- ¿Te conozco?
- Oh! Por supuesto. Esta mañana no has tenido reparos en arroyarme y largarte sin más. En el lugar de donde yo vengo eso se llama desafío, y los desafíos se resuelven luchando.- dice.
-¿Quieres que pelee contra ti? Gracias pero no. Tengo que ayudar a un amigo así que si no te importa me largo ya. - ¿Cómo espera luchar aún con la gran diferencia tanto física como mental que hay entre nosotros? Es decir, estaría acabada en el primer minuto.
- Por supuesto que quiero. Me da igual que seas mujer. ¡Desenfunda tu varita! - me ordena en un tono tan amenazante que comienzo a sacar el cetro. Su mirada, hasta ahora desafiante, se torna en sorpresa al verlo. En ese preciso momento en que sus ojos ya no están atentos a cada uno de mis movimientos, en el que el desconcierto le ciega levemente, aprovecho para atacar, aunque no de la forma que él esperaba. Le propino una fuerte patada en la espinilla que le hace caer al suelo y abre un espacio entre él y sus colegas por donde huyo rápidamente.No me paro ni me giro, tan solo sigo corriendo hasta llegar donde Hagrid.
- Buenas tardes, siento no haber podido venir antes. - le digo sin aliento.
- No hay problema, pero ahora cámbiate y ven, te explicaré unas cuantas cosas. - asiento y entro en el cobertizo. Allí dejo los libros y el cetro. Me cambio de ropa y me pongo lo que de ahora en adelante será mi ropa de trabajo. Una vez lista salgo afuera.
- Bien, estoy preparada ¿Por dónde empiezo? - le pregunto a Hagrid.
- Primero ayúdame a sacar las bolsas de repelente de babosas carnívoras de la caseta de los trastos. Luego ya veremos.
Dicho y hecho. Rápidamente aunque no sin esfuerzo tenemos las cuatro grandes bolsas en el huerto.
- Ahora atiende - dice - Tienes que rocíar el veneno con cuidado por el tallo y las hojas. No te pases o las plantas morirán. No te quedes corta o se las comerán. Y eso es todo, ya puedes empezar.
Me paso toda la tarde envenenando las babosas del gran huerto. Al acabar me ducho y me pongo mi único pijama. Estoy en la cama leyendo el libro de historia de la magia cuando Hagrid llama a la puerta.
- ¡Vaya! - dice al verme en pijama - Venía para ver si querías ir a cenar a gran comedor pero ya veo que no. Entiendo que estés cansada. Hoy ha sido un día duro, pero no te acostumbres, no podrás estar sin cenar toda la vida. Descansa, nos vemos en el desayuno.
- Gracias Hagrid. - me sonríe antes de cerrar la puerta. Para ser un primer día si que es verdad que ha sido intenso. Sin mencionar el extraño recuerdo que he tenido. ¿Qué sería esa cosa que llevaba en brazos? Entre tanta duda e incógnitas me voy quedando poco a poco dormida.
Ya han pasado cinco días desde que conseguí el cetro. Desde que obtuve mi segundo recuerdo. Han sido bastante tranquilos. Rachel y Hermione me pusieron al día con todas las materias y el uso de la magia se ha convertido en algo habitual. Aunque mi cetro no sea tan práctico como una varita a la hora de transportarlo, debido a eso he tenido que improvisarme una funda que me cuelga del cinturón. Rachel se ríe de mi continuamente diciéndome que parezco un espadachín. En fin, qué se le va a hacer. En todo este tiempo he intentado varias veces hablar con Draco, darle las gracias por esperar en la enfermería para darme mi cetro, pero sin resultado. Entra y sale de clase tan rápido como un rayo, apenas me da tiempo a saludarle, me está evitando pero no me voy a rendir. Puede que me esté haciendo demasiadas ilusiones pero estoy dispuesta a hacer que Draco se vuelva buena gente. Así que lo seguiré intentando.
Estamos a martes y el director nos ha convocado a los tres colegios en el gran comedor. Creo que lo que tiene que decir tiene algo que ver con el torneo de este año. Una vez entramos al comedor nos hecemos sitio en la mesa de Gryffindor, donde Harry y Ron esperan acompañados de los gemelos Weasly. Al sentarnos me fijo en la pícara mirada que George le echa a Rachel, y como ella le ofrece una amplia sonrisa.
Cuando esta todo el mundo reunido me percato de la sábana que cubre un gran objeto en mitad de la tarima. Justo en ese momento Dumbledore se levanta de su asiento y comienza su discurso.
Empieza a hablar de las reglas del torneo. Las tres pruebas de las que está compuesto se consideran tan peligrosas que el Ministerio sólo permite la participación de mayores de diecisiete años. A parte de eso sólo un mago de cada escuela puede participar. Cuando termina de explicar tira de la sábana descubriendo un hermoso cáliz que empieza a crear una llama de fuego azul. Es precioso.
- El Cáliz de Fuego - dice Dumbledore - Él se encargará de elegir a los tres participantes, para ello habéis de escribir vuestro nombre en un papel y arrojarlo al fuego. Eso es todo. ¡Qué comience el banquete!
La cena pasa tranquila, oímos a los gemelos planear travesuras para poder participar y cómo Hermione se burlaba de ellos por las sandeces que dicen. Cuando terminamos nos quedamos en la sala común hablando un rato más. Cuando ya es demasiado tarde decido volver con Hagrid. Recorro los pasillos en silencio y cuando casi llego a la salida un resplandor azulado proveniente de una habitación me distrae. Me acerco a la puerta, curiosa. En su interior veo el resplandeciente Cáliz llamear plácidamente. Su llama es casi hipnotica. Me quedo embobada a saber por cuanto tiempo, contemplando la pureza del objeto cuando alguien a mi espalda me llama sobresaltándome.
- ¡AAAA! - gritó.
- Shhhhhhhhh ¡No hagas ruido! - me dice la persona. En la oscuridad logro distinguir una cabellera rubia.
- ¿Malfoy?
- Si, soy yo. ¿Qué haces en los pasillos tan tarde?
- Podría preguntar lo mismo, pero sospecho que no me vas a contestar. - me mira alzando una ceja.
- Buena observación - dice. - Entonces tu y yo jamás nos hemos visto - hace ademán de irse pero le detengo.
- Oye Draco, ¿Por qué has estado evitándome? - pregunto.
- ¿Qué te hace pensar que te evitaba a ti? - responde sarcástico.
- ¿A quién entonces? ¡Vamos que no cuela! He intentado hablar contigo varias veces. - le digo.
- Hablar... ¿De qué?
- Quería darte las gracias. La enfermera me dijo que esperaste varias horas a que me levantara para entregarme tu mismo el cetro - le suelto. Se sonroja visiblemente aún a oscuras pero súbitamente su expresión se vuelve seria.
- Oye, mira, no ha sido nada, simplemente me sentía en el deber, pero eso es todo. Tu y yo no debemos hablarnos como ahora. Fue un gran error que nos enviaran juntos a por tu cetro. Piensas que soy buen chico por ello, pero te equivocas. Ni de lejos soy buen chico, como te han podido contar tus amiguitos. Asúmelo. A partir de hoy haremos como si nada hubiese pasado. Tu irás con Gryffindor y yo con Slytherin, cada uno por su lado sin tener que volver a cruzarnos. - dice y se marcha dejándome sola en el pasillo.
Por alguna razón me ha sentado como un chorro de agua fría.
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