jueves, 19 de septiembre de 2013

Capítulo 9

- ¿Disculpe? - espero haber oído mal.

- El Cáliz te ha seleccionado para participar en el Torneo. - repite.

- Pero si ni siquiera quería participar, y además no tengo diecisiete.... Esto tiene que ser un error.

- No lo es querida _______. No sabemos tu verdadera edad, aunque es verdad que no pareces mayor. Aún así el Cáliz quiere que participes. Personalmente creo que es tu billete para descubrir que te ocurrió. - me dice apoyando su mano en mi hombro. De alguna forma es reconfortante y me hace sentir mejor. Dumbledore me dedica una sonrisa y se marcha. Cuando llega a la puerta se gira y me dice - No te preocupes, lo harás bien. -Dumbledore sale del aula y me quedo sola.

Sola con un miedo que se va haciendo cada vez más grande.

                    
                                                  *                           *                            *


    Pasa una, dos semanas, y por fin llega el día de la elección. Estoy muy nerviosa, desde aquel día mi mente ha sido un completo caos. Hermione, que es curiosa por naturaleza, consiguió que le contara lo que me dijo Dumbledore, y por la misma regla de tres se acabó enterando toda la escuela. Ese último dato no ha hecho más que causarme problemas. Los alumnos mayores me miran con recelo, otros me temen y los hay incluso que han llegado ha amenazarme. Y para colmo de males no tengo ninguna seguridad de que participar me haga recordar más rápido. Por otro lado, Harald y yo nos hemos hecho buenos amigos. Se sentía culpable por lo que hizo Darius así que se ha disculpado varias veces, es de las pocas personas que no se han puesto en mi contra y en parte me ha ayudado bastante.

Salgo de la cabaña de Hagrid hacia el colegio. La ceremonia es a la tarde por lo que tendremos que asistir a clase a la mañana. He salido con tiempo así que me paseo por los pasillos vacíos de la vieja escuela. Al doblar una esquina me encuentro con Peeves, el travieso poltergeist que no para de atormentar a la pobre gata de Filch. Esta sale huyendo despavorida mientras Pevees revolotea riéndose sin parar. Salgo de ahí para evitar que haga cualquier comentario despectivo sobre mi situación. No es la primera vez que pasa.
Sigo caminando hasta el segundo piso. Cuando paso cerca de unos grandes ventanales una lechuza negra azabache se cuela en el pasillo y se posa en mi hombro. Ya me he acostumbrado al correo aéreo así que le cojo el sobre que lleva en el pico y le hago una caricia antes de que despegue otra vez. Una vez pierdo de vista a la lechuza centró mi atención en el sobre. Parece que es de Hagrid.

                                Hola ______:
                                     
                               Ya se que estás muy agobiada por el Torneo y estoy al tanto de los
                               pequeños incidentes que te han causado los demás alumnos. Aún así
                               me gustaría pedirte un favor, no lo haría si no fuera estrictamente
                              necesario. Reúnete conmigo después de la primera hora en el huerto
                              de calabazas. 
                               Un saludo

                               De tu amigo 
                               Hagrid 

                              PD: Enseña esta carta al respectivo profesor para justificar tu ausencia

¿Qué querrá? Bueno, ya lo descubriré luego. Sinceramente me vendría bien distraerme un poco. La primera campana no tarda en sonar así que me dirijo a las aulas. Como siempre, la clase de Historia de la magia del profesor Binns es soporíferamente aburrida. Cuando termina voy donde Snape a enseñarle la carta de Hagrid y me mira evidentemente molesto, me hace un gesto con la mano para que me retire y voy hasta el campo de calabazas. Allí me encuentro con un sonriente Hagrid que me dice que lo que vamos a hacer me va a encantar. Cogemos unas cuantas cuerdas y nos dirigimos al bosque oscuro.

-¿ Qué se te ha perdido aquí Hagrid? -le pregunto cuando llegamos a una parte escalofriantemente tenebrosa.

-En seguida lo descubrirás. ¡Vamos! No queda mucho -dice emocionado. Tras unos diez minutos llegamos a un pequeño claro. - Hemos llegado. Este es el lugar.

-¿Aquí? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Para qué son estas cuerdas? -pregunto curiosa.

-Shhhhh, enseguida lo sabrás. Ahora observa. -Saca una pequeña flauta de madera y entona cuatro notas formando una melodía que resuena en el aire durante unos segundos. El silencio se vuelve a adueñar del lugar.

-¿Hagrid? -comienzo, pero vuelve a cortarme.

-Shhhhhh! Atenta. -Nada más acabar la frase se empieza a levantar un viento descomunal. La ramas de los árboles bailan al compás del viento que remueve mis cabellos. Pequeñas motas de polvo se meten en mis ojos así que los cierro hasta que noto el viento cesar. Lentamente vuelvo a abrirlos para ver una criatura que jamás creí que existiera. Tiene aspecto de un zorro salvaje, pero es tres veces más grande y enormes remolinos de viento parecen salir de sus patas. El animal nos mira cauteloso, es extraño, no parece saber como ha llegado hasta aquí.





-Es un zorro de Ventalia -dice Hagrid muy bajito -Ha estado causando problemas con los pollos y los conejos así que Dumbledore me ha dado permiso para cazarlo.

-¿Lo vas a matar? -le pregunto horrorizada.

-¿Matarlo?¿Qué tonterías son esas? Solamente hemos de atraparlo, por eso necesito tu ayuda. La flauta que he tocado es como un imán, la melodía les atrae terriblemente. Ahora sólo tenemos que ganarnos su confianza. Inclínate, muéstrale tu respeto. Yo ya lo he intentado pero no se fía de mi, he pensado que quizá tu lo convenzas de que no le vamos a hacer ningún daño.

-Está bien. -sin saber muy bien cómo hago una pequeña reverencia.

-Eso es, mantente así. -dice Hagrid. El zorro se mueve inquieto. No parece que esté funcionando, sin embargo Hagrid sonríe fervientemente. Casí un segundo después el zorro da unos pasos hacia delante olisqueando el aire.

-Si, así, no te muevas, te está reconociendo. - Parece que al final mi amigo tenía razón. El animal parece más tranquilo y se acerca despacio hacia mi. Me atrevo a levantar un poco la cabeza pero él retrocede así que la agacho, incando una rodilla en el suelo. Lentamente vuelve a acercarse. Ya noto su respiración en mi frente. Esta vez, sin hacer ningún movimiento brusco, alzo la cabeza con cuidado y veo su enormes y perfilados ojos verdes. Inclina un poco la cabeza durante unos segundos y se sienta ante mi. Miro a Hagrid confundida pero sin perder la compostura.

-Intenta acercarte tu a él ahora -susurra.

Me pongo en pie lentamente y alargo mi mano hasta casi rozar el hocico del enorme zorro. El ladea su cabeza pero no hay temor en su mirada así que poso delicadamente mi mano en su cabeza. Su pelaje es suave y caliente. Sorprendentemente el gran zorro avanza en mi dirección haciendo que mi palma recorra todo su lomo hasta la cola.

-¡Increible! Estaba seguro de que lo lograrías, pero no tan rápido -me dice Hagrid.

-Gracias, creo.

-De acuerdo, ahora debes domesticarlo antes de la clase de cuidado de criaturas mágicas. Tengo intención de usarlo de modelo. ¡Buena suerte! -dice mientras se aleja.

-¡Hagrid! ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? No se hacerlo y además apenas queda hora y media para la clase.

-Entonces menos cháchara y más trabajo. Vendré en un rato a ver cómo lo llevas. ¡Adios!

Sin quererlo ni tomarlo me he quedado a solas en el bosque prohibido con una bestia que podría tragarme viva.

¡Yupi!


 

"Tal es el torbellino de recuerdos que quizá sea mejor que la espesura del bosque lo retenga"





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