Subo encima de Cantalaise y volamos hasta él. Una expresión de horror se dibuja en su cara antes de que le agarre y, no sin esfuerzo, logre subirlo detrás mio.
-¡Pero tu estas loca!¡Bájame! -me chilla en el oído.
-Ni lo sueñes, quiero hablar contigo así que tienes dos opciones. Prometes escuchar lo que tengo que decir o vas de cabeza al lago oscuro. -la segunda opción no lo agrada demasiado así que se resigna a venir conmigo. Le pido a Cantalaise que no deje en la orilla del enorme lago, no demasiado lejos del colegio.
-Venga, suelta lo que tengas que decir y ya -dice Draco cuando bajamos.
-¿De verdad me vas a escuchar? -digo sorprendida.
-¿No es lo que querías? -contesta mosqueado.
-Si, pero tenía el temor de que salieses corriendo nada más bajar de Cantalaise.
-Ni de coña, si lo hiciese esa bestia se echaría encima mio, y no, gracias, no ha sido una experiencia agradable -suelto una risita ante su comentario. Se hace un silencio incómodo. Es evidente que la que tiene que romperlo soy yo así que me armo de valor y se lo suelto.
-¿Me odias? -Draco me mira sorprendido. Ha sido muy precipitado pero no quería dar rodeos. Sin haberme dado cuenta este pensamiento ha estado rondando mi mente estos últimos días. Draco no contesta, lo voy a repetir por si me ha entendido mal, poco probable pero no se qué más hacer, cuando me corta.
-______, no te conozco de mucho, pero si lo suficiente como para saber que tienes la cabeza echa un lío. Aún crees que hay un ángel dentro de mi, pero te equivocas. No soy más que la sombra de un viejo diablo. No intentes verme como otra cosa, no intentes pensar que puedo ser una buena persona. Porque no lo soy, y no me da vergüenza admitirlo, me crié así y me gusta. No se qué hice para confundirte de esta manera pero voy a dejar las cosas claras. Si tanto quieres que seamos amigos vas a tener que aceptar lo que soy. Y me molesta que vayas diciendo por ahí que tengo un lado bueno. Me costó mucho ganarme el titulo de príncipe de Slytherin y no quiero que lo arruines. -concluye sentándose en un gran pedrusco.
No se qué decir, ha sido un golpe fuerte. No se si bueno o malo, pero fuerte. Aún así no puedo evitar quedarme con la parte más cómica de su discurso.
-Yo...esto...¿Has dicho Príncipe de Slytherin? -digo intentando no reírme, aunque sin resultado aparente.
El ambiente que tan cargado estaba hace unos segundos se relaja cuando Draco sonríe también.
-Si, exactamente eso ¿Por qué te ríes? -pregunta divertido.
-No, por nada... Lo siento, entonces empecemos otra vez. Mi nombre es _______ su estimada alteza -digo haciendo una exagerada reverencia. Draco me sigue el juego sonriente.
-Sería todo un honor para mi también... si no fuerais de Gryffindor -comenta.
-¿En serio?¿Acaso también os disgustan los leones? No creo que a mi zorruno amigo, aquí presente, le agrade mucho saber que detestáis a las grandes bestias -respondo alzando una ceja. La cara de Draco empalidece, si eso puede ocurrir, y retrocede un poco mientras me río.
-Así aprenderás a no subestimar nuestro poder... Aunque pensándolo bien sólo estoy en Gryffindor porque me dieron un uniforme rojo.
-¿Cómo que porque te dieron un uniforme?¿No te pusiste el sombrero seleccionador? -mierda, no, no, no, la he fastidiado. No quiero que sepa lo que me pasa. No quiero arriesgarme ahora que hemos vuelto a empezar.
-Yo...n-no...No lo hice -¿Por qué? ¡Maldita sea! ¿Por qué? Las palabras han salido solas de mi boca al no encontrar excusa alguna.
-______ tu no eres una verdadera estudiante ¿verdad? -me está mirando con demasiada seriedad -¿Eres acaso hija de muggles? -dice casi enfadado. No, no me gusta esta situación. Tengo miedo, más del que debería, no lo entiendo...¿He de contárselo? Tarde, no he sabido cerrar la boca a tiempo con tanta presión.
-N-no lo se... -me mira con dureza -¡No lo se! -grito más fuerte sorprendiéndole, aunque sin apagar la chispa de disgusto que va creciendo en su interior. Me agarra fuertemente de la muñeca. Su cara está peligrosamente cerca, tanto que puedo sentir su aliento en la mía.
-Te advierto que si hay algo que no tolero es a los sangres sucia, así que si lo eres ya puedes marcharte por dónde has venido, y no regreses, no vuelvas a acercarte a mi.
-¡Te he dicho que no lo se!¡No conozco a mis padres!¡No tengo familia! Y si la tuve no se que es de ella no se nada ¿vale? -le suelto. Me aparto de él bruscamente haciendo que me suelte el brazo. Le miro con temor cuando noto un latigazo en la espalda. Me encorvo de dolor mientras mis ojos, inyectados en sangre, van perdiendo visión.
Estoy de rodillas en un gran patio de piedra. Hay un montón de personas a mi alrededor. Llevo puesta una túnica dorada y el cetro descansa en mi mano. Estoy caminando hacia tres figura sin rostro, no se quienes son pero me infunden respeto. Una de ellas comienza a hablar sin decir nada. Todo el mundo vitorea. Seguido la segunda figura me hace arrodillarme mientras la tercera me entrega algo. Cuando alzo la vista para recogerlo me encuentro cara a cara con sus dos ojos grises claros. Es extraño. Es lo único que puedo ver en su rostro. Dejo de prestarle atención para mirar lo que me han entregado. Veo un óvalo dorado y una luz que me ciega. Veo una figura negra en mis brazos. Es pesada. Todo el mundo silencia hasta que alguien grita de dolor. La plaza se llena de sombras que atacan a la gente, tiñéndolo todo de rojo. Las tres figuras que se alzan delante de mi van cayendo. Cae una. Cae otra. Y cuando le llega el turno a la tercera veo como sonríe grotescamente. Sonríe, pero no cae. Se dirige hacia mi y yo corro llevando conmigo al pequeño ser negro. Corro y corro, pero aunque esté dada la vuelta sigo viendo esos fieros ojos grises delante. No los puedo sacar de mi cabeza. Noto como me persiguen, y me llaman. Susurran un nombre que no es el mio, pero a la vez si lo es. El miedo se apodera completamente de mi y un gélido viento me atraviesa cada vez que oigo los susurros. Me meto en unos túneles con la esperanza de que todo cese. Y de repente el paisaje se vuelve oscuro.
Poco a poco voy recobrando la vista y veo esos ojos grises que tanto he temido hace unos momentos y chillo. Chillo con todas mis fuerzas empujando a la persona que los porta mientras las lágrimas, tanto tiempo retenidas se escapan desobedientes. La persona se acerca y tal es mi temor que creo que moriré ahí mismo. Alarga sus brazos hacia mi y habla.
-Tranquila, tranquila... -susurra mientras sus brazos me rodean delicadamente. Pero los susurros no me hielan. Son agradables. No es la misma escalofriante voz de antes así que me voy tranquilizando. Dejo que los susurros de Draco me llenen y me separo suavemente. -¿Estás bien?
Asiento con la cabeza. Sigue teniendo un semblante serio, aunque ahora está más calmado.
-¿Que te ha pasado? -vuelve a preguntar y yo asiento una vez más. Se levanta del suelo y me ayuda a ponerme en pie. Me tambaleo y Draco me agarra. -L-lo siento, no debí ponerme de esa forma. No creo que seas hija de muggles así que olvidarlo. Ven, te llevare donde la señora Pomfrey, ella te ayudará.
-¿Y Cantalaise? -pregunto al reparar en su presencia.
-Ni idea, salió volando cuando te mareaste, que por cierto, ya es la segunda vez que te pasa estando conmigo -esbozo una sonrisa, o eso intento cuando, como si nos hubiesen oído, veo a Cantalaise volar a baja altura hacia nosotros. Miro un poco más y consigo divisar a Hagrid y a la profesora McGonagall que caminan veloces hacia nosotros.
-¡Santo cielo! ¿Está usted bien _____? Esta criatura nos trajo aquí -dice McGonagall alterada.
-Estoy bien, no ha pasado nada.
-Pero juraría que Cantalaise...- comienza Hagrid, pero le corto.
-No os preocupéis, en serio.
-No, si hay que preocuparse, no es normal lo que te pasa. No son simples mareos, siempre chillas de dolor -interviene Draco para mi sorpresa . -Profesora, debería ir a ver al director. Quizá el pueda ayudarla.
* * *
Sin darme tiempo a negarme me han traído frente a Dumbledore, con quien estoy ahora mismo a solas.
-_______, hace semanas viniste buscando ayuda para recuperar tu memoria. ¿Y cuantos fragmentos dices que has logrado reunir hasta ahora?
-Tres, señor.
-Por lo visto dos de ellos has sido revelados a causa de la presencia del joven Malfoy, interesante...-se hace un silencio en la sala que decido romper.
-Profesor... tenía... tengo la sensación de que mi historia no acaba bien. Creo que existe una conexión entre dos de mis recuerdos.
-¿De qué se trata?
-Verá... yo estoy en un gran patio de piedra, dónde tres personas me entregan una especie de huevo dorado. Éste se abre dando lugar a una criatura oscura. Pronto las sombra empiezan a atacarnos acabando con todo, excepto con una de las personas que me ha entregado el huevo, parece ser su líder o algo, lo extraño es que no puedo ver los rostros de la gente, únicamente los claros ojos grises de aquel que me persigue. En el siguiente recuerdo me meto en unos túneles, aún cargando esa criatura que no logro distinguir, intentando protegerla, y cuando voy a hallar la luz el ser de ojos grises vuelve a toparse conmigo haciendo que el pánico me invada.... y acaba, no se más. Pero eso me lleva a pensar que quizá mi mente se bloqueó por algo, quizá mi pasado es tan duro que nadie podría soportarlo sin perder la cabeza. Y eso me asusta...
Dumbledore me mira pensativo. No pensé que lo próximo que diría me afectaría tanto.
wow me han encantado todos tus capitulos pro favor siguela n.n
ResponderEliminarMuchas gracias! Por favor, si veis algún fallo en la historia o algo que no gusta avisadme! Se aceptan sugerencias :)
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