-¡______! Te estaba buscando. ¿A dónde vas? -pregunta.
-Me disponía a pasear un rato, por los jardines, ya sabes.... es que hay demasiada gente -le dedico una sonrisa cansada.
-¿Puedo acompañarte? -me dice ligeramente sonrojado.
-Por supuesto valiente guerrero -bromeo agarrándole del brazo. Los dos salimos al exterior sin percatarnos de la penetrante mirada de cierta serpiente platina.
Narra Draco:
Tras enterarme de que _______ iba a ser trasladada a Slytherin se me ha ocurrido darle algo como presente de bienvenida. No es mucha cosa, la mayoría de serpientes tenemos uno parecido pero supuse que le gustaría. Me siento raro haciendo este tipo de cosas, normalmente los regalos me los dan a mi. De todas formas no le doy muchas vueltas. Me he retrasado considerablemente preparándolo así que cuando llego al Gran Comedor ya están todos cenando. Busco a _______ en la mesa de Slytherin y, por si acaso, en la de Gryffindor, y ni rastro de ella. Al final me acabo enterando de que _______ha ido a cenar con los tres seleccionados para el torneo gracias a Pansy Parkinson. No puedo creer lo que le oigo responder cuando le pregunto el por qué. ¡¿______ seleccionada?! ¿Cuando ha pasado eso?¿Cómo? Todos me miran confusos, al parecer soy el único que no se ha enterado. Sin saber bien por qué empiezo a sentirme molesto. Me siento a cenar con la mirada siempre fija en la puerta de la salita donde está cenando _______, no es que me importe, pero podría habérmelo contado. Tras media hora la veo salir y dirigirse a la puerta del Gran Comedor. Me dispongo a ir tras ella cuando un chico alto y musculoso la frena. Ella le sonríe y le agarra del brazo. Los dos desparecen tras las enormes puertas. Dentro de mí empieza a crecer una rabia terrible. No me suele pasar a menudo, excepto con Potter, pero él no cuenta. Aprieto con fuerza el anillo plateado en forma de serpiente que pretendía entregarle hasta que se clava en mi carne dejando unos finos surcos carmesíes. Duele, pero es soportable salgo del comedor y voy hasta mi habitación. Lo bueno de tener un padre que trabaja en el consejo escolar es que puedo pedir caprichos como una habitación para mi solo. Abro el cajón de la mesilla y arrojo en anillo con fuerza. La pequeña piedra verde sobre la que se enrolla la serpiente se suelta, pero ya da igual. Cierro el cajón con la intención de no volver a abrirlo más y voy al baño a aclararme la sangre de la mano. Una vez limpia me siento en la cama y miro por la ventana. Veo los jardines a ras de suelo, como desde casi todas las habitaciones de nuestra casa. La verdad es que es reconfortante, hasta que, para colmo de males, aparece ______. Ya no va del brazo de eso nórdico de Durmstrang, pero caminan entretenidos hasta sentarse en un banco de piedra. Se pasan hablando casi media hora, y yo, el muy estúpido les observo desde las sombras. Nunca había caído tan bajo. Me da rabia pero no puedo evitar fijarme en como el nórdico la mira. No me fío de él. Cuando el sueño se va apoderando de mi, y al parecer también de los de fuera, me tumbo en la cama y me duermo, antes de que la confusión se adueñe de mi mente.
Narra ______:
Anoche Harald y yo paseamos durante largo tiempo. Es agradable poder tener alguien en quién confiar, alguien subjetivo al que no le importe si eres una serpiente o un león. Aunque por otro lado no pude evitar sentirme extraña. No se, pero la actitud de Harald era....¿sospechosa? En fin ¡Qué sabré yo! No recuerdo ni mi apellido... Me levanto muy cansada, no he dormido muy bien. Hoy tendré que contar a Hermione, Rachel y el resto lo de mi traslado, y su reacción es lo que más miedo me da en este mundo. De repente un cojinazo en la cara interrumpe mis pensamientos.
-Como no te levantes ya vas a llegar tarde... -dice la tranquila voz de Ailén.
Me levanto con sopor, me ducho y me pongo el uniforme con mi nueva túnica. Cojo los libros y voy a salir del cuarto cuando Ailén me interrumpe.
-¿A dónde se supone que vas así? -dice extrañada.
-A clase... ¿no? -contesto.
-¡Despierta! Hoy es sábado, pero son las pruebas de quidditch. Te he apuntado conmigo.
-Un momento.... ¡¿Que has hecho qué?! -digo intentando asimilarlo - ¡Se me da fatal volar en escoba!
-No puedes ser tan mala -dice con toda la tranquilidad del mundo -ponte algo cómodo y vamos.
Sin quererlo ni tomarlo me encuentro en el campo de quidditch. Justo a tiempo para ver salir al equipo de Gryffindor, donde entrena Harry. Cuando se dirigen al vestuario se acerca.
-¡______! No sabía que te gustaba el quidditch, pero...¿Por qué estas con las serpientes? -pregunta extrañado.
-Y-yo... -me quedo en blanco. No quiero decírselo, me da demasiado miedo. Estoy a punto de cambiar de tema cuando una voz interrumpe.
-Porque ahora es un miembro de Slytherin -dice uno de los jugadores oficiales de Slytherin, uno con una atractiva cabellera platina.
-¡Eso quisieras tu Malfoy! -contesta Harry escupiendo las palabras.
-Entiendo... aún no lo sabes...______ parece tener tendencia a no contar las cosas verdaderamente importantes... -dice dedicándome una sonrisa completamente malvada.¿Cómo que tendencia? -entonces os dejo. Supongo que ______querrá contarte sus cosas. -acto seguido se larga.
-¿De qué habla? -pregunta Harry extrañado. No puedo mentirle ahora, eso empeoraría las cosas terriblemente.
-Yo... me han cambiado a Slytherin -le suelto.
-¡¿Cómo?! -dice sorprendido.
-En realidad nunca llegué a ponerme el sombrero seleccionador, por lo que jamás fui una verdadera leona. Sin embargo ayer lo hice y me envió a Slytherin. Quería decíroslo, pero no quiero que me despreciéis, no sabiendo lo mal que soléis hablar de las serpientes...-hago una pausa para evitar que las saladas lágrimas desgarren mis mejillas. -No quiero que dejemos de ser amigos.- no se que hacer así que miro hacia el suelo esperando una respuesta, aunque lo único que recibo de Harry es una tremenda carcajada.
-No tienes que preocuparte, es verdad que los de Slytherin no nos hacen mucha gracia, pero eres _____, lo superaremos -dice guiñándome un ojo. -Bueno toma esto - me da sus guantes de quidditch -espero que te den suerte en las pruebas, además, siempre serás tan fiera como un león. -se despide con una sonrisa y se mete a los vestuarios.
Me reuno con Ailén en el campo, siento que me he quitado una terrible carga de encima. Allí nos entregan unas escobas viejas del colegio y la protección necesaria, aunque yo niego los guantes. Nos elevamos hasta reunirnos con los jugadores, entre los cuales está Draco. Una vez repasan las reglas nos ponen en formación. Jugaremos un partido entre los nuevos jugadores y los miembros del equipo. Ailén coge el puesto de golpeadora y al final yo quedo como buscadora. El objetivo es evaluar las habilidades de cada uno, sin embargo parece que van en serio. Según me han indicado yo tengo que coger una pequeña y dorada pelota alada. El partido da comienzo y todos comienzan a volar. Me cuesta hacer que mi escoba obedezca aunque al final lo consigo de alguna forma, pero no sirve de mucho. Es difícil concentrarse, hay demasiados jugadores y demasiadas pelotas, no veo a la snitch dorada por ningún lado. Un chico de mi equipo pasa volando a mi lado haciendo que pierda el equilibrio y me precipite hacia el suelo con mi escoba. A penas logro frenarla, lo justo como para no darme de bruces, oigo a mi compañero insultarme y me dan ganas de darle con el bate que lleva en la mano. Sin embargo, gracias a él consigo divisar la snitch a pocos metros de mi. Sin pensarlo me abalanzo sobre ella. La persigo intentando cogerla y cuando parece que por fin lo voy a lograr un jugador del equipo contrario arremete contra mi.