-Quienquiera que te haya curado el brazo ha hecho un buen trabajo -dice la señora Pomfrey. Me masagea el hombro con una crema y nos deja marcharnos. ¿Y qué hago yo un sábado a las diez de la mañana? Mis amigos leones no estarán todavía despiertos y Harry habrá vuelto a la habitación. Decido acercarme dónde Hagrid y de paso hacer una visita a Cantalaise.
-¿¡Qué se lo llevan!? -grito cuando Hagrid me dice que Cantalaise debe volver a su habitat en Finlandia. No me lo puedo creer, encima apenas me quedan dos horas. Hagrid y yo vamos al claro donde suele estar Cantalaise. Nada más llegar divisamos la nube ventosa que lo envuelve cuando vuela. Me acerco a él y le hago innumerables caricias.
-Oh, amigo. Te voy a echar de menos. No sabes cuanto... -se me escapan un par de lágrimas. Cantalaise me mira extraño, no sabe por qué estoy triste y no creo que lo comprenda nunca. Durante varias semanas este bosque ha sido su hogar... y yo su amiga. Hagrid también está deprimido. Aunque a Cantalaise nunca le ha gustado demasiado, Hagrid si le consideraba un amigo y se ha encargado de él. Y Cantalaise ha acabado por aceptarlo. Me paso la última media hora sobre volando los cielos de Hogwarts sobre el enorme zorro de Ventalia hasta que llegan los encargados de detención de criaturas mágicas que ha enviado el Ministerio. Lo meten en un gran contenedor, que es más espacioso todavía en su interior... la magia nunca dejará de sorprenderme, y finalmente se lo llevan volando. Me quedo mirando el cielo hasta que se pierden de vista, cuando ya sólo puedo ver espesas nubes abrazo a Hagrid y me permito llorar en su barriga. Pasa un rato hasta que ambos nos tranquilizamos.
-Ven, te prepararé un té en casa -dice Hagrid. Y así se hace, nos tomamos un té en silencio hasta que para romperlo, Hagrid me pide que le ayude a sembrar el huerto. Me pongo la ropa de trabajo, que decidí dejar en el armario del cobertizo para no tener que llevarla y traerla cada vez. Una vez lista salgo y me pongo a la faena. Primero cavamos los surcos con gran esfuerzo y cuando estamos echando las semillas aparecen Harry, Ron y Hermione.
-¡Buenos días! -dicen alegres. Acto seguido Hermione se me echa encima dándome un fuerte abrazo.
-¡Oh, _______ ! Harry nos ha contado lo de tu traslado, ¡Es increíble que pensases que te íbamos a abandonar! -me suelta y Ron se acerca para darme una palmada en el hombro. Ahora me siento estúpida por dudar de ellos. Les dedico una sonrisa.
-Habíamos pensado ir a Hogsmeade a comer y pasar la tarde, ¿Te apuntas? -pregunta Harry.
-¡Claro! No tenía pensado hacer nada.
-Estupendo, nos vemos en una hora en la entrada. Así te da tiempo a ducharte. -dice Hermione y se van. Vuelvo a cambiarme por la sudada ropa del entrenamiento y me dirijo a mi habitación. En la sala común de Slytherin hay bastante gente. Me fijo en un corro que rodea a varios jugadores del equipo de quidditch entre los que está Draco. Por un momento pienso en ir, pero luego recuerdo lo de hace pocas horas. Mi cara arde repentinamente y decido subir rápido a las habitaciones para que nadie vea mi enrojecimiento. ¿Pero qué me pasa? No entiendo nada, soy una persona emocionalmente desestabilizada y no me gusta. Entre eso y los cambios de humor del rubiales estoy echa un lío, cosa que parece ya una costumbre.
Por tercera vez en una mañana dejo que la fría agua de la ducha despeje mi mente. Hoy me espera un entretenido día con mis amigos que no pienso desperdiciar preocupándome por tonterías. Caundo termino de secarme el pelo lo recojo en un moño y me visto con algo cómodo, tampoco hay mucho donde elegir. Ya casi es invierno y el viento empieza a helar así que me abrigo con una bufanda. En media hora estoy lista y me dirijo a la entrada del castillo. Aún es demasiado pronto, pero no me disgusta pasar sola un rato. Necesito tiempo para pensar. Dentro de poco comenzará el Torneo y tengo que crear mi estrategia. Por otro lado necesito recuperar mis recuerdos. Y tras haber solucionado el malentendido con los leones sólo me queda desenmascarar la fuente de la bipolaridad que Draco ha estado teniendo estos días conmigo, y por qué me sentí de esa extraña forma cuando estábamos cerca. Aunque tengo claras mis prioridades. La estrategia ante todo por el momento. Y así la voy desarrollando hasta que llegan Harry, Ron y Hermione, seguidos por Rachel y los gemelos Weasley. Rachel y George vienen riéndose y dando pequeños empujones. En fin...
-Bueno ¿Nos vamos? -dice Harry. Por toda respuesta nos ponemos en marcha hacia Hogsmeade.
El trayecto se hace corto a pesar de que es una buena distancia. Fred, Hermione y yo cominamos juntos escuchándo cómo Fred se queja de que George está muy ñoño con Rachel, y se han reido cuando he preguntado qué es eso de estar ñoño. Al parecer cuando dos personas se gustan coquetean y hacen el tonto como esos dos.
Por fin llegamos a Hogsmeade, Harry y Ron corren a una gran tienda de dulces y los gemelos desaparecen tras las puertas de Zonko´s, muy al pesar de George. En un abrir y cerrar de ojos nos quedamos las tres chicas solas.
- Y se supone que habíamos venido juntos... -comenta Hermione indignada. Nos limitamos a dar una vuelta por las calles mirando los escaparates de las tiendas. Yo me paro frente una donde venden animales de lo más extraños, y nos quedamos viéndolos un rato. Cuando nos cansamos vamos a una taberna y pedimos algo que llaman cerveza de mantequilla, otra cosa nueva que he aprendido hoy. Más tarde se nos unen Harry y Ron, cargando un montón de dulces cada uno, y por último los gemelos, con los bolsillos atestados de bombas fétidas y cohetes mágicos.
-Bueno________, dinos, ¿Qué has pensado hacer respecto al torneo? -pregunta Ron cuando sale el tema.
-Pues... no sabemos cual será la primera prueba, únicamente que podemos usar varita y que tenemos que pensar en algún hechizo o alguna habilidad y la fomentemos para utilizarla en el campo. Yo... He estado practicándo con el cetro pero no se me da nada especialmente bien. Estoy acabada...
-No digas eso, piensa que si mueres -dice Fred.
-Te librarás de los deberes -acaba George.
-¡No digáis eso! -les grita Rachel. - Tu cetro...-dice dirigiéndose a mi - su elemento es el fuego ¿no? Podrías fomentar esa habilidad. Aprender conjuros ígneos... Ya sabes.
-No es mala idea -dice Harry.
-En ese caso te ayudaré. En la biblioteca hay cientos de manuscritos sobre los cetros, ya lo investigaré. Mientras tanto, puedes llevar el cetro al señor Ollivander para que te diga un poco más sobre su procedencia. -concluye Hermione. Dicho y hecho. A mediodía Hermione vuelve al Castillo junto a Harry y Ron. Rachel y George se van al lago juntos, y finalmente Fred decide ir a probar sus nuevos trucos con la gente de Hogsmeade. Yo por mi parte me dirijo a la tienda donde está la chimenea que se conecta a la red de polvos flu y llego hasta el callejón Diagón. Una vez allí entro en Ollivander´s.
-Buenos días -saludo al anciano hombre del mostrador.
-Oh, pero si es la joven ______ -responde Olivander - dime ¿Qué te trae por aquí? no me digas que tienes problemas con el cetro...
-No señor, he venido porque me gustaría saber más sobre su procedencia y usted es la única persona que conozco que puede decírmelo.
-No te equivocas niña. Entonces te diré que la estirpe de este cetro fue una vez propiedad de los Jinetes del Fuego, como ya mencioné una vez. Pues bien, así solíamos llamar a los alumnos que acudían a la escuela de magia llamada Igneis Bellatore. Era una de las cuatro grandes escuelas, aunque fue destruida hace casi quinientos años. Muchas leyendas cuentan que sus alumnos eran fuertes guerreros que estaban enlazados con ciertas criaturas de gran tamaño a las que llamaban draconems. Por supuesto estas criaturas de misteriosos poderes desaparecieron junto con los ginetes que las montaban y cuidaban.
-¿Cómo fue destruida? Quiero decir, si eran tan fuertes tuvo que ser una gran batalla.
-Realmente nadie lo sabe con exactitud. La leyendas dicen que fueron traicionados por su propia gente, que se vendió y provocó la extinción de su raza. Si mal no recuerdo, había unsa especie de secta que creía que eran demasiado poderosos, más incluso que el Ministerio, y que por ello eran una gran amenaza. Se hacían llamar los Glacies Dominans. Siempre quisieron acabar con la escuela pero nunca se hallaron pruebas de que fuese obra suya... Realmente lo que le ocurrió a Igneis Bellatore está oculto por una niebla de preguntas sin respuesta. -se queda un momento mirando al vacío hasta que vuelve en si y me mira -Lo siento, es todo cuanto sé.
-No se preocupe, me ha sido de gran ayuda. Muchas gracias, señor. -digo despidiéndome, y salgo de la tienda.
Una vez más los nombres vuelven a mezclarse en mi cabeza. No es la primera vez que los escucho.
wow me ah encantado
ResponderEliminarespero y lo sigas por favor