiente"


1 comentario:

  1. Ahhhhhh me encantaaa!!! *-* siguela... Odio a Draco pero lo amo igual! :B <3 espero ansiosa el otro cap! :B saludos :D

    ResponderEliminar